MARUJA TORRES

Este libro, escrito sin rencor y con bastante piedad, es la historia de cómo llegué hasta aquí huyendo de la mujer que querían que fuera.

Mi compañero, mi amor, mi amigo, mi maestro y mi juez a lo largo de esta aventura se llama Periodismo. Él me ha dado países, conflictos, guerras, choques, pérdidas y, sobre todo, encuentros.

Este párrafo de la contraportada “Mujer en guerra” define su agitada y pasional vida. Para mi gusto es su obra más visceral y auténtica, narra su estancia en Santiago de Chile, cubriendo la información de las primeras elecciones democráticas presidenciales, tras perder Pinochet el referéndum el año anterior.

En ese momento conocí a Maruja. Como no podía ser de otra manera, estábamos hospedados en el mítico Hotel Carrera, justo frente al Palacio de La Moneda, desgraciadamente convertido hoy en oficinas del Gobierno. Sobre las tres de la mañana en el bar de la planta 13, periodistas y observadores estábamos un poco borrachos y en eso... llegó Maruja. Nos hizo todo el repertorio, vaso de wisky en la frente bailando un bolero: Soy capaz de orinar de pie, no os lo demuestro por las alfombras" –nos dijo-. No se equivoquen amigos, a la señora periodista se la puede calificar de algo gamberra, hoy de una manera cursi se la llamaría políticamente incorrecta. Trabajando era como un burro, la frase dicha por uno de sus innumerables directores al principio de su carrera era: Esta chica escribe como Dios y trabaja como una burra. Cuando lo contaba ella siempre apostillaba: A mí creo que me contratan por lo primero.

Aquella noche nos contó que al día siguiente se marchaba a Panamá, donde el ejército norteamericano estaba haciendo de las suyas. Poco después nos enteramos del asesinato de Juantxo Rodríguez, joven fotógrafo de El País y amigo de Maruja. Ella estaba allí, a pocos metros, así lo contó días después en el periódico: Atrás, gritó el soldado norteamericano de la cara pintada blandiendo su arma. Nos habíamos identificado como periodistas el fotógrafo Juantxo Rodríguez y yo. “Sólo queremos recoger nuestras cosas”. No hubo caso. El hotel, como todos, había sido tomado por las tropas de EEUU. Aquella veintena de marines estaba al borde de la histeria. No había un soldado panameño en los alrededores, sólo periodistas indefensos. Juantxo salió corriendo hacia el hotel disparando fotos, los demás nos refugiamos debajo de los coches. Juantxo no volvió. Todos brindamos acordándonos de ella: Maruja se alegrará cuando se lo contemos, creo que dijo José Luis Gutiérrez, “El Guti”.

Maruja ha trabajado en Garbo, Fotogramas, Por Favor, La Prensa, El País en dos ocasiones, Diario 16 y un largo etcétera. Hizo periodismo del corazón, entrevistas... Sólo he cambiado de hombres más veces que de puesto de trabajo, comentaba a grandes carcajadas. En nuestra ciudad vivió varias semanas haciéndose pasar por gitana en la Quinta Julieta (ella le llamaba Villa Julieta). Lo cuenta muy seriamente en “Mujer en guerra”. El reportaje fue un éxito. Su última obra recién publicada, “Esperadme en el cielo”, recrea sus paseos con dos de sus grandes amores: Manuel Vázquez Montalbán y Terenci Moix.