Los mejores deseos también se comen

Se acerca la Navidad y son muchas las empresas que ya tienen preparado sus lotes o cestas para obsequiar a trabajadores y clientes. Se trata de una tradición que, por ahora, y a pesar las dificultades económicas, se mantiene. Una buena manera de enviar los mejores augurios que, además, llenan el estómago.

Zaragoza.- Como poner el árbol o montar el belén. Los lotes y cestas navideñas se han convertido en toda una costumbre que llega durante las navidades. Se trata de una forma de comunicación entre empresa, trabajadores y clientes, un detalle, una manera de obsequiar y, al fin y al cabo, una tradición que ha terminado consolidándose. “La media de precio que las empresas se pueden gastar se sitúa en torno a unos 50 euros. ¿Cuánto le cuesta a la empresa un trabajador al año y cuánto vale una cesta? Es algo que no saca de pobre ni va a hundir ni salvar a ninguna empresa”, explica el gerente de Haztucesta.com, Cristóbal López. “Es una tradición, una ayuda a las familias, porque si les envían turrón vino, cava, jamón… Son productos que no van a tener que comprar después”, añade.

La novedad y la distinción llegan con la personalización de estas cestas. “Contamos con unos 400 productos, la gente puede configurar los lotes a medida, la única restricción es que deben ser a partir de 20 lotes de 30 euros”. “Tradicionalmente son catálogos cerrados y la tendencia pasa por solicitar cambios respecto a estos lotes. Con este sistema on line, no tienes que andar ‘molestando’ a nadie y vas viendo la configuración del lote, cómo va quedando, el precio, observas el resultado final sin tener que depender de nadie”, indica Cristóbal. “Hoy en día, no lo hace nadie en España. Es muy laborioso y algo pionero”.

La crisis económica ha afectado de alguna manera a esta tradición, no tanto en el número de pedidos sino en la disminución de la inversión. “El año pasado se notó una reducción en lo que la gente invertía en los lotes de Navidad, las cestas que van más enfocadas a regalos notaron un descenso en precio del producto pero la gente no dejó de hacerlo. Empresas a punto de cerrar, con un expediente de regulación de empleo o una mala situación se retuvieron y compraron bastante menos. Pero se mantiene y en los pedidos están gastando lo mismo que el año anterior”, señala. Las empresas invierten cantidades que varían, ya que se pueden encontrar lotes de 20 hasta de 300 euros. Y de ahí, lo que la imaginación y el bolsillo quiera…

Pero quizá el empresario busca algo más original, alejarse de las tradicionales tabletas de turrón y de los cavas. Para ello, existen cestas gourmet que incluyen productos exclusivos como botellas de vino muy especiales o productos alimentarios excepcionales.

El origen del aguinaldo se remonta a la época romana

La tradición del aguinaldo

La cesta de Navidad tiene sus raíces en las canastillas que antiguamente empleaban los campesinos para transportar los aguinaldos que iban a entregar. Tradicionalmente, los servidores públicos y privados, basureros, carteros, guardias, sirvientes…., fueron quienes comenzaron a recibir una muestra de agradecimiento en forma de regalo o propina a cambio de felicitar la Navidad a quienes servían.

Otro sistema para recaudar aguinaldos ha sido, y aún continúa siendo en ciertos lugares, el de grupos que van por las casas deseando feliz Navidad a los vecinos y cantando villancicos a cambio de alimentos o monedas.

El origen del aguinaldo se remonta a la época romana. Según cuenta la leyenda, la tradición surgió con Rómulo, el primer rey de Roma, quien recibió de sus ayudantes el primer día del año unas ramas cortadas de un frutal del bosque de la diosa Strenia. Este obsequio fue tomado como un indicio de buen augurio para el año venidero.

Más adelante, este gesto se transformó en un rito que se celebraba cada primer día del año con el nombre de estrena, sinónimo de aguinaldo. Con el tiempo, las primitivas estrenas fueron evolucionando hacia regalos más sofisticados. A veces eran las clases inferiores las que otorgaban esos regalos a las superiores, en la costumbre ancestral de nunca presentarse ante dioses o reyes sin un obsequio adecuado, lo que acabó convirtiéndose en tributos o impuestos. Cuando era a la inversa, se tomaba como promesa de abundancia o prosperidad y se conoció desde la época romana como donativos. En la actualidad, las empresas son quienes mantienen viva esta tradición que resiste a los embistes de la crisis. Porque en mayor o menor medida, siempre se encuentra una buena manera de enviar los mejores deseos a alguien.