“El hombre no me inspira, pero la mujer… de toda la vida”

Hasta 33 veces le mandaron a juicio durante el franquismo por atentar contra la moral y las buenas costumbres con sus fotografías de desnudos. Instantáneas de mujeres que llenaron las revistas de la época y que ahora han quedado inmortalizadas en “Desnudos de la Transición”, un canto a la belleza de la mujer que firma Jordi Morgadas.

Zaragoza.- Catalán, pero aragonés de adopción. Jordi Morgadas (Granollers, 1946) lleva media vida captando con su objetivo la belleza de la mujer y el desnudo como reflejo de perfección. Acaba de publicar “Desnudos de la Transición” (Gráficas Huesca SL), un libro que recoge doscientas fotografías que realizó en los primeros años del destape. Y el 16 de enero inaugura en Huesca, la ciudad donde reside, una pequeña muestra de esas instantáneas como aperitivo de otra exposición que está preparando y que permitirá conocer al Jordi Morgadas cien por cien artista del desnudo.

Pregunta.- ¿Prefiere insinuar o enseñarlo todo?
Respuesta.- Me gusta que se insinúe, pero, según cómo, que se vea. Depende de la fotografía, de la posición… Las fotografías del libro son del principio de la época del destape en España. Son fotografías que, aunque puedan ser bonitas, son más comerciales, más para que se vea. Y actualmente se hace de todo: unas que rozan la pornografía como arte y otras en las que no se ve nada, pero son muy bonitas.

P.- ¿Qué es para usted el desnudo?
R.- Una expresión artística. Es mostrar la belleza. Para mí la mujer es la perfección y se trata de mostrar esa perfección.

P.- Entonces, ¿quién fotografía mejor a una mujer, un hombre o una mujer?
R.- Yo, a una mujer. El hombre no me inspira. Y mira que lo he intentado muchas veces, pero no me inspira. En cambio la mujer… de toda la vida.

Una de las imágenes del libro "Desnudos de la Transición"

P.- ¿Es necesaria cierta atracción sexual?
R.- Pues a lo mejor sí. Hace años que digo que para sacar buenas fotografías el fotógrafo tiene que enamorarse de la modelo, aunque sea por instante. Que le atraiga, que la mujer le haga sentir…

P.- El mito de que el fotógrafo y la modelo terminan juntos en la cama.
R.- Lo cortés no quita lo valiente. He podido haber salido con una modelo, pero no por el hecho de ser modelo. El profesional, el que realmente está por el trabajo, no ve a la mujer con ese sentido sexual, sino como inspiración.

P.- ¿Cómo empezó a dedicarse al desnudo?
R.- Un cliente me llamó para hacer unos trabajos de moda íntima, le gustaron y luego una revista me encargó un trabajo de desnudo de aquella época, que era enseñar un pecho… Iba publicando cada mes, después me llamaron los de Interviú, Playboy, Penthouse… No te das cuenta y acabas inmerso en esa rueda.

P.- No sería fácil hacer desnudos durante el franquismo.
R.- Era un atractivo añadido. A mí me mandaron 33 veces a juicio por atentar contra la moral y las buenas costumbres, pero nunca hubo sentencia. Como salían tan tarde los juicios, ya se estaban publicando cosas más atrevidas y siempre se sobreseía.

P.- ¿Por eso decidió utilizar seudónimo?
R.- Todo lo que haces en moda no siempre se firma y, en cambio, todos los reportajes de desnudos sí que iban firmados. Entonces, para que no se me encasillara sólo en el mundo del desnudo decidí ponerme seudónimo. Utilicé varios, pero el más conocido fue Jeff Milton.

El objetivo es la belleza de la mujer y el desnudo como reflejo de perfección

P.- Por cierto, ¿cuál es la diferencia entre un desnudo vulgar y otro artístico?
R.- Siempre he dicho que la fotografía de desnudo no tiene intermedio. O es muy buena porque estéticamente está muy bien o es muy mala porque es vulgar. Precisamente, dejé de hacer desnudos en revistas cuando empezaron a salir algunas muy vulgares. No quería que la gente me metiera en ese mundo de lo vulgar.

P.- Ahora todo se puede mejorar con el Photoshop.
R.- Photoshop es una herramienta que te ayuda mucho porque puedes corregir imperfecciones. Se usa más a nivel comercial que artístico, o al menos yo procuro ser lo más honrado posible en ese sentido. Aunque las fotografías del libro están hechas en una época en la que no existía.

P.- Sería más complicado hacer una buena instantánea.
R.- Al revés. Ahora nos complicamos más la vida. Queremos arreglar lo que a veces no tendría ninguna necesidad de arreglarse. A lo mejor por estética lo haces y si un pecho no queda bonito porque está un poco caído lo pones bien… o si hay algunas estrías que hacen feo las quitas… Y en aquella época si el pecho caía un poco, pues caía un poco.