ASESINATO EN ZUERA

La defensa de Corbalán propone al Jurado un homicidio imprudente

Este viernes finaliza el juicio por la muerte del preso supuestamente asesinado por dos reos de la cárcel de Zuera. La fiscal y la abogada de la acusación, Olga Oseira, mantienen que existió asesinato. Frente a ellos, está la defensa del principal acusado que sostiene un homicidio imprudente y la del otro que lo considera inocente.

Zaragoza.- Después de cuatro días de juicio con sesiones de mañana y tarde, este viernes el Jurado Popular decidirá si Santiago Domínguez Corbalán y Luis Rogelio Valido son culpables o inocentes de la muerte de Antonio Giménez, su compañero de módulo de la cárcel de Zuera (Zaragoza).

Los nueve hombres y mujeres del pueblo elegidos para este caso no impondrán penas de cárcel, en el que caso de los consideren culpables, porque eso lo hará el magistrado presidente, pero sí tienen en sus manos decidir si todo fue un asesinato o un homicidio imprudente.

La representante del Ministerio Fiscal y la abogada de la acusación particular, Olga Oseira, mantienen que Domínguez Corbalán lo mató con alevosía y con la cooperación de Valido, por lo que piden 20 años de prisión. Pena muy distinta a la mantenida por las defensas.

Concretamente, el letrado del principal acusado, José Álvarez Domínguez, ha considerado que todo fue un homicidio imprudente -pena máxima de cuatro años-, aunque ha presentado subsidiariamente la posibilidad del homicidio -pena máxima de quince años-, que sería estar menos tiempo en la cárcel que con el asesinato. No obstante, para conseguir reducir los años máximos presenta dos eximentes de legítima defensa y miedo insuperable, además de la atenuante de arrebato u obcecación.

Por su parte, el abogado del procesado que, presuntamente, actuó como cooperante, Rafael López Garballo, mantiene que él no participó y, por ello, sugiere la libre absolución para su procesado.

En este caso, no está en juego sólo la culpabilidad o no de los encausados, sino si hubo alguna responsabilidad por parte del Centro Penitenciario de Zuera, ya que la puñalada se realizó con un pincho carcelario en la celda de la víctima. De hecho, instan al Estado a pagar indemnizaciones de 144.000 y 208.000 euros, aunque su abogado mantiene que la seguridad estaba garantizada.

¿Legítima defensa o asesinado por sorpresa?

Los hechos exactos nunca se sabrán, pero durante estos días se ha intentado reconstruir ante los miembros del Jurado cómo pudieron suceder. Algo importante para decidir si fue un asesinato u homicidio.

Todo ocurrió en febrero de 2010 cuando Santiago y Antonio tuvieron una agria discusión por un cigarro, retándole la víctima al acusado para que fueran a los “tigres” -eferencia que los internos tienen de los baños para pelearse al no existir cámaras de seguridad-.

Esto provocó, según las reconstrucciones de la Guardia Civil, de los forenses y de algún recluso testigo, que Santiago urdiera un plan con Luis Rogelio Valido para matar a la víctima.

Utilizando la siesta, los dos procesados fueron hacia la celda de Antonio y, aprovechando que estaba boca arriba y somnoliento, le agarró con fuerza de la cabeza, le tapó la boca para evitar pedir auxilio y le asestó un fuerte pinchazo con un objeto punzante en el hemitórax izquierdo que le provocó una agónica muerte por desangro.

El finado no perdió la vida en el momento, por lo que llegó incluso a levantarse y forcejear con Santiago, si bien, dada la gravedad de la lesión, volvió a caer sobre la cama. Mientras ocurrían estos hechos, Luis Rogelio se encontraba realizando las labores de vigilancia en las puertas del módulo.

Esta versión no es compartida por los acusados, ni por los peritos aportados por sus abogados defensores, quienes mantienen que Santiago fue a pedir perdón a Antonio y que él se levantó y le intentó clavar el pincho carcelario, pero que en medio de la pelea se lo asestó a la víctima.

Por su parte, Luis Rogelio, admite que durmió con Santiago, pero porque se conocían de su estancia anterior en otra cárcel y que no planearon nada. Es más, dice que estaba cerca del lugar de los hechos porque iba a hacer un recado que le había pedido otro reo.