Opinión

El trasmocho de chopo cabecero y otros oficios a no perder en Gúdar-Javalambre

En las Comarcas de Gúdar-Javalambre acaban de celebrarse cursos de inserción que pueden permitir la fijación de población en el este de Teruel, que con Sobrarbe es la zona de Aragón con menos densidad y mayor envejecimiento.

En las Comarcas de Gúdar-Javalambre acaban de celebrarse cursos de inserción que pueden permitir la fijación de población en el este de Teruel, que con Sobrarbe es la zona de Aragón con menos densidad y mayor envejecimiento.

Se trata de capacitar a los asistentes para la gestión de los recursos naturales y madereros, practicando los alumnos la ejecución práctica de micro jardines, reforestaciones y tratamientos contra la procesionaria, limpieza de monte bajo y ramas para su aprovechamiento en forma de pellets o compost… También han efectuado el mantenimiento de los cortafuegos e hidrantes en prevención de los frecuentes incendios que asolan estos montes, este año por fin verdes tras una abundante pluviometría otoñal.

Además se ha aprovechado para impartirles curiosas ampliaciones para que se conviertan en algo más que meros agentes forestales. Han recibido en este sentido nociones básicas de rehabilitación de senderos, para la restauración de los muretes de piedra de los bancales que constituyen el paisaje humanizado por los masoveros para proteger el suelo y en orden a la instalación de elementos no vegetales en áreas recreativas. Tan comunes en las numerosas rutas de senderismo y BTT de la zona.

Todo ello arroja un resultado de curso a mitad de caballo entre jardinero, escultor y decorador de exteriores.

Excelente iniciativa que ha tenido como plato fuerte la formación de los alumnos sobre el tratamiento del elemento arborístico más singular de estas comarcas, junto con los paisajes de monte mediterráneo de encinos-sabinas y la preservación del pino negro: el chopo cabecero y su delicado trasmocho o poda para el surgimiento de numerosos brotes.

Esa que le da una forma tan bella y salud y longevidad a esos árboles nudosos y espectaculares en otoño, contra fondos terrosos y verde oscuros. O que se elevan desde suelos nevados, rama por rama, hacia los cielos azul marino propios del invierno turolense. Estirando el paisaje de pureza y desencorvando nuestras espaldas.

Excelente iniciativa que parte de lo existente y genera formación para la reconversión del desempleo de la construcción –siquiera a tiempo parcial- en especialistas de para la rehabilitación del paisaje tradicional, en sentido amplio.

Los bosques negros y páramos esteparios del este de Teruel es estremecedor recorrerlos con dos músicas evocadoras: el grupo de rock con incorporación de instrumentos tradicionales vikingos y motosierras “Hernidgarna” –concretamente, su álbum Trä- o, mirando a levante por las mañanas, la límpida música de María del Mar Bonet, mientras se aspira ese recuerdo de humedad salina que sube del cercano Mare Nostrum.