Un pueblo deshabitado del Pirineo se convierte por unos días en “Villamarchosa”

La firma Panrico ha transformado durante unos días la localidad oscense de Lúsera. El pueblo lleva 38 años deshabitado y en las últimas cuatro jornadas se ha convertido en “Villamarchosa”, o un pueblo en el que se han recreado tres de las fiestas más populares de España.

Huesca.- Nunca un encierro de San Fermín estuvo tan rodeado de vegetación. Nunca la tomatina de Buñol se disputó a más de mil metros sobre el nivel del mar. Nunca se ha realizado una Feria de abril tan multitudinaria tan cerca de los Pirineos. Todo se ha dado este fin de semana en un pequeño pueblo oscense, Lúsera, que quedó sin vecinos y sin vida hace 38 años.

Una iniciativa de “Donettes”, un producto de la panificadora Panrico, ha transformado este pueblo durante varios días, y ha vuelto a llenar sus calles de gente. Así, desde el pasado día 23, Lúsera se ha transformado en Villamarchosa, un pueblo donde sus habitantes han vivido en cuestión de horas tres de las más importantes fiestas del país. De ellas han disfrutado más de doscientos jóvenes de entre 20 y 25 años, procedentes de todos los puntos de España en grupos de amigos de cuatro personas.

Desde el pasado jueves, todos ellos han seguido un intenso programa de actividades, que ha combinado deportes de aventura con fiestas nocturnas. Los particulares “vecinos” de Villamarchosa han hecho senderismo, realizando la ruta de los ibones en el Pirineo, barrancos en el Valle de Tena, rafting y arborismo en Murillo de Gállego, o visitas a monumentos como el Castillo de Loarre. Todo ello en horario diurno que se sumaba a las celebraciones de la tomatina el jueves, la feria de abril el viernes, una fiesta nocturna el sábado y el encierro de San Fermín este domingo por la mañana.

El pueblo se ha transformado por completo para acoger a casi trescientas personas entre participantes y responsables de organización. Las antiguas casas, la mayor parte de ellas en estado de ruina, se han tapado con vallas de cañizo para evitar el acceso. Las calles empedradas se han cubierto con una capa de arena para evitar un piso resbaladizo. Una plaza cercana a la iglesia se ha transformado en un gran cuarto de baño, con las duchas y aseos. Otra explanada se ha cubierto con dos enormes carpas para comedor y sala de fiestas, al igual que otras tres se han distribuido en distintos puntos del pueblo para ser las habitaciones de los participantes.

También la organización ha tenido que cubrir la falta de servicios básicos como agua y luz, ya que Lúsera no cuenta con ellos. Además, la seguridad ha estado garantizada en todo momento por miembros de la Guardia Civil, seguridad privada, Cruz Roja equipada con una UVI móvil, Protección Civil y bomberos.

Villamarchosa parece haber superado con creces los obstáculos planteados por algunos vecinos de los alrededores, que criticaron la iniciativa al considerarla perjudicial para el estado de Lúsera. Los antiguos habitantes del pueblo, constituidos en asociación que han promovido esta fiesta, se han mostrado muy satisfechos con esta fiesta a la que han otorgado “un diez en organización”. Algunos de ellos han visitado estos días Lúsera, y han mostrado su “emoción” al ver las calles “otra vez llenas de gente y con un giro de modernidad”.

Los habitantes de Villamarchosa han dejado ya Lúsera, que en cuestión de días volverá a su estado habitual, tras las labores de recogida de carpas y material por parte de la organización.