El fantasma del trasvase

La Comisión de Seguimiento de las Obras del Pacto del Agua se ha vuelto a reunir tras más de dos años sin convocarse. Lo ha hecho para revisar el desarrollo de las obras y tratar de impulsar las más prioritarias para la Comunidad. El encuentro se ha saldado con las promesas de que Yesa estará en el año 2015 y con la licitación de Biscarrués antes del 31 de diciembre, siempre que la balsa de Almudévar haya superado la Declaración de Impacto Ambiental.

La Comisión de Seguimiento de las Obras del Pacto del Agua se ha vuelto a reunir tras más de dos años sin convocarse. Lo ha hecho para revisar el desarrollo de las obras y tratar de impulsar las más prioritarias para la Comunidad. El encuentro se ha saldado con las promesas de que Yesa estará en el año 2015 y con la licitación de Biscarrués antes del 31 de diciembre, siempre que la balsa de Almudévar haya superado la Declaración de Impacto Ambiental.

Anuncios realizados por el Gobierno central que ponen de manifiesto la apuesta clara y decidida por acelerar el Pacto del Agua. Algo que buena falta hace después de comprobar que tras 20 años solo se ha llevado a cabo el 41,3% de la inversión prevista.

Hay que lamentar que el impulso del Ejecutivo de Mariano Rajoy se produzca en un momento donde la economía no vive su mejor momento y donde las arcas públicas se encuentran más vacías que nunca. Los compromisos políticos alcanzados este miércoles deben tener reflejo en los Presupuestos Generales del Estado, algo que parece que no sucederá.

Para Yesa está previsto que se destinen 10 millones de euros más este año, pero el Partido Popular no enmendará las cuentas para que aparezcan contemplados. Habrá que esperar entonces a que el anuncio se cumpla y no pase igual que con otras promesas y plazos que ha dado el Estado a lo largo de su historia. La ejecución en esta infraestructura, al igual que en el resto, debe ser del 100% y ni un céntimo de la partida debe quedar en el Ministerio.

Aragón vive una situación alarmante de sequía, que podría no haber sido tan grave si las obras largamente reivindicadas por la Comunidad hubiesen estado hechas, tal y como debería haber sido de cumplirse los plazos establecidos.

Por el bien de esta Comunidad, el Gobierno central debe cumplir desde ya con los cronogramas y calendarios que ponga encima de la mesa. Si antes estas infraestructuras eran necesarias, ahora son imprescindibles para una Comunidad donde no sobra ni una sola gota de agua.

Por mucho que les pese a algunos políticos, en Aragón el agua es un bien escaso y la gestión de la reserva hídrica debe ser el mecanismo para ahuyentar a los viejos fantasmas del trasvase del Ebro. Una medida impopular que lejos de estar ya enterrada parece tan viva como siempre. Nada le costaba este miércoles al ministro negar un posible trasvase. Sin embargo, ha preferido jugar a la ambigüedad política y dejar abierta la puerta a cualquier planteamiento que permita garantizar el agua en todos los territorios.

El Partido Popular no lleva en su programa electoral el trasvase del Ebro y desde hace años se niega tal posibilidad. Sin embargo, también se oponían a la subida del IVA y el año que viene se volverá a incrementar. El Gobierno de Aragón debe hacer valer su peso en Madrid y pedir al Estado que, de una vez por todas, deje de marear la perdiz y explique claramente si entre las posibilidades que analiza se encuentra la de transferir un agua que aquí también hace falta.