"Vidas de cine"

El periodista y escritor Antón Castro ha dado a conocer entre el círculo de aragoneses en Madrid su último libro, “Vidas de cine”.
Zaragoza.- El periodista y escritor Antón Castro ha dado a conocer entre el círculo de aragoneses en Madrid su último libro, “Vidas de cine”. Lo ha hecho dentro del ciclo de actividades que organiza la Asociación Cultural Conde Aranda, uno de los refugios más dinámicos de la cultura aragonesa en Madrid, que suele celebrar estos encuentros en el conocido Café Gijón. A la cita ha acudido una buena muestra de lo más selecto de la colonia intelectual en Madrid, algunos de ellos entrevistados en el propio libro; lo que, inevitablemente, ha convertido el acto en un lugar de encuentro.

Editado por la Institución Fernando el Católico dentro de la colección Biblioteca Aragonesa de Cultura y patrocinado por Ibercaja y las tres diputaciones provinciales de Aragón, el libro recapitula veintidós entrevistas que, por su fluidez, acaban confundiéndose con la charla. Esto es lo que aseguran desde la Asociación Conde Aranda, organizadora de este acto, el decimoquinto desde su fundación en 1999.

“Vidas de cine”, el libro del periodista y escritor Antón Castro, es un grito al recuerdo de la “importante aportación aragonesa al mundo del cine”. Es la llamada a revista de una generación que parece no volver a repetirse. Por lo menos ésa es la lectura que ha realizado José Luis Borau, invitado de honor del acto, que ha asegurado que “no hay gente joven en Aragón que haya traspasado la barrera del reconocimiento” en el cine actual, “quizás por no estar en Madrid”.

De esta forma, la bodega del Café Gijón, escenario habitual de las actividades de la asociación Conde Aranda, se ha convertido en lugar de reencuentro. Muchos de ellos, rostros de los más conocidos de la cultura aragonesa en Madrid como el propio Borau, José Antonio Labordeta, Alfredo Castellón, Antonio Artero o Alejo Loren, quién ha recibido disculpas por no haber sido recogida su trayectoria como fotógrafo en el libro.

Pero pese a la galardonada reunión, la pregunta fundamental que plantea Castro en este ejercicio de memoria que es “Vidas de cine” es si realmente ha existido el cine aragonés como corriente o ha sido fruto del azar el que hayan coincidido en el tiempo los Saura, Buñuel o el propio Borau. Castro ha defendido Aragón como “una tierra de cineastas”, no sólo por los nombres que ha dado al cine, sino por ser uno de los focos de rodaje y de los primeros lugares donde se ha proyectado cine”.

EL ESCEPTICISMO DE BORAU

En cambio, José Luis Borau se ha mostrado más escéptico con el presente del cine en Aragón. Pese a reconocer que no sigue de cerca el desarrollo de los jóvenes valores, lo que le da más “pena” a Borau es que esa trayectoria de directores aragoneses “que siempre ha habido” no llega al reconocimiento.”

Como ha señalado Borau, ha sido la falta de iniciativas lo que ha hecho del cine aragonés un cine de emigrantes. Por ello, el recién nombrado miembro de la Real Academia de Bellas Artes ha señalado que libros como el de Antón Castro contribuyen a mantener la ilusión de rodar. “Todo lo que sea remover el cotarro es útil y positivo”.

Sin embargo, como ha recordado Castro durante la presentación, Aragón era en el pasado del cine tierra de emprendedores. Como ha citado Castro del historiador Agustín Sánchez Vidal, la primera película rodada en España no sería “Salida de misa de doce de El Pilar”, presuntamente rodada en 1896. Se hizo, según Sánchez Vidal en 1899. La primera, por tanto dataría de 1897 y se trataría de una realización de Franciso Iranzo, con el nombre de “Desfile de regimiento de Castillejos”.

El libro de Castro ha recopilado entrevistas personales con veintidós de los más ilustres nombres del cine hecho por aragoneses: Pepín Bello, Carlos Saura, Borau o José Antonio Duce e incluso de algunos como Julio Alejandro, Forqué o Pamplona, ya fallecidos. Sin embargo, como ha señalado Castro,“tan importante son los personajes que han podido realizar sus utopías, recibiendo además un reconocimiento universal, como los que no tuvieron tanta suerte y limitaron sus ilusiones y anhelos a su Aragón natal”. También recoge Castro el recuerdo diferido de personajes como Rotellar, Pomarón o Buñuel, a través de voces autorizadas que los conocieron de cerca.