JUICIO NIÑOS ROBADOS

"En 1948 siempre se bautizaba a los niños que iban a morir y a Engracia no"

En los juzgados de Zaragoza se ha celebrado el primer juicio civil por el caso de los niños robados. Pilar Ortiz ha llevado ante la juez Ventura la muerte de su hermana gemela, ya que sospecha que no falleció y que fue entregada a otros padres. Para ello ha presentado los certificados en los que no aparece ni su entierro ni el bautizo.

Zaragoza.- En 1948, Felisa Guerrero llegó sola de Sos del Rey Católico al Hospital Provincial de Zaragoza para dar a luz. Sus dos hijas, Pilar y Engracia, nacieron vivas, pero a los días les informó su médico que una de ellas había muerto.

Una trágica noticia que se creyó el matrimonio hasta el día de su muerte, pero en los papeleos típicos de los testamentos observaron que en el registro de defunción de la pequeña Engracia había una serie de irregularidades. Entre ellas, que la niña tardó dos días en ser registrada como fallecida.

Este supuesto caso de niños robados se ha convertido en el primer juicio por lo civil celebrado en Aragón. Durante la vista han comparecido ante la magistrada del Juzgado de Primera Instancia número 21 de la capital aragonesa, Victoria Ventura, el marido de la demandante, Pilar Ortiz. Éste ha detallado ante la juez el periplo realizado durante más de siete años por los distintos registros para esclarecer los hechos.

El hombre, que ha mostrado su convencimiento de que Engracia está viva y se dio a otro matrimonio, ha señalado que lo primero que hicieron fue ir al cementerio de Torrero, donde supuestamente deberían de haber enterrado a la niña, pero que “en tres ocasiones” les dijeron que no hubo ningún funeral. Fue tal la desesperación que llegaron a ir al camposanto de la Cartuja –muy próximo a la ciudad–, pero que allí también recibieron un no como respuesta.

Posteriormente fueron al oratorio de centro hospitalario donde parió que, en 1948 estaba regentado por curas y monjas. El sacerdote les dijo de palabra, en un principio, y posteriormente con los documentos delante, que no había registro de bautismo ni de defunción alguno. Algo que extraña a la familia querellante, ya que “en aquella época se bautizaba a todas las personas en peligro de muerte y a Engracia no se hizo”, ha señalado el marido Pilar.

Otra de las posibilidades que barajó esta familia era que hubiese sido donado a la ciencia, pero los forenses del Instituto de Medicina Legal de Aragón rechazaron esta idea porque “un feto de poco días tiene los tejidos muy blancos y no se puede estudiar con él”. No obstante, no se quedaron aquí y pidieron los documentos pertinentes, observando que el nombre de Engracia Ortiz Guerrero tampoco estaba escrito.

En los únicos documentos en los que sí sale dicho fallecimiento es en los realizados por el médico que atendió a la parturienta y el realizado en la Diputación Provincial de Zaragoza, administración a la que estaba inscrito el hospital.

La actual responsable del archivo en el que se encuentran estos documentos ha reconocido que la forma de señalar que la bebé había muerto, es muy diferente a la de otros casos, pero que en la época “la forma de proceder no era homogénea”. Algo que ha quedado patente durante la vista oral en la que se han mostrado otros certificados en los que a los niños muertos se les señalaba con un “tampón negro con una cruz que identificaba su muerte”.

Uno de los libros que no se ha podido analizar ha sido el perteneciente al de la planta cuarta del Hospital Provincial de Zaragoza. Da la casualidad que en éste, que está desaparecido, aparecen los apadrinamientos que se realizaron en aquél momento.

Por todo ello, ahora piden que a su hermana Engracia dejen de considerarla muerta y seguir investigando su paradero. Desde el Ministerio Fiscal se deniega dicha acción porque se considera que “todo está basado en conjeturas”.