El significado de ser mairalesa

Regentar el título de mairalesa es, para muchas oscenses, un sueño hecho realidad. La tradición y el honor de representar a cada barrio de Huesca se alzan como los valores imperantes entre las 28 jóvenes que hacen gala de la belleza laurentina.

Huesca.- Ser mairalesa es una de las tradiciones laurentinas más arraigadas. Cada año, un total de 28 jóvenes regentan este título que pasean con honor y satisfacción durante la festividad de San Lorenzo. Los vestidos vaporosos y elegantes son la seña de identidad de estas reinas de fiestas que realizan su puesta de largo en la mañana del 9 de agosto.

El título de mairalesa dura el año de su elección pero la época de mayor efervescencia se vive durante la semana de San Lorenzo. Siete días en los que las “princesas laurentinas” acuden a los actos más importantes de la programación con el fin último de representar a los oscenses. Tanto los actos institucionales como lúdicos de mayor interés, cuentan con la presencia de las mairalesas.

Las reinas de la festividad oscense responden a diferentes edades. Se dividen en mairalesas mayores y mairalesas pequeñas. Las más mayores representan la experiencia mientras que las pequeñas son la imagen de la inocencia. Como si de un cuento de hadas se tratase, se sienten princesas de las fiestas de San Lorenzo. Durante siete días, ellas también son las protagonistas.

Una elección difícil

La elección de las mairalesas no es algo aleatorio. Cada barrio de la capital oscense cuenta con, al menos, la representación de una mairalesa mayor y una pequeña. Para las asociaciones de vecinos, contar con esta representatividad es importante y distintivo.

Antes del comienzo de las fiestas de San Lorenzo, cada barrio elige a sus mairalesas durante las festividades de su zona. Para su elección existe un consenso entre las personas del barrio encargadas de desempeñar esta labor. Se reúnen, meditan e intercambian opiniones. La belleza es el ingrediente que prima en esta elección.

Una vez se ha tomado la decisión toca hacer partícipe a la afortunada. Si bien es cierto que para la mayoría de jóvenes oscenses ser mairalesa es significado de distinción, hay muchas otras que declinan esta oferta debido al tiempo y dinero que hay que invertir en ser mairalesa. Nadie dijo que ser mairalesa fuese tarea fácil.

El precio del reinado

Cada acto tiene un protocolo y cada protocolo exige una vestimenta adecuada para la ocasión. Por ello, ser mairalesa tiene un precio. Para cada día, estas reinas de fiestas tienen que adecuarse al acto y vestirse de manera correcta además de tradicional. Para ser mairalesa también existen reglas aunque se cumplen con fervor y ganas puesto que la tradición y el honor de serlo superan cualquier precio.

Las mairalesas acuden a diferentes actos y visitan instituciones importantes como la Diputación Provincial

Cada día se caracteriza por un vestido diferente. Mercedes Beired, acompañante de las jóvenes mairalesas durante todo San Lorenzo, destaca “la importancia de tener todos los vestido listos antes del comienzo de las fiestas. Cada día tienen que llevar una cosa distinta según el acto al que acudan”.

El día 9 de agosto representa la puesta de largo de las jóvenes mairalesas. Todos los vestidos de ese día responden a un mismo patrón: largos y de color blanco. El pelo se lleva recogido en un moño y adornado con unas flores. Su imagen recuerda a la de una princesa de cuento; los trajes tan llamativos dan pie a ello. Como si de un verdadero cuento se tratase, pasean en carroza por las calles de la ciudad. Es en el momento en el que los vestidos se alzan como los verdaderos protagonistas. El coste de los mismos es muy elevado puesto que la mayoría de ellos se realizan en modistas o se compran en boutiques especializadas en trajes de novia.

Las mañanas del día 10 y del 15 de agosto representan las jornadas de la tradición y devoción por el patrón de Huesca. Respondiendo a esa tradición laurentina, las jóvenes mairalesas acuden a la procesión y misa de San Lorenzo con los trajes regionales. El que prima es el traje de baturra. “El precio de un traje regional es muy elevado. Son pocas las mairalesas que tiene uno propio por lo que la mayoría de las veces los alquilan en alguna tienda” asegura Beired.

La feria taurina es otro de los actos más importantes y con mayor peso en estas fiestas por lo que la asistencia de las mairalesas es obligada. Para las tardes de toros el protocolo se rige, tan sólo, en llevar mantilla o sombrero. El traje no tiene que ser específico sino que “puede ser cualquier tipo de vestido siempre y cuando sea de mediana largura”, afirma Beired.

Los trajes regionales son su seña de indetidad en la mañana del 10 de agosto

A lo largo de siete jornadas, las mairalesas lucen casi una docena de vestidos diferentes. Un desfile laurentino que atrae las miradas de oscenses y visitantes. El precio global al que ascienden todos los vestidos es aleatorio pero no reducido. Según Beired, “lo que cada mairalesa se gaste depende del presupuesto personal de cada una. En los tiempos que corren no tienen que gastarse tanto dinero como hace veinte años ya que pueden comprar muchos de los vestidos en cualquier tienda mayorista. Antes se acudía a la modista para hacer los vestido”.

Así, el precio de todos los vestidos asciende, comúnmente, a más de 2.000 euros si se tienen en cuenta los vestidos, las sesiones de peluquería y maquillaje además de los zapatos y complementos. A este precio de unen los trajes tradicionales, sobre todo de baturra y ansotana, cuyo precio “engorda” mucho la cifra final.

Mairalesas: seña de identidad oscense

Las mairalesas son una figura imperante en ese espíritu que llaman “laurentino” pues son ellas las que coronan el balcón el día 9 de agosto y las que desfilan sus mejores galas delante de San Lorenzo. Para una mairalesa, vivir San Lorenzo desde esta perspectiva supone lo mismo que para un danzante vestir la manteleta el día 10 de agosto. Son seña de identidad oscense y, en muchas ocasiones, es una tradición que se ha ido heredando de madres a hijas. Ser mairalesa no es sólo un título, es cuestión de honor y sentimiento.