Aprendiendo a ser niño para saber ser mayor

De pequeños vamos creando nuestra escala de valores. Amistad, empatía, solidaridad, felicidad. De ellos dependerá en gran medida nuestro crecimiento y cómo nos comportemos cuando seamos adultos, valores que se reflejan en la historia de Edu y Orfeón. "El regalo de..." es un cuento lleno de magia y aprendizaje. Un cuento lleno de vida.

Zaragoza.- Nadie dijo que ser niño fuera fácil. Tampoco nadie nos dijo que sería tan bonito. Tan intenso. Cuando somos pequeños nuestros ojos miran de otra forma, quizá no tan ingenua como parece, pero sí más pura.

De ingenuidad, pero también de esperanza, de solidaridad, de amistad y empatía se habla en el cuento "El regalo de...", en el que la psicóloga Antonia Lafoz Garcés reflexiona sobre el papel de las competencias sociales y emocionales de los niños, la comunicación verbal y no verbal. En definitiva, inteligencia emocional. “También tuve mucho en cuenta el restaurar la imagen del profesor, que se está desautorizando mucho”, afirma.

“El regalo de…” cuenta la historia de Edu y Orfeón, un niño y un espantapájaros unidos por un vínculo especial. Cada lector deberá descubrir qué sucede con ellos, entre ellos, y cómo se desarrolla este encuentro. “Quizá haya que cuestionarse que también hay que formar a los profesores en inteligencia emocional, de manera que sean conscientes de que no sólo el niño tiene que expresar sus emociones y canalizarlas de una forma adecuada, sino que también hay que ayudar al profesor para que pueda servir de modelo para ello”, indica Lafoz.

En el camino que emprende este niño con sus amigos, los más pequeños aprenderán a vencer los posibles obstáculos que puedan encontrar en su relación con los demás y a identificarse con unos personajes muy cercanos a su realidad infantil, pero también a la de los mayores. La autora pretende, con esta publicación, que tanto padres como educadores encuentren una herramienta para trabajar. “Quiero transmitir una cercanía del profesor y que se empiece a hablar en los hogares de un profesor que va en paralelo a la educación”, añade.

Las ilustraciones, realizadas en acuarela y creadas exclusivamente para el libro por la ilustradora Mamen Teresa Trol, acompañan al texto en una perfecta comunión entre ambas, que se nutren y crecen a la vez formando un conjunto homogéneo y sin fisuras. Su autora trabajó mano a mano con la psicóloga para crear los personajes, todos ellos con características propias y elementos ilustrativos diferenciados.

Formato cuento

Hemos crecido con cuentos. Los cuentos han acompañado nuestra infancia y han ido generando nuestros valores. Conocemos el significado del esfuerzo a través de los tres cerditos, qué supone holgazanear gracias a la cigarra y la hormiga. “Sin cuentos no nos sentaríamos con los niños y les diríamos, ‘vamos a reflexionar sobre la amistad, sobre la responsabilidad en el trabajo’. Es un nexo de unión para padres y niños”, subraya Lafoz.

Orfeón es un espantapájaros que descubrirá con Edu nuevos valores
Orfeón es un espantapájaros que descubrirá con Edu nuevos valores

Lo importante, dice la autora, es que a un niño no le puedes decir cómo tiene que expresar sus sentimientos desde un vocabulario de adulto. “A través del cuento se puede ayudar a expresar sus emociones y a conocer al niño. Vas a ver si conoce a su alrededor a otro niño que está teniendo ese problema, y lo va a poder manifestar, porque a través del cuento es un momento en el que no hay tensión y es algo lúdico, agradable y para los padres es una oportunidad para poder conocer al niño a través de los personajes”.

Esta relación entre padres y niños viene a reforzarse gracias a esta historia y al proceso que Edu y Orfeón llevan a cabo para desarrollar su amistad. “Muchas veces, cuando el niño tiene un problema y no sabes qué decirle porque crees que puedes equivocarte, si tiene un modelo o un personaje de referencia de un cuento, le puedes decir: te acuerdas cómo resolvió Edu, qué hizo Edu en el cuento…”, explica la psicóloga. Y es que, en ocasiones sucede que los padres se anticipan a la toma de decisiones del hijo. “Tan malo es un estilo permisivo como uno autoritario. Si no permitimos que el niño exprese sus emociones y le queremos proteger de esas emociones, no va a crecer satisfactoriamente, su desarrollo personal no va a estar fortalecido porque no le hemos permitido gestionar esas emociones. Nos hemos adelantado al sufrimiento. El cuento facilita de alguna forma que desde la distancia se traten los temas que más pueden afectar al pequeño en un momento determinado”, resume.

Los contrastes

Los personajes de “El regalo de…” contrastan entre ellos de forma clara y necesaria. Edu se presenta débil físicamente pero fuerte emocionalmente, es capaz de afrontar los problemas, tolerante con las críticas y las discrepancias con los demás, actúa de forma coherente con sus valores y creencias, y es sensible ante las necesidades de los demás, siempre está dispuesto a ofrecer su ayuda.

Sin embargo, Orfeón está preparado para el trabajo y es capaz de realizarlo bien, pero es débil emocionalmente, se siente solo, infeliz, atemorizado y rechazado. Anticipa consecuencias negativas con los demás y, por tanto, evita las relaciones personales. Además, tiene problemas para saber comunicar sus necesidades.

Y no siempre el ser fuerte físicamente tiene que implicar debilidad emocional. “Cuántas veces, en la edad adulta, encontramos profesionales que en sus trabajos no tienen problemas pero eso no indica que sean buenos padres o buenos amigos, o que su vida personal sea un fracaso… Quizá no saben gestionar esas emociones”, apunta Lafoz. De ahí la importancia de trabajar desde la infancia. “Vayamos a la prevención y no a la terapia final”, asevera la psicóloga. “Tenemos que conseguir que los niños, desde pequeños, sepan reconocer el valor de la solidaridad, de la amistad, del compromiso. De cómo también puedes formar parte de la felicidad de los demás y eres responsable de alguna forma de ella”, expresa Lafoz.

Lo que ocurre, en ocasiones, es que proyectamos nuestras debilidades en los demás. “Si me considero tímido haré pocas cosas para que se comuniquen conmigo”. Por eso, la autora de este cuento pone la alerta sobre las etiquetas. “Sin darnos cuenta, en la propia familia decimos: mi niño es hiperactivo, y con eso ya está todo justificado. Ese niño ya crece con una etiqueta puesta y desprenderse de eso es muy difícil. Luego vienen los fracasos escolares y justificados, ‘porque es hiperactivo’, ‘porque es obsesivo’. A lo mejor eso es fruto de unos esquemas mentales que has creado en función de los mensajes que has recibido. Si yo recibo un mensaje en el que me puedo relacionar bien y lo que recibo de los demás es una buena comunicación hacia mí tendré una conducta pro-social”, señala Lafoz.

Imagen de la presentación del cuento en la FNAC
Imagen de la presentación del cuento en la FNAC

Coherencia y compromiso son otros dos valores que pone de manifiesto este cuento. “Se ve el compromiso de la profesora, que no sólo promete algo sino que lo cumple. De ahí nace la esperanza. Tú tienes esperanza en cuanto a que quien te está transmitiendo es una persona que te está asegurando que algo que te está prometiendo es posible que se cumpla”.

El papel del mediador

Actualmente, se está intentando potenciar en los colegios el papal de mediador, que puede favorecer las competencias sociales de otro niño. El mediador, sin embargo, debe tener una buena estabilidad emocional, sentido de pertenencia. Porque los niños, al fin y al cabo, no quieren perder el grupo de iguales y terminan cuestionándose si vale la pena hacer según qué movimiento y poder perder a los compañeros por ello. “La toma de decisión es importante y para eso el niño tiene que tener una escala de valores muy fuerte y mucho apoyo en su entorno más inmediato”, apunta Lafoz.

Por eso, añade, si los valores del niño están bien establecidos y se fortalecen, será mucho más fácil tomar decisiones “porque lo tiene claro, y sabe que al que sufre hay que ayudarle. Y eso será más fácil para un niño que haya crecido donde los mensajes que haya recibido sean los de la solidaridad”.

La moraleja

Llegados a este punto el lector no conocerá el argumento del libro (porque cada uno deberá descubrirlo en la lectura del cuento) pero quizá pueda entender, cuando lo lea, los comportamientos de Edu y Orfeón. “El cuento facilitará en el niño que lo lea conductas distintas a las del acoso escolar. Posiblemente un niño que lea eso se va a cuestionar mucho el atacar a otro que está marginado, llorando o indefenso. Como herramienta psicopedagógica es muy interesante”, indica Lafoz.

La idea es introducirlo en colegios como apoyo y herramienta. “Que pueda estar a disposición en los centros para trabajar primero los profesores y también que llegue a los hogares. Es una lectura que no deja indiferente”, afirma Lafoz.

Lo importante, afirma la autora, es que cada uno saca su propia conclusión del cuento en función de las experiencias vividas. Y tras su lectura, al niño le quedarán impresos sentimientos de felicidad y de alegría. “Hay que darse una oportunidad de hacer feliz al otro, es un cuento para tener en cuenta al prójimo, que lo tenemos cercano y, a veces, ni lo miramos. Para ponerse en el lugar del otro”.

Edu y Orfeón recorren juntos un camino en el que aprenderán muchas cosas
Edu y Orfeón recorren juntos un camino en el que aprenderán muchas cosas

“Permitamos que los niños expresen sus emociones”, dice Antonia. “Si un niño viene a casa con un problema y para que no sufra los padres le dicen que no pasa nada y que no tiene importancia, el niño no te va a contar nada más, porque para él sí la tiene, estamos perdiendo la escucha activa”. Y por eso Antonia tiene claro el mensaje hacia los padres: “Escucha al niño, déjale que se exprese y te contará más cosas. Si los juicios de valor son negativos porque quieres tener un niño perfecto, vas a conseguir ese niño, ante ese juicio de valor, deje de contártelo y empezará a ser un niño mentiroso. Y cuando mi padre me diga cómo he reaccionado en el cole en un momento determinado, si lo que ellos esperan de mí es diferente a lo que yo he hecho, les voy a mentir. Y entonces nos quejaremos de que de mayores son niños mentirosos”, señala.

Por eso es fundamental que no desaparezca la esperanza, que aprendamos a desarrollar nuestra empatía, a tratar a los demás como merecen y a darles lo mejor de nosotros. Porque todo vuelve. Porque sin amistad, solidaridad e inteligencia emocional no podremos vivir, ni disfrutar de la vida, y con esos valores fuertes y arraigados crecemos por dentro, aún siendo pequeños, para llegar a ser grandes, también por dentro, cuando seamos mayores.