El Museo de Zaragoza redescubre a Mariano Barbasán

La faceta más humana y artística del zaragozano Mariano Barbasán se muestra en el Museo de Zaragoza. Una exposición compuesta por 26 obras, entre fotografías, obra gráfica, escultura y acuarelas que llega a este espacio expositivo en su afán de continuar ampliando sus áreas monográficas a los grandes artistas aragoneses.

Zaragoza.- Se formó en la Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia, donde conoció a Sorolla, pero Mariano Barbasán (1824-1924) alcanzó su plenitud artística en Roma, donde pasó treinta años. Ahora, su faceta profesional y la más humana se muestra en el Museo de Zaragoza.

Esto es posible gracias a una exposición formada por 26 obras, casi todas inéditas, entre fotografías, obra gráfica, óleos, escultura y acuarelas que han sido seleccionadas del fondo permanente del museo dentro de su política de volver a dedicar las mejores salas a los grandes pintores aragoneses como Goya, Pradilla, Unceta, Gárate y Marín Bagüés, tal y como ha señalado el director general de Patrimonio, Javier Callizo.

Entre los óleos expuestos figuran dos paisajes dedicados por Barbasán a Marcelino de Unceta y varias vistas de la localidad italiana de Anticoli Corrado. Esta parte se completa con dos obras de tema histórico, género al que no era muy dado, como “Sueño de San José” y la acuarela que lleva por título “La Ejecución de Lanuza” con las que consiguió la beca de pensionado que otorgaba la Diputación Provincial de Zaragoza para completar su formación en Roma.

Callizo ha destacado la doble importancia de la colección porque, por un lado, el artista zaragozano vuelve a tener un espacio en este museo y, por otro, “permite entender al Mariano Barbasán pintor, pero también a su personaje”.

Su formación cultural, su sentido del humor y sus pasiones, como Roma o la mujer de su mejor amigo, se dejan al descubierto en una serie de 18 cartas, ilustradas por el propio artista, que fueron enviadas por el mismo desde Roma entre los años 1887 y 1893, ha explicado el director del Museo de Zaragoza, Miguel Beltrán.

Es “escueta”, ha afirmado, pero “muy significativa” porque el visitante puede recorrer toda la peripecia de Barbasán y contemplar la evolución de su trayectoria que alcanza su plenitud en Italia, a donde viajan muchos de sus coetáneos aragoneses, y su vuelta a Zaragoza “cuando se acerca el momento final”. “Es una historia romántica de amores y pasiones que podemos descubrir a lo largo de la exposición”, ha añadido.

Se trata de la primera vez, con excepción de "La ejecución del Justicia", que estas obras se exhiben en el Museo de Zaragoza. El objetivo, ha apuntado su director, es poder renovar esta sala cada tres o cuatro meses con más producción.