La iglesia de la Magdalena reabre tras 17 años en obras

El próximo domingo, 17 de febrero, reabrirá el templo parroquial de Santa María Magdalena de Zaragoza. El edificio, aquejado de un problema de humedades y cubiertas degradadas, se ha sometido a una restauración que ha durado 17 años. Cuenta con una inversión de 4,4 millones de euros aportados en gran parte por el Arzobispado de Zaragoza.

Zaragoza.- "Cuando yo llegué aquí, en 1977, ya empecé a decir que esto tenía que restaurarse, que se estaba abriendo el arco central", cuenta el histórico párroco de la iglesia de Santa María Magdalena de Zaragoza, Juan Espallargas. Recuerda con precisión el día el que se incorporó a los oficios en este templo: la Nochebuena de 1977. Pero el edificio se iba degradando progresivamente y echó el cierre en 2002. La actividad parroquial continuó expuertas, en lugares aledaños, pero este domingo, por fin, tras 17 años en obras, la iglesia volverá a abrir sus puertas. Espallargas se muestra orgulloso "porque volvemos a nuestra casa", ahora sí "arreglada, limpia, hermosa, bella y abierta y daremos acogida a todo aquel que quiera, con buena intención, venir a participar tanto del culto como del arte".

Las obras han supuesto una inversión de 4,4 millones de euros y se han acometido en cuatro fases. "Había unas patologías que se generaron tras la restauración de los 70, fundamentalmente en cubiertas y elementos aéreos pero, sobre todo, el problema endémico del edificio son las humedades", explica el arquitecto Fernando Aguerri. No es cualquier cosa, en el siglo XX constan otras tres intervenciones para "maquillar" este problema. La solución era colocar paneles metálicos o de madera que cubriesen las zonas afectadas o sustituir el ladrillo, pero nunca una actuación tan profunda como esta. "Hay que recordar que la iglesia se encuentra emplazada sobre las gravas y arenas de las terrazas del Ebro y del Huerva. Entonces, la capa del llamado "basurero romano" es my compacta e impermeable y hace que todas las humedades que están allí arrastren al resto de los edificios", detalla Aguerri.

Ahora, tras consolidar primero los elementos más altos, como la torre y los arcos, se ha construido una cámara sanitaria subterránea que permite que el edificio se sanee y airee. Un arreglo que esperan que funcione durante largo tiempo.

La obra ha sido financiada en un 44,8% por el Arzobispado de Zaragoza, el Gobierno de Aragón ha aportado el 30,3%, el Ministerio de Fomento, en la última fase, el 16,8%, y la obra social de la CAI, el 8,2%. Trabajos que serán mostrados por primera vez al público este domingo, 17 de febrero, en una misa oficiada por el Arzobispo de Zaragoza, Vicente Jiménez, a la que seguirá la consagración del altar. Las visitas guiadas funcionarán a partir de la Semana Santa y también está previsto un ciclo de conciertos y otro de conferencias para que los arquitectos expliquen las intervenciones realizadas.

El vicario general, Manuel Almor, no ha dudado en señalar la alegría de los feligreses por ver de vuelta su iglesia. "Es, para muchos, un referente espiritual: el lugar en el que se han bautizado o en el que se han casado, y también ha sido este lugar en el que han convivido en épocas pasadas la Universidad de Zaragoza, varios colegios o el seminario de San Carlos". 

Patrimonio arqueológico

Las excavaciones ejecutadas en el suelo de la iglesia han sacado a la luz más de 300 esqueletos pertenecientes a la necrópolis cristiana. Como era costumbre en los siglos XVII y XVIII, explica el arqueólogo Salvador Melguizo, los templos religiosos se convertían en cementerios masivos.

El equipo coordinado por Melguizo ha exhumado los restos situados bajo la cripta y, tras realizar un estudio pormenorizado, ha vuelto a depositarlos en su lugar. Por debajo de esta capa, se han hallado restos de la época musulmana, como un alminar que desvela que el templo fue usado como mezquita previo a la Reconquista para luego convertirse en campanario cristiano. Y aún por debajo, hay material romano del siglo I a.C.

Entre todos estos tesoros arqueológicos, también han descubierto uno ligado a los rituales funerarios del pasado: "Antes de enterrar a la gente se la exponía un tiempo en la iglesia como hacemos ahora en el tanatorio. Era costumbre pensar que colocar un plato de sal al lado de los difuntos impedía que se corrompieran. Pues bien, nos hemos topado con estos platos y con esta sal en nuestras excavaciones", concluye Melguizo.