O cuando cualquier ayuda es válida

Entrar virgen a ver el último título de J.A. Bayona es poco menos que pretender traer la Luna con un pizzero; es Lo Imposible ;-)), máxime por el continuo bombardeo que sufrimos con las promociones. Además, las connotaciones de quien la ha visto, aunque poco, también nos van condicionando en mayor o menor medida. Conseguido medianamente el primer punto, entro a ver un film de magnífica factura, impecable diría yo si tuviese el más mínimo conocimiento cinematográfico (del otro, tampoco tengo, no sufran), con mucha potencia visual y una música que atempera cada momento, dando como resultado un producto de muy alta calidad, brillante, que escarba en los sentimientos profundos sin ni tan siquiera tocar una sensiblería de la que es constantemente acusado el director. Por mucho que pese en este país cainita, donde preferimos siempre el triunfo de los de fuera y que negamos el pan y la sal a los nuestros, JUAN ANTONIO GARCIA BAYONA, es uno de los grandes talentos que tenemos con nuestro pasaporte.

Aunque quiero ver una historia triste (las lágrimas de algunos críticos me hacían pensar que era peor que la última Cena) que amartilla constantemente los estereotipos sobre enfermedades, soledad y más detalles que no daré, me encuentro con una historia que a través de tres acuarelas narradas me van desgranando muchos de los matices que se van presentando y que me demuestra que dejar la lucha, buscar lo mejor, aunque sea más doloroso, es humanamente lógico, un mecanismo de defensa que hace que te aferres cuando ya no hay solución posible. La elección de Lewis MacDougall para el papel de Connor ha sido, aparte de dimensiones bíblicas, todo un reto porque quiero entender que la relación que se busca no es el llanto desconsolado ante un futuro cierto, sino una rabia contenida, una ira interna que nunca llega a explotar ante la certera y cruel imposibilidad de no poder hacer nada. Llorar es más fácil que mostrar ira o rabia y no sirve con hacer pucheros.

Rasgar sentimientos es muy difícil. Siempre habrá alguien al que le parezca sensiblería barata, ñoñería que busca una lágrima fácil o un sentimiento barato, y me niego a dar ese paso básicamente porque hay situaciones de las que, sabiendo su futuro cierto, nos alejamos a pasos agigantados, temiendo lo que sabemos que llegará. El guión, Bayona y el plantel lo consiguen. Consiguen que emocione, que haga propias muchas vivencias que he tenido a lo largo de los años, como cuando no ves partir a alguien hasta que ha visto a determinada persona, aunque en su estado de semiinconsciencia pocos crean que lo puede apreciar, despidiéndose en ese mismo momento. Y es lo que le pasa a Connor. Con 13 años ha de llevar una vida distinta a la que le correspondería por edad; sin edad para ser niño, pero mucho menos edad para ser un hombre que está vigilado de cerca por una extraordinaria abuela, Sigourney Weaver, que sufre lo que un padre jamás debe sufrir: sobrevivir a un hijo. Con esto las relaciones entre ellos, el padre que ha rehecho su vida y el resto de su entorno lo llevan a buscar refugio en un monstruo que lo visita y que le muestra distintos puntos a los que enfrentarse.

Mención especial para los tres que faltan: el Árbol (un Tejo) interpretado por un atronador, profundo y cavernoso Liam Neeson con la técnica de “motion capture”, que llena con su voz y presencia cualquier hueco que pudiera quedar fuera de nuestra atención, fuera de nuestro ámbito de lógica y aplastante realidad; Felicity Jones (todos queremos una Felicity en nuestra vida, todos queremos una Felicity en nuestras películas) está brillante de principio a fin mostrando la involución de la mujer en detrimento de la evolución de la enfermedad; y finalmente el padre, que viene de pasada y al que Connor no entiende en algunos aspectos y del que tampoco acepta otra realidad: que simplemente ha venido a cumplir el expediente, a decir adiós a la madre de uno de sus hijos y al que le coges cariño porque es, simplemente, un padre divorciado.

Texto: Fran Camacho.

Lo mejor: Una Historia sensible que hurga en tu ser, grandiosa fotografía y trabajo actoral brillante. Unos juegos de miradas que inundan la pantalla más allá de un simple duelo interpretativo.

Lo peor: La lentitud con la que se va desarrollando que lleva muchas veces a la exasperación y a que se tome como un folletín. No lo es.

VALORACIÓN:

Fotografía: 9

Banda Sonora: 9

Interpretación: 9

Dirección: 9

Guión: 9

Satisfacción: 9

NOTA FINAL: 9