Afrontar el cáncer con música

La música no cura a los enfermos de cáncer pero sí les ayuda a llevar mejor el tratamiento y aumentar su calidad de vida. Ésa es la premisa de la musicoterapia oncológica, unas sesiones que poco a poco van tomando fuerza. En ellas, enfermo y familiares aprenden a expresar sus emociones con la ayuda de la música que ha marcado sus vidas.

Zaragoza.- Recibir la noticia de que se padece cáncer siempre es duro. Se trata de un momento amargo y aterrador, tanto para quien lo sufre como para los familiares que acompañarán en la enfermedad. La medicina cada vez aporta más soluciones, aunque no siempre se consigue superar. Los tratamientos, además, se centran en las carencias físicas, pero, ¿qué pasa con las emociones? No siempre las palabras saben expresar lo que sentimos. A veces necesitamos una ayuda externa; un canal capaz de “tocar” nuestros sentimientos y expresárselos a los demás. Un lenguaje universal como es la música.

Y de ello, de apoyar con música a los enfermos de cáncer, es precisamente de lo que se encarga la musicoterapia oncológica, una disciplina que poco a poco va tomando fuerza en algunos hospitales españoles. Estas sesiones no curan, pero sí ayudan a sentirse mejor. “No sólo lo físico se cura, el estado emocional y mental del paciente es muy importante y esto afecta a cómo se recibe el tratamiento”, explica la musicoterapeuta Ana Isabel Ripa.

Ripa es una de los pocos musicoterapeutas que ejercen en la Comunidad, principalmente en Teruel. Se dedica a ello desde hace años y asegura que hay estudios que demuestran los beneficios de este tratamiento. “La gente que hace esta terapia se encuentra mejor consigo misma, con su familia y su entorno. Ganan en bienestar”, asevera.

Hablar con música

Pero, ¿en qué consiste la musicoterapia? El objetivo es utilizar la música como fórmula de comunicación, para que el paciente exprese todo lo que lleva dentro y aprenda a afrontar mejor su enfermedad. Como es lógico, en este proceso se necesita la colaboración de los familiares, por lo que es una terapia colectiva. “Lo primero que hacemos es ir recogido la historia sonoromusical de cada paciente, es decir, vemos qué sonidos y músicas han significado algo en su vida y nos pueden servir como material”, explica la experta.

A partir de ahí, y dependiendo siempre del estado de ánimo del enfermo, se cuenta con varias técnicas para que paciente y familiares repasen sus alegrías y méritos o expresen sus miedos y dudas. “Se habla muy poco verbalmente. Recurrimos a los sonidos y músicas de cada persona para que expresen lo que no se puede decir con palabras”, aclara Ripa.

La Universidad de Verano de Teruel ofreció un curso sobre este tipo de musicoterapia

Para ello, los terapeutas cuentan con varias herramientas. Así, estas sesiones pueden convertirse en audiciones musicales para viajar en el tiempo, en clases de relajación o en un laboratorio improvisado de sonidos y melodías con los que comunicarse. Ripa explica que los pacientes y sus familiares pueden tocar instrumentos e iniciar diálogos musicales, así como componer melodías o canciones, y todo “sin que sea necesario tener conocimiento de música ni habilidades musicales”.

“Un ejercicio que hacemos, por ejemplo, es coger una melodía significativa para el paciente y cambiar la letra o que el enfermo componga una para los familiares”, explica la experta. Este método es de gran utilidad en la fase terminal de la enfermedad, cuando las emociones se acumulan como un nudo en la garganta y no siempre dejan salir las palabras. “Componer una canción de despedida para esa persona puede ayudar, porque a veces las palabras no te salen. Sabes que esa persona se va, que se muere, y todo eso se queda ahí. La música no necesita palabras, es universal”, insiste la experta.

El número de sesiones depende de cada paciente. Incluso hay quienes siguen recibiendo la terapia una vez superada la enfermedad. Pero, ¿qué pasa si el paciente fallece? En estos casos, la terapia no concluye. “La musicología ayuda a encarar la muerte a los enfermos, afianzando ese vinculo existente entre ellos, pero también ayuda a superar el duelo a los familiares y amigos”, afirma la musicoterapeuta.

Una cantera de musicoterapeutas

Ana Isabel Ripa es una de las pocas musicoterapeutas formadas en Aragón para realizar este tipo de terapias. La Universidad de Zaragoza puso en marcha hace tres años un postgrado de musicoterapia, unos estudios que han cursado cerca de 40 profesionales. Ripa confía en que de ahí “salga una cantera” de expertos y que poco a poco esta disciplina vaya tomando fuerza. “Estamos intentando que nos tomen en serio en el ámbito sanitario, para que en los hospitales haya un musicoterapeuta, igual que hay un auxiliar, un enfermero, un psicólogo, etc.”, dice Ripa.

Varios de los instrumentos que se usan en las sesiones

Afirma que en Madrid y Barcelona sí hay musicoterapeutas dentro del equipo médico de algunos centros hospitalarios, pero en Aragón este paso aún no se ha dado. Existen terapias musicales, si bien se limitan a asociaciones y centros privados. También se dan cursos para formar e informar de esta nueva disciplina, como el que organizó este mes la Universidad de Verano en Teruel y que dirigió Ripa.

Quizás, dentro de unos años, la musicoterapia sea un servicio público más y un tratamiento contra el cáncer, que sigue siendo una de las principales causas de mortalidad. No siempre los medicamentos, tal y como los conocemos, logran frenar esta enfermedad. La música no lo cura, pero puede que ayude a afrontarlo. Por algo se dice que con música todo suena mejor.