Zaragoza.- Para contarlas o ser leídas, las historias de “El laberinto de los dioses. Historias y mitos para niños ateos” están destinadas a un lector con ganas de conocer otras culturas, y en concreto sus religiones. El autor, el profesor de filosofía de la Universidad de Zaragoza Juan Manuel Aragüés, comenzó a relatárselas a Inés, su hija, cuándo ésta tenía apenas dos años. Además de contarle mitología por la belleza de las narraciones, su mayor pretensión era “mostrarle las diferentes creencias religiosas que hay en el mundo”, recuerda este zaragozano.
Este libro, que puede adquirirse en librerías y que estará a disposición del público en todas las bibliotecas públicas de España y en los Institutos Cervantes del mundo, tiene como trasfondo una clara crítica a la “dañina influencia de las iglesias”, reconoce su autor en la introducción.
Pregunta.- ¿Por qué es necesario tener “El laberinto de los
dioses” entre nuestros libros de lectura?
Respuesta.-
Porque he tratado de poner en el mismo plano de igualdad diferentes relatos
míticos y religiosos. De esta forma, el lector se da cuenta de que es lo mismo
el dios cristiano que un dios griego, y que por eso no tiene sentido creer que
uno existe y el otro no. Hay que conocer las religiones como fenómeno cultural y
defenderse de su influencia ideológica.
Las ilustraciones del libro son obra de la hija y el cuñado de Juan Manuel |
P.- Después de escribir varios libros sobre filosofía
francesa, se ha lanzado con los relatos...
R.- Son las
historias que contaba a mi hija cuando era pequeña con la intención de que no
tuviera la pobre referencia cultural religiosa que tantos chavales tienen hoy
día. Para entender un cuadro o un retablo de una iglesia, por ejemplo, la
religión es fundamental. Desde esa perspectiva consideré que era interesante que
mi hija se familiarizase con la cultura que le rodeaba y de otras culturas de
las que hemos bebido.
P.- En la introducción del libro confiesa que es una obra
necesaria para “evitar la negativa influencia de las diferentes
religiones”...
R.- Efectivamente, porque tienen una historia
negra y tremendamente preocupante al ser responsables de los mayores crímenes de
la historia de la humanidad y de unos niveles de intransigencia que han llevado
a crueles enfrentamientos.
P.- En las narraciones religiosas o mitológicas, la mujer
aparece siempre como pecadora, mientras que los hombres son los
superiores...
R.- Las culturas, y en concreto las
religiones, encuentran siempre en las mujeres a las culpables de los sucesos
desgraciados: Pandora, Eva, etc. La idea de que la mujer es impura y no puede
desempeñar determinadas funciones, está presente en el catolicismo con fuerza.
Si esto se acaba trasladando a la cultura contemporánea, encontramos ejemplos
como la represión de las mujeres en la religión islámica.
La religión en la vida
Inés es en parte el origen de “El laberinto de los dioses”, reconoce Aragüés |
P.- ¿Escandalizará “El laberinto de los dioses" a los
creyentes?
R.- Sí, sobre todo la introducción. En el libro
también hay una crítica a la necesidad del ser humano a recurrir a instancias
sobrenaturales para justificar su propio comportamiento. Para ser buenos no hace
falta un dios que nos lo diga. Lo religioso no sirve para nada: ni para explicar
el origen del mundo, ni para que nos comportemos correctamente. De la misma
manera que cuando eres pequeño crees en el ratoncito Pérez y cuando creces dejas
de hacerlo, con la religión debería suceder lo mismo.
P.- A pesar de eso, “El laberinto de los dioses” no carga de
manera directa contra ninguna religión...
R.- Hay que
intentar conocer las diversas creencias existentes como elemento cultural
básico, pero a la vez acotarlas a la práctica privada. Esto supone que quien
quiera las realice en su templo o en su casa, pero sin que influya en la vida
pública de las sociedades, porque en este caso se generan conflictos y
enfrentamientos que pueden desembocar en una guerra de civilizaciones.
P.- Sin embargo, las distintas sociedades están impregnadas
de elementos religiosos: desde los cuentos, al lenguaje e incluso las
fiestas...
R.- La presencia de la religión en la vida
cotidiana es escandalosa. Sin embargo, creo que la gente no tiene fe, la ha
perdido. Pero el rito, la fiesta y lo que rodea a la religión como espectáculo,
sigue presente. Los padres llevan a sus hijos a religión hasta que hacen la
comunión por simple inercia y por falta de imaginación para crearles ritos
alternativos.
P.- En la educación también está presente la religión
católica...
R.- La religión es consciente de que tiene que
crear su semillero en la infancia, porque si con esas edades los encaminan en
una dirección, tienen mucho ganado.
El deseo de Juan Manuel es que grandes y pequeños disfruten con el libro |
P.- ¿Es mejor opción la alternativa de “Educación para la
ciudadanía”?
R.- Los padres delegan bastante la formación de
sus hijos a los centros educativos, y no es efectivo porque hay cosas que se
tienen que aprender en casa. Esa asignatura es positiva porque traslada una
visión de la sociedad en sus instrumentos democráticos, pero la parte de
transmisión de valores es cosa del entorno familiar. El problema es que en esta
vida tan ajetreada que llevamos, no hay momentos de relación con los hijos en
los que se pueda hacer esto. Contar un cuento o una historia a nuestros hijos es
una posibilidad para transmitirles los valores que queramos, y además de manera
más positiva que ordenándoles que hagan esto o lo otro.
P.- ¿Hay alguna “vacuna” para combatir ese “virus
religioso”?
R.- Lo veo complicado, ya que estamos en una
situación tremendamente compleja. La afluencia de la inmigración a Europa
generará tensiones, y veremos cómo incrementan otras religiones que harán que
los que las practican se cierren sobre sus propias creencias. Algunos pensábamos
que el proceso de superficialización que afecta a las sociedades europeas iba a
desproveer a las religiones de sus clientelas, pero no ha sido así. Por eso, la
mejor solución es relegar la religión al ámbito privado.