El Torico, una pequeña escultura que lo dice todo de una ciudad

Desde 1858, el Torico mira la vida de los turolenses desde lo alto de la columna situada en la plaza que lleva su nombre. Pero, esta pequeña escultura tiene un origen más antiguo y que la ha hecho convertirse, junto a los Amantes, al Jamón y al Mudéjar, en el símbolo de la ciudad y de su fiesta: la Vaquilla.

Teruel.- Los turolenses miran con orgullo la figura del Torico durante meses, deseando que lleguen los tres días más intensos del año en la ciudad: la Vaquilla. Durante el segundo fin de semana de julio esta escultura se viste de rojo y se convierte en el emblema de la capital. No obstante, ocupar ese honor le ha costado unos cuantos siglos de historia, en cuyo origen se encuentra la propia fundación de Teruel.

Desde el año 1858, el Torico se sitúa de pie en una plaza que lleva su nombre y a la que también se conoce como plaza de Carlos Castel. Se eleva sobre una columna de piedra labrada y anillada descansando sobre un vaso circular que acoge el agua que sale de 4 caños o cabezas de toro. Esta fuente se ubicaba ya en el siglo XVI enclavada frente a la medieval calle de la Cárcel, hoy de Muñoz Degraín, y emplazada junto a la calle el Tozal, para distribuir el agua llegada desde la Peña el Macho sobre el Acueducto de Pierres Vedel. La fuente se trasladó porque los carruajes no podían atravesar esta zona y se llevó hasta el lugar donde hoy se encuentra. Así lo desvela el propio cronista oficial de la ciudad, Vidal Muñoz.

Pero el sentido que tiene esta figura taurina para Teruel nos lleva hasta el origen medieval de la ciudad en el siglo XII con la leyenda que lo explica. Durante la Reconquista llevada a cabo bajo el mandato del rey Alfonso II, cuando los adalides iban buscando un lugar para levantar un asentamiento, soltaron un toro que se detuvo justo debajo de una estrella. En este punto fue donde comenzó a levantarse la actual ciudad a la que se llamó Toruel. Por este relato antiguo y la literatura romántica de inicios del siglo XX, intentar imponer la teoría de Teruel: T-O-R (por Toro) y por la Estrella (vulgarmente conocida como Actuel) Así T-O-R- y U-E-L, forman el topónimo Toruel.

El Torico, en detalle

Los turolenses, preparados para recibir la fiesta de la Vaquilla

En el año 2003 se sometió a esta estatua a una limpieza y en 2006 se realizaron varias medidas al Torico. José Luis Ríos, junto a otros miembros de la brigada municipal de Obras del Ayuntamiento, por encargo del propio cronista y con el visto bueno de la entonces alcaldesa de Teruel, Lucía Gómez,

De este trabajo se extrajeron como conclusiones que el Torico se acomoda en una base de estructura rectangular, en piedra-mármol, de 35 centímetros de largo, por 20 centímetros de ancho. El Torico, desde la cola a su boca, mide 45 centímetros; su anchura es de 2 centímetros. La altura de la base hasta los pitones, alcanza los 37 centímetros, mientras que hasta el morrillo del animal hay 28 centímetros.

Esta escultura turolense, de bronce macizo fundido, tiene un peso de 54,5 kilos, comprobado en las distintas ocasiones que ha sido bajado de su pedestal: en la década del sesenta del siglo XX, cuando se cambió de orientación. En ese momento, pasó a encararse al Tozal, en lugar de a la calle Nueva, tal como había sido colocada tras la Guerra Civil. En el año 1938 la familia de los Gómez Cordobés, lo quitó de su sitio y lo guardó en un lugar seguro para defenderlo de los bombardeos y ametrallamientos bélicos. Resulta curioso que fueran los propios ciudadanos quienes se tomaron la libertad de robar temporalmente esta figura para guarecerla de la crueldad del conflicto. Muñoz ha indicado que esta comprobación también se pudo efectuar en su recuperación y limpieza, llevada a cabo el año 2003 por el Museo de Teruel.

La Plaza

El lugar en el que hoy puede verse al Torico, la plaza de Carlos Castel o del Torico, ha sido y sigue siendo un punto estratégico y neurálgico de la ciudad de Teruel. Desde aquí comienzan todas las visitas turísticas. De hecho, es un lugar de reunión, de manifestación, de celebración y de paso. Incluso ha sido un espacio que ha dado pie a grandes polémicas, especialmente, después de su remodelación, finalizada en 2007 y que la ha dotado de una iluminación que parte desde el suelo y de una imagen innovadora y algo diferente al resto del entorno.

Tal y como ha señalado el cronista de la ciudad, esta plaza, “fue la primera en empedrarse en la ciudad y ya contaba con esta pavimentación en la Edad Media”. También ha recordado que “debajo de ella transcurría el agua y se situaban los aljibes que hoy pueden visitarse y que son un atractivo turístico más de la ciudad”.

Semana con Corazón organizada por Cáritas el pasado mes de junio

Un valor incalculable

El Torico es, además, el propio símbolo entorno al que gira la fiesta vaquillera, cuya celebración se fija en este animal a través de las corridas de toros, los ensogados, los embolados, las sueltas de vaquillas y la imposición del Pañuelico a la propia estatua. Éste es un acto joven, iniciado a principios de los 80, pero que es el que más gente congrega, el que más expectación genera y que más intensamente viven los turolenses y, sobre todo, la peña a la que cada año le toca subir a lo más alto de esta columna.

Su valoración crematística se realizó en el año 2001 por Ana Agreda Pino y David Almazán Tomás, ambos profesores de la Facultad, entonces, de Humanidades del Campus de Teruel, por encargo de la Concejalía de Patrimonio del Ayuntamiento. Tuvieron la misión de inventariar, estudiar y valorar los Bienes Muebles de carácter artístico de propiedad municipal. A esta escultura le asignaron un valor de 50.000 euros. Una cantidad que, todavía se mantiene según la ficha patrimonial del Ayuntamiento.

El propio cronista oficial de la ciudad ha adelantado que el Consistorio “va a realizar una réplica de esta figura para conservarla y que sirva como repuesto en caso de que alguien robe o dañe gravemente la original”.

Esta figura posee un valor sentimental y emocional que los propios turolenses han calificado como “incalculable”, puesto que, según ha dicho una joven de 22 años que siempre ha vivido en Teruel, “sin Torico, Teruel no sería lo que es, ni tampoco sería igual, la fiesta de la Vaquilla”.

Una pareja de turistas que han llegado desde el sur de Francia han estado mirando y haciéndole fotos al Torico y han destacado que “es una figura pequeña y muy graciosa, todo el mundo la mira con atención, a pesar de ser diminuta y eso nos parece curioso y divertido”. Otros visitantes que han venido desde el País Vasco han reído al comprobar que el tamaño de la escultura es “aún más enano de lo que creíamos, además, nos ha costado incluso encontrarla”.

Un señor de 43 años, también turolense y peñista ha recordado como una vez en plenas fiestas de la Vaquilla, “un grupo de jóvenes que venían de fuera estaban riéndose del Torico, intentaron subir a lo más alto de la columna para quitarle el pañuelico, la muchedumbre se les echó encima y les pegaron una paliza que tuvieron que irse corriendo”.

Otra joven ha insistido en el valor sentimental del Torico diciendo que “en esta plaza se celebra todo lo que sucede en Teruel, cuando España ganó la copa de Europa o cuando el CAI Voleibol Teruel se llevó la Superliga, todos vinimos aquí a celebrarlo”. Esta figura ha llevado las bufandas de todos los equipos y no entiende, ni de colores, ni de ideologías, ni de creencias. “Simplemente es un lugar donde todo y todos tenemos cabida, donde los turolenses la respetan y es todo un símbolo de la ciudad y del espíritu de quienes vivimos en ella”, ha reiterado.

Tomás Cañete fue el encargado de ponerle el pañuelico al Torico en 2008

Por su parte, el cronista oficial de Teruel, Vidal Muñoz, no ha querido dejar de opinar sobre la importancia de este ya monumento y ha dicho que “el Torico es el emblema de la ciudad dentro y fuera de ella”. Además, ha recordado, “en lugares como la Comunidad Valenciana denominan a nuestra Vaquilla del Ángel como la Fiesta del Torico”.

Así es el Torico, igual que la ciudad de Teruel y que sus habitantes, pequeño, entrañable, lleno de historias que contar, amigo de todos, observador, distante, cercano y con un gran corazón que, en su caso, es de metal, pero que en caso de los turolenses, late con fuerza y mucho más, durante estos días de la Vaquilla. Un momento en que la vida de la capital se detiene y da paso a tres intensas jornadas de convivencia, diversión y donde absolutamente todo tiene cabida. Eso sí, siempre, alrededor del emblemático Torico. Si esta figura hablara, cuántas historias contaría…