Los negocios de La Romareda arrastran las pérdidas económicas por las obras pese a la reapertura de la plaza Eduardo Ibarra

Los comercios y establecimientos hosteleros de La Romareda creen que, a pesar de que los problemas de accesibilidad han terminado con la reapertura de la plaza Eduardo Ibarra, ya no podrán compensar la merma económica causada por las obras. Algunos negocios llegaron a registrar un 75% de pérdidas y la afluencia de clientes no se recupera.

Zaragoza.- Los propietarios de los negocios de La Romareda afrontan con pesimismo la nueva etapa que comienza en la zona porque aseguran que, a pesar de la reapertura de la plaza Eduardo Ibarra, no podrán compensar las pérdidas ocasionadas en el transcurso de las obras, que en algunos casos han llegado hasta el 75%. Aunque los trabajos concluyeron a finales de abril, los comerciantes y hosteleros aseguran que desde entonces no se ha registrado un incremento en la afluencia de clientes. Además, achacan la merma de ingresos al retraso y la excesiva duración de las obras.

“Estamos notando la misma incidencia que hemos tenido en los dos años de obras que hemos sufrido y los diez meses de retraso. Ha sido insufrible. Sabemos que las obras siempre se retrasan pero diez meses es una barbaridad y lo que hemos perdido no lo vamos a recuperar con la apertura de la plaza ni aunque estuviéramos cien años más esperando”, apunta el presidente la Asociación de Comerciantes de Romareda, Miguel Ángel Salinas. Esta situación se agrava además en el caso de negocios “que incluso han tenido que solicitar un crédito para seguir funcionando y algunos están pensando en traspasar”.

El problema radica, a juicio de Salinas, en que los clientes “son de costumbre y en el momento en el que dejan de ir a un local es dificilísimo que vuelvan”. Por ello, desde la Federación de Empresarios de Comercio y Servicios de Zaragoza y Provincia (ECOS), en la que se integra la asociación de La Romareda, se valora la funcionalidad de la plaza en cuanto a la creación de 1.505 plazas de aparcamiento subterráneo. En este sentido, el presidente de ECOS, José Antonio Pueyo, cree que debería abrirse lo antes posible ya que “vivimos del peatón y, si no se puede acercar con su vehículo a aparcar a la plaza, nosotros no podemos vender”. Asimismo, considera que debería ocurrir lo mismo con otros aparcamientos “que le salen a coste cero al Ayuntamiento como los de la calle Moret o los de Las Fuentes”.

Con la finalización de las obras y la próxima apertura del aparcamiento se pone solución también a los problemas de accesibilidad que han afectado a la zona en los dos años que han durado las obras. Sin embargo, el presidente de la Asociación de Comerciantes de Romareda no confía en que esta infraestructura suponga un revulsivo para el sector. “Algo mejorará porque durante las obras teníamos afecciones de tráfico, calles cortadas, vallas por todas partes… Pero antes teníamos plazas de aparcamiento gratuitas y ahora va a haber que pagarlas. Tal y como está la economía, meterá el coche el que no tenga más remedio”, explica Miguel Ángel Salinas.

Diversidad de posturas sobre el rastro

El rastro lleva dos años en las inmediaciones del Príncipe Felipe 

La inauguración de la plaza ha supuesto también la reapertura del debate sobre la ubicación del rastro ya que el Ayuntamiento no descarta que el mercadillo regrese a La Romareda después de más de dos años en los aledaños del pabellón Príncipe Felipe, desde abril de 2006.

Desde la Asociación de Comerciantes de Romareda, existe disparidad de posturas. Son cerca de una veintena de asociados, entre comercios y establecimientos de servicios repartidos en el cuadrilátero delimitado por Isabel La Católica, Violante de Hungría, Gómez Laguna y Vía Hispanidad. En este sentido, Miguel Ángel Salinas recuerda que en los primeros debates sobre la reubicación del rastro “había de todo”, desde quien creía que era bueno para su negocio hasta los que pensaban que les perjudicaba, pasando por otros que se mostraban indiferentes. “En cuanto a la hostelería, desde luego es beneficioso. Atrae a mucha gente, se toman cafés, una cerveza o un bocadillo”, matiza el presidente del colectivo, del que forma parte a través del pub Canterbury Tabern.

Por otro lado, desde ECOS no se decantan ni por la ubicación en La Romareda ni por San José sino por la sedentarización de los comerciantes en locales. “Que haya un rastro en una ciudad como Zaragoza nos parece un despropósito porque pensamos que se merece algo de más valor añadido que no una oferta ya cubierta por los comerciantes tradicionales”, señala José Antonio Pueyo.

Sin embargo, dada la alta afluencia de público, el presiente de ECOS considera que el mercadillo “podría subdividirse por las zonas de la ciudad, con tenderos en cada esquina, para minimizar el impacto de tráfico del que tanto se quejan los comerciantes del rastro y, a medio plazo, lo lógico sería que se sedentarizaran”. Asimismo, pide que el Ayuntamiento no sólo se reúna con los representantes del rastro para tratar este tema sino también con los comerciantes de la ciudad “legítimamente representados”.