Opinión

El lobo omega

En el mundo animal, el “macho alfa” es el líder de una manada, así sucede en los lobos. Aquel es quien controla y asegura al grupo, exhibiendo su poder. Actualmente, frente a la pugna feroz que mantienen los partidos políticos por conseguir el liderato, precisan de un “lobo omega” a quien maltratar (o devorar) siendo objeto de desahogos, improperios y afrentas sin límite. Y ese es no es otro que VOX.

En el mundo animal, el “macho alfa” es el líder de una manada, así sucede en los lobos. Aquel es quien controla y asegura al grupo, exhibiendo su poder. Actualmente, frente a la pugna feroz que mantienen los partidos políticos por conseguir el liderato, precisan de un “lobo omega” a quien maltratar (o devorar) siendo objeto de desahogos, improperios y afrentas sin límite. Y ese es no es otro que VOX.

El pasado 17 de enero, en la sala Mozart del Auditorio de Zaragoza, irrumpió como un ciclón el partido más acosado de la coyuntura política nacional. Un aforo completo, un vestíbulo colmado de personas siguiendo el evento por pantallas de televisión, y unos aledaños atestados de quienes, a pesar del intenso frío, querían presenciar el alcance de este fenómeno social.

A VOX se le tilda hasta la saciedad de ultraderechista e inconstitucional por defender precisamente la libertad y la justicia - artículo 1º de la Constitución Española (CE) -, por salvaguardar la unidad nacional - artículo 2º de la CE -, por condenar la inmigración ilegal - artículo 13 de la CE -, por respaldar la igualdad relegando la discriminación - artículo 14 de la CE -, por condenar el aborto en pro del derecho a la vida - artículo 15 de la CE -, por apoyar la presunción de inocencia tan debilitada por las aviesas leyes de violencia de género - artículo 24.2 de la CE -, o por afirmar la pena de cadena perpetua para los reiterados agresores sexuales.

Ultraderechista también por sostener el derecho a la educación que debe garantizar los poderes públicos para que los hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones - artículo 27.1 y 27.3 de la CE- en contra del adoctrinamiento ideológico que existe hoy en las aulas, y por querer revertir al Estado las competencias transferencias a las CC.AA de educación y sanidad (entre otras) aplicando el artículo 81 de la CE en relación al artículo 150.2 de la misma, dado el arbitrio reinante y la insolidaridad dominante.

Además los dirigentes, afiliados y simpatizantes de VOX son tachados de fascistas por ostentar abiertamente y sin pudor la enseña nacional como timbre de orgullo personal, por querer servir con honradez a sus conciudadanos, por querer preservar nuestras fronteras de diversos ataques, por combatir los chiringuitos que con dinero público alimentan esos estómagos agradecidos que posteriormente se convierten en votos favorables para quien les subvenciona, o por luchar contra los golpistas, los secesionistas y los terroristas como traidores de la Patria ( país o lugar en el que se ha nacido o al que se pertenece por vínculos históricos o jurídicos. Ver etimología).

Igualmente se unen, a esta horda frentepopulista de acoso y derribo, ciertos medios de comunicación que hacen de la manipulación el atractivo de sus contenidos, incrementando el índice de audiencia con su falaz verborragia.  No les importa ya la objetividad de la información, sino más bien conseguir un poder mediático (el cuarto)  que mueva masas para conseguir fines abyectos. Mala praxis profesional, sin duda, que lesiona incuestionablemente el ADN de la búsqueda de la verdad, eso sí, consiguiendo beneficios arteros y un astuto control de la opinión pública.

VOX se define a sí mismo como un instrumento de extrema necesidad, no como un fin, que no mira a España por la derecha ni por la izquierda, sino de frente, a diferencia del multicolor mosaico político que los partidos nutren con su intransigente conformismo acomodaticio. Con VOX ha entrado ese aire fresco y limpio que desempolva la corrección política a la que estábamos acostumbrados, nos redime de la mordaza del pensamiento único e insoslayable que monopoliza la izquierda radical y fundamentalista, la que avala sutilmente la izquierda progresista, y la que valida la flácida aquiescencia del ruinoso  centrismo.  

Un nerviosismo inquietante se cierne sobre la arena política desde que el sentido común, el de VOX, ha penetrado cual ariete removiendo la poltrona de quienes han hecho de la vida pública un medio de vida al margen de la solvencia técnica, de la sensibilidad social y de la inteligencia gestora exigible.

Con todo, debemos observar  que la soberanía nacional reside en el pueblo - artículo 1º.2 de la CE -, y que en base al pluralismo político aquel vota libremente a quienes considera conveniente. Por tal motivo, máximo respeto y consideración. El revanchismo, el odio y la mentira nunca han sido buenos compañeros de viaje, y mucho menos democráticos, a pesar de que hoy se prodigan mucho. Por el bien común, por el futuro de nuestros hijos y por una España próspera, no caigamos en el error de que otros usurpen lo que por derecho propio nos corresponde. Estemos alerta porque el enemigo no descansa.