“Para unos eres un chalado y para otros tienes un punto de excelencia”

Carlos Sanz Hernández, deportista aragonés, participará a partir del 25 de agosto en los XVI Campeonatos del Mundo en Bangkok para deportistas trasplantados. El ex asistente de Primera División de fútbol competirá por llegar a las finales en 200 y 400 metros libres en las pruebas de natación.

Zaragoza.- Carlos Sanz Hernández (Zaragoza, 1961) es un deportista apasionado, un hombre constante y trabajador al que nada se le resiste después de haber superado con éxito cuatro trasplantes de hígado. Su vida está llena de superación y esfuerzo por alcanzar una vida plena y feliz. Desde los 18 años se dedicó al arbitraje donde llegó a triunfar como asistente de Primera División de fútbol. Era su mundo, pero una grave enfermedad se apoderó de él. Durante diez meses sufrió cuatro trasplantes de hígado y dos operaciones, aunque por aquel entonces la palabra trasplante le sonaba a chino. Su vida estuvo en peligro, pero su afán e ilusión le sirvieron para salir adelante. Actualmente se entrena para mejorar sus marcas de natación, preside dos asociaciones de trasplantados y el próximo 15 de agosto se emitirá una película sobre su vida en TVE.

Pregunta.- ¿No ha tenido ganas de abandonar?
Respuesta.- Podría haber arrojado la toalla en cualquier momento, pero nunca lo hice porque pensé que podría salir adelante. Hay gente que se retrae con un trasplante. Sé que podría llevar otro ritmo de vida y que he pasado muchas dificultades pero probablemente no sería tan feliz como soy ahora. El poder acostarte con la conciencia tranquila por haber hecho muchas cosas por los demás, eso vale más que cualquier otra cosa. Mi escala de valores ha cambiado después de mi enfermedad y lo material ha pasado a estar en un segundo plano. Creo que valoro la vida mucho más que antes.

P.- Una vida que no concibe sin deporte.
R.- Para mí es un pilar fundamental, te hace ser constante, sacrificarte, tener obligaciones y todo eso te hace más fuerte. Siempre he sido deportista. Fui árbitro asistente en Primera División durante cuatro años.

P.- Pero lo tuvo que dejar.
R.- Fue un palo enorme. El arbitraje era mi pasión. Llevaba en ese mundo 17 años cuando conseguí llegar a Primera. A los 18 años, el silbato era como una pirámide a la que sólo llegaban arriba los elegidos, unas sesenta personas de los doce mil o catorce mil que lo intentan. La verdad es que después de lograrlo y ver que lo tienes que dejar todo, es muy duro. Después de todos los trasplantes comencé a practicar el atletismo. Se me daba bien, pero me tuvieron que poner una prótesis y el medico me prohibió seguir corriendo. Mi única salida era probar con la natación.

P.- ¿Le gustaba?
R.- Lo odiaba y nunca pensé que acabaría practicándolo. Pero era sí o sí. Al principio pensé en dejarlo todo. Pero las personas deportistas como yo se entrenan todos los días para ser mejor. Tuve que partir de cero. La clave fue coger al mejor entrenador de España, Ángel Santamaría. Siempre intento superarme por ser un poquito mejor.

P.- Y lo ha conseguido.
R.- Si, con constancia, algo fundamental en la vida. A mis hijos se lo digo cada día y ellos ven en mí el ejemplo. Hay muchos inteligentes frustrados y muchas personas que son genios que inician el trabajo pero al final el genio no es el que termina la obra, es el trabajo el que lo hace. En la vida o trabajas y eres constante o no consigues nada.

Sanz llegó a ser árbitro de Primera División

P.- ¿Sólo constancia y trabajo?
R.- También intentar buscar la equidad entre la excelencia y la locura. Para unos eres un chalado porque tienes una prótesis, te han trasplantado cuatro veces y dentro de poco tendrán que ponerte otra prótesis. Sin embargo, para otros tienes un componente de excelencia, te ven como un caso admirable, de superación, como algo que no se ve. Yo quiero buscar eso, un punto intermedio entre las dos cosas. Ni soy excelente ni un loco, soy una persona normal que ha entendido que a la sociedad se le puede mandar un mensaje a través del deporte.

P.- ¿Cómo es un día de entrenamiento?
R.- A las 8.15 horas dejo a los niños en el colegio y a las 8.30 me meto en la piscina para entrenar durante hora y media todos los días de la semana. No me salto ningún entrenamiento. Sólo descanso los sábados y los domingos, que se los dedico a la familia.

Un ejemplo a seguir

P.- ¿En qué piensa cuando compite?
R.- Me concentro mucho y todavía me pongo nervioso. El objetivo que tengo es, a través del deporte, tener repercusión en los medios de comunicación y que los medios envíen noticias a la sociedad. Así, si una persona que está en casa esperando un trasplante lee en los periódicos que una persona operada cuatro veces hace deporte y continúa con su vida con normalidad, puede servirle de ejemplo.

P.- ¿Y cuando llegue el momento de dejarlo?
R.- El deporte no lo dejaré en la vida, para mí es lo que hay. Mientras con el deporte pueda enviar el mensaje que quiero, hasta ahí todo va bien. Se compensa el sacrificio.

P.- ¿También supone un sacrificio económico o recibe alguna ayuda?
R.- En la competición no ayudan nada. La Organización Nacional de Trasplantes ayudaba, pero en el año 2001 en Japón se creo un superávit debido a que el 25% de la gente que fue al campeonato no eran deportistas y la ONT decidió no volver a colaborar con ningún deportista para eventos deportivos. Se organizó mal y ahora no nos prestan ayudas. Cada vez hay menos deportistas, parece una exterminación. El primer año que competí en 2003 fuimos 40, en Canadá estuvimos 20 y ahora a Tailandia iremos 8 ó 9. Siendo el país líder, esto no se entiende.

P.- ¿Cómo lo hace entonces para costear la competición?
R.- Tengo buenos amigos. Puma siempre me ha donado el material deportivo, y Deinta, Malfinter y varios medios de comunicación han sido mis patrocinadores fijos. Después, gracias a amigos y a otros contactos he ido consiguiendo más dinero. Mi situación y la relación con los medios me ayudan mucho.

El deporte es una pasión para este aragonés 

P.- Además de tener buenos amigos, usted también ayuda a los demás.
R.- Presido dos ONG, la asociación de enfermos hepáticos de Aragón y la federación nacional de todas las asociaciones de trasplantados hepáticos de España. Nos preocupamos de cubrir todo lo que la administración no hace. Tenemos una revista trimestral que distribuimos por pacientes y por todos los organismos oficiales, tenemos un piso de acogida, un servicio de fisioterapia, de rehabilitación en medio acuático, un servicio de psicología y uno de voluntariado. Todo ello gratis. Es cuestión de pedir, pedir y pedir.

P.- ¿Y usted pide mucho?
R.- La nacional me está costando Dios y ayuda. Estoy trabajando muchísimo. Exige, tiempo, viajes y mucho sacrificio.

P.- Por cierto, ¿cómo se pide un órgano?
R.- Hay que entender que a la familia que se le pide el órgano está en una situación límite. Yo les explicaría que el acto de donar los órganos puede salvar muchas vidas y que han de comprometerse con la causa porque es algo que puede pasarle a cualquiera. Mientras España es el primer país de donaciones y en tener la tasa de negativa familiar menor del mundo, Aragón es en referencia a España los que más negativas familiares tienen y los que menos tasa de donación por millón de habitantes poseemos. Casi nunca pensamos que es un problema nuestro, pero la verdad es que es algo que puede pasarnos. Yo creía que nunca me iban a trasplantar y mira.