Nunca pasa nada hasta que pasa

Uno de los síntomas de la buena salud artística del reciente Cine español es la amplitud de géneros, que abarca dentro de una producción no muy extensa dada la situación de permanente crisis en la que lleva inmerso desde hace décadas. Y además obteniendo calidad con un presupuesto ajustado. Sin ir más lejos, el drama fantástico con efectos especiales capaces de competir con cualquier producción de Hollywood en “Un monstruo viene a verme”; el thriller electrizante de “Buried”, el mejor terror en la saga “Rec”, o la animación que rompe taquillas en “Tadeo Jones”. A esta capacidad de enfrentarnos a lo que nos echen se añade desde hace unos días el cine bélico, género que tiene escasos precedentes en nuestra filmografia reciente ( Guerreros de Daniel Calpasoro por ejemplo).

Dada mi tendencia a intentar acudir a la sala con la mínima información posible, desconocía los detalles del suceso que inspira esta película, para descubrir finalmente lo mucho que me tocaba de cerca. La acción transcurre en la base militar en Herat, Afganistán. Las operaciones militares españolas en Afganistán se desarrollaron con el objetivo de limpiar la insurgencia en las provincias de Herat y Badghis y dejar la provincia ya lista para que los afganos se hicieran cargo de ella después de la retirada de las tropas españolas en 2014, además de reconstruir dichas provincias a su cargo. La película relata una operación de rescate que acaba complicándose y las tareas del ejercito para rescatar a los implicados que se encuentran asediados por rebeldes afganos, y, lo más curioso de la historia, intentar traerse de vuelta el helicóptero accidentado para evitar que, dejándolo allí abandonado, puediera publicitarse como un triunfo de los insurgentes.

Hay que alabar el trabajo de los guionistas Luis Arranz y Andrés M. Koppel en lograr un equilibrio perfecto entre descripción de la vida militar, las relaciones personales entre los personajes y el relato de los sucesos que conlleva la parte de acción, tensión y puro entretenimiento. En el primer aspecto, los diálogos, el lenguaje militar y la descripción de la rutina del trabajo en la base y en las zonas de conflicto esta bien escrito y en la boca de los actores suena natural, dejando un poco aparte las típicas expresiones de cuartel de tipo etílico-sexual similares a las que podemos escuchar en una película bélica americana.

En el segundo aspecto, aunque los personajes reales tienen nombres y apellidos, supongo que los guionistas han tirado de imaginación para “inventar” situaciones personales entre ellos que permitan al espectador empatizar con sus circunstancias y apreciarlos en cierta manera, para que la frialdad del conflicto no prevalezca. Así entre los personajes de Ariadna Gil y Roberto Álamo hay una “tensión” que es el propio espectador quien ha de ponerle nombre. Y lo mismo sucede con otros personajes más o menos desarrollados. Un acierto de guión que no suele cuidarse en las películas bélicas. Por supuesto hay temas recurrentes como la camaradería, el acercamiento entre contrarios, los prejuicios, la redención,etc, que a veces suenan a “dejavu” pero la mayor parte están bien insertados en la trama. E incluso hay un momento patrio muy hollywoodiense que puede ser interpretado de manera dispar.

Por lo que se refiere a la parte de acción, relativa a los sucesos ocurridos en agosto de 2012, para mi es la parte menos interesante y quizás donde más cojea la película. Pienso que es más un problema de dirección que de guión, pues en mi opinión el ritmo de su descripción es bastante irregular, no genera la suficiente tensión y queda un poco desangelada. Quizás sea un fallo del debutante Adolfo Martínez, el no haber dado un poco mas de brío a esa parte. Por eso me parece tan importante que se hayan cuidado otros aspectos como los mencionados anteriormente que dan suficiente interés y entidad al film.

Es un placer volver a ver en primera linea de fuego, nunca mejor dicho, a Ariadna Gil, que encarna con convicción a la médico protagonista, y junto a ella el omnipresente Roberto Álamo, que, a pesar del entorno violento de la propuesta, saca a relucir su parte más sensible. Junto a ellos, un recién llegado, Raúl Merida, en su papel de inexperto en el frente que tendrá que lidiar con las reticencias de los veteranos, y finalmente Antonio Garrido, en un simpático y convincente papel. Destacar la sorpresa de ver a una recuperada Ruth Gabriel, que tan sorprendente debut hizo hace mas de 20 años en la película de Imanol Uribe “Días Contados”.

El ejercito español es, quien nos lo iba a decir hace 36 años, una de las instituciones mejor valoradas de la sociedad española. Y esta película es un justo homenaje, fiel y sin exageraciones, de la labor que realizan en territorios conflictivos. Y esa descripción de su día a día y su proceder en el frente es lo que más interesa de esta propuesta inédita en nuestro Cine que deja constancia una vez más que puede abarcar a todos los géneros.

Si alguien quiere saber un poco más de los hechos en los que se basa esta ficción, le recomiendo visitar el enlace adjunto.

http://www.outono.net/elentir/2017/01/13/zona-hostil-asi-fueron-los-hechos-reales-en-los-que-se-basa-esta-pelicula-espanola/

Texto: Luis Arrechea.

Lo mejor: La impecable factura del film. La mirada de Álamo a Gil.

Lo peor: La deficiente tensión del tramo final. El momento Viva la Legión.

Valoración:

Banda sonora: 7

Fotografía: 7,5

Interpretación: 7

Dirección: 6,5

Guion: 7,5

Satisfacción: 6,5

NOTA FINAL: 7