Lejos del mundanal ruido

No es Disneyland ni lo pretende, pero el peregrinaje de todo aficionado al anime a los estudios Ghibli situados en Mitaka a las afueras de Tokio es un deber y una experiencia que debe hacerse cuando uno visita Japón. Allí uno se sumerge en los escenarios de clásicos modernos como Mi vecino Totoro, El viaje de Chichiro o El castillo en el cielo. Ahora Ghibli ha realizado su primera coproducción internacional. Hayao Miyazaki se quedó fascinado cuando vio el cortometraje “Father and daughter”, dirigido por el realizador belga Michaël Dudok de Wit, y ganador de un Oscar al mejor Cortometraje y decidió producirle una película para la que le han dado absoluta libertad creativa. El resultado es una nueva joya de la animación moderna, alejada visualmente del look de los films Ghibli y mas cercano al estilo propio de los dibujos de Herge.

Un hombre acaba de naufragar y viaja a la deriva en medio de una tormenta que azota un océano embravecido. Finalmente llega a una isla desierta y rápidamente dedicará todos sus esfuerzos a tratar de salir de ella. Sin embargo, todos los acontecimientos le llevan a fracasar de sus intentos de abandonar la isla, lo que le obligará poco a poco a cambiar su mentalidad y sus objetivos y tratar de adaptarse a un entorno no tan hostil como parecía en un primer momento.

La tortuga roja no tiene un solo dialogo. Y aunque hay instantes del film que podrían haberlos facilitado, en ningún momento se echan de menos. Eso permite aumentar la concentración del espectador y sacar más provecho de lo que estamos viendo. Además el bagaje de sonidos ambientales pasan a primer plano y adquieren gran protagonismo. Y además se potencia el ritmo de la historia. Es una vuelta, relativa, a los orígenes del cine, cuando con menos se podía transmitir lo máximo.

La tendencia de los seres humanos es tratar de regresar a nuestra zona de confort. Todo aquello que nos resulta desconocido es peligroso y lo consideramos una amenaza, lo que conlleva un rechazo inmediato. La tortuga roja es una fábula, como un cuento que hay que contemplar con mentalidad abierta. Obviamente cuando alguien naufraga, el único objetivo es lograr regresar a la “civilización”. El film trata de cambiar las reglas del juego y plantear que sucedería si en vez de huir tratásemos de adaptarnos y convivir en ese entorno al que en principio hemos calificado como inhóspito. Y ese enfrentamiento con la naturaleza se materializa en un animal, una enorme y amenazante tortuga roja con la que el humano se encara. La relación entre ambos evoluciona del rechazo a la atracción y en ese camino hacia un entendimiento la materialización de ese animal cambiará a los ojos del hombre.

La primera parte del film es una adaptación tanto del naufrago como del espectador al entorno de la isla y de la ausencia de diálogos. Una exploración del terreno. Fascinante por la economía de medios pero con una animación sencilla en la que cada plano es deslumbrante. Sentimos la calma del mar y la agresividad del oceano, nos ciega contemplar ese sol abrasador, sentimos la soledad de la isla cuando cae la luz del día. Con un uso de la música del compositor Laurent Perez del Mar que acompaña pero que no pretende adquirir protagonismo ni sustituir a los diálogos. En esta primera parte nuestro “Robinson Crusoe” tomará la medida de la isla y rápidamente pondrá manos a la obra para tratar de salir de ella. En la segunda parte y con la aparición de la tortuga, se producirá un hecho que cambiará la forma de pensar del humano, iniciándose una cambio en las relaciones con la naturaleza del entono, en sus bondades y en sus peligros. Un nuevo ciclo vital inesperado que no estaba en el guión.

Michaël Dudok de Wit afirma haberse inspirado en el trazo de Herge, creador de Tintín, para dibujar su historia. Muy lejos del look presente en los títulos de Ghibli pero compartiendo la idea de contar un relato que mezcla la aventura, la lucha supervivencia, un mensaje ecologista y una enseñanza vital. El resultado es una de las mejores películas de animación, o no, de la temporada.

Una experiencia para ver en silencio en una pantalla de Cine, para dejarse atrapar por los sonidos de la naturaleza y por la fascinación que transmiten unas imágenes en las que cada plano es plenamente expresivo, no superfluo, con un ritmo preciso, y un mensaje de respeto y comunión del hombre con la naturaleza en todo su esplendor. Un nuevo regalo de los estudios Ghibli.

Texto: Luis Arrechea.

LO MEJOR: La fascinación que produce en el espectador lo que esta viendo. El mensaje que transmite.

LO PEOR: No dejarse llevar por el tono fabulador y pretender encontrarle una explicación lógica a la historia.

VALORACIÓN:

Fotografía: 8

Banda Sonora: 8

Dirección: 8,5

Guión: 8

Satisfacción: 8,5

NOTA FINAL: 8,2