Opinión

El cierzo

Se nos acerca un tiempo complicado y las bufandas y tapabocas se convierten en elementos muy necesarios; nuestro compañero casi eterno, el cierzo, del que dicen que ya hablaba Heródoto en el siglo V antes de Cristo, hace notar su presencia.

Se nos acerca un tiempo complicado y las bufandas y tapabocas se convierten en elementos muy necesarios; nuestro compañero casi eterno, el cierzo, del que dicen que ya hablaba Heródoto en el siglo V antes de Cristo, hace notar su presencia.

Tiempo en los que abrigarse es necesario, el querido / odiado cierzo es un viento “redondo”, da igual que vuelvas esquinas, siempre parece que te da de frente.

Hay quien opina que gracias a él tenemos un nivel de contaminación digno de envidia, pero también debemos pensar en las personas y el cierzo cuando estás esperando el autobús, donde suele ser un martirio.

Como paliativo, en movilidad, se preocupan en la instalación de marquesinas donde el sufrido usuario puede refugiarse de las inclemencias del tiempo, cierzo incluido.

El pero salta enseguida, no existen las mentadas marquesinas en todas las paradas del bus, y eso que en zonas, por ejemplo el barrio rural de Juslibol, se reclaman con tozuda y baturra insistencia.

Sé que esto no pasa solo en Juslibol, hay muchas, demasiadas, paradas sin la debida protección al usuario del transporte público.

Espero que estas disquisiciones sobre el tiempo en nuestra querida Zaragoza no distraigan de la idea original de este artículo que, como no puede ser otro, es la necesidad de que “todas” las paradas de transporte público estén debidamente protegidas de las inclemencias del tiempo.

Los que usamos de forma constante el transporte público se lo agradeceremos y en la espera seguiremos reclamándolas.