Opinión

Luces y sombras prenavideñas

Como todos los años, los polvorones a la entrada de los supermercados, la iluminación en algunos establecimientos comerciales y las compras compulsivas por parte de la ciudadanía anticipan una Navidad en la que, como siempre, las luces y las sombras mantendrán su habitual pugna. Pero no es de las luces navideñas ni del paulatino acortamiento de los días de lo que quería hablar, sino de las escasas buenas noticias y del futuro incierto que se cierne sobre nuestra comunidad autónoma, especialmente, sobre la provincia de Teruel.

Como todos los años, los polvorones a la entrada de los supermercados, la iluminación en algunos establecimientos comerciales y las compras compulsivas por parte de la ciudadanía anticipan una Navidad en la que, como siempre, las luces y las sombras mantendrán su habitual pugna. Pero no es de las luces navideñas ni del paulatino acortamiento de los días de lo que quería hablar, sino de las escasas buenas noticias y del futuro incierto que se cierne sobre nuestra Comunidad Autónoma, especialmente, sobre la provincia de Teruel.

Los partidos políticos de Aragón ya están pensando en las próximas elecciones autonómicas y municipales del próximo mes de mayo. Y lo hacen con la mirada puesta en resolver los problemas que cada día afectan al ciudadano de a pie. Unos problemas que no hacen más que multiplicarse a medida que se acerca el  final de año y de la legislatura. Es verdad que, si hacemos balance de los últimos tres años y medio, ha habido algunos aciertos que no se pueden obviar: la mejora de la financiación autonómica, el impulso a la sanidad y a la educación, los avances para la reapertura del Canfranc, la mayor inversión en dependencia y servicios sociales,… Pero quedan algunas lagunas y numerosos interrogantes para el futuro. En lo que afecta a la provincia de Teruel, sigue sin resolverse el problema de la despoblación, continúa en punto muerto el tema de las comunicaciones, tanto por carretera como por ferrocarril, y aparece en el horizonte como una espada de Dámocles el inminente cierre de la central térmica de Andorra, previsto para mediados de 2020.

Los próximos meses van a ser, por tanto, muy importantes para la provincia de Teruel y, sobre todo, para la comarca de Andorra-Sierra de Arcos. En el tema de las comunicaciones, hay que valorar como positivo el espaldarazo de los eurodiputados a la conexión de los ejes Cantábrico y Mediterráneo por Aragón. Aunque queda mucho por avanzar –pues deberá ratificarlo el  pleno del Europarlamento en enero y, además, hace falta un proyecto serio y coherente– no deja de ser una noticia esperanzadora que transformaría la línea decimonónica Zaragoza-Teruel-Sagunto en una vía de alta velocidad del siglo XXI. Quedan en el lado oscuro los tramos de carreteras tercermundistas y las deficiencias en la atención sanitaria en determinados núcleos rurales. De todos modos, el problema más importante es el cierre anunciado de la térmica de Andorra, previsto para junio de 2020. Aunque ya se conocía el final próximo, el comunicado de Endesa del cierre irreversible de la central en los próximos meses ha caído como una losa sobre todos los habitantes de una comarca que depende casi en su totalidad del carbón. Las instituciones políticas, los sindicatos y los ciudadanos han comenzado a movilizarse para, al menos, prorrogar una década más el cierre definitivo de la central. De todos modos, va a ser difícil ir en contra de una resolución que apoya la Comunidad Europea y el gobierno de España.

Las preguntas que nos podemos plantear son evidentes y entran de lleno en el campo de las sombras: ¿Qué ocurrirá con una provincia que viene siendo castigada desde los años sesenta del siglo pasado por el fantasma de la despoblación? ¿Qué quedará de una comarca en la que más de 3.000 empleados dependen directa o indirectamente de la térmica? ¿Hay algún plan concreto de reindustrialización o sucederá lo mismo que en Aliaga o Escucha? Parece que en las próximas fechas las manifestaciones y las negociaciones para lograr una transición justa y urgente se van a multiplicar. Va a ser una cuenta atrás dolorosa y, tal vez, traumática. Porque no basta con la prometida recolocación de los trabajadores ni con las prejubilaciones anticipadas. Todo ello será insuficiente para una provincia en la que sólo el turismo rural y la industria agroalimentaria alimentan tímidamente la llama de la despoblación. Hará falta mucha imaginación. Y eso, lamentablemente, no figura en el orden del día.