Opinión

Por un futuro para Teruel

Desde aquel lejano verano de 1977 en Miravete de la Sierra, con el lema “Salvemos Teruel”, han sido muchas las manifestaciones reclamando un futuro mejor para una de las provincias más despobladas de España. La última de ellas, multitudinaria, tuvo lugar el domingo, día 7 de octubre, en la capital de la Comunidad Valenciana.

Desde aquel lejano verano de 1977 en Miravete de la Sierra, con el lema “Salvemos Teruel”, han sido muchas las manifestaciones reclamando un futuro mejor para una de las provincias más despobladas de España. La última de ellas, multitudinaria, tuvo lugar el domingo, día 7 de octubre, en la capital de la Comunidad Valenciana. El motivo ha sido, una vez más, el problema de las infraestructuras ferroviarias, que en algunos tramos se parecen más a las de principios del siglo XX que a las de la época actual. Hay que recordar que la provincia de Teruel fue una de las últimas en incorporarse al ferrocarril en 1901 y que en 1923 se inició un proyecto de vía ferroviaria entre Teruel y Alcañiz que quedaría inacabado y convertido en un tren fantasma al inicio de la República.

Las 50.000 personas que se manifestaron en Valencia abogan por un plan de cohesión territorial que abra los ojos al gobierno de España y a la Comunidad Europea para que inviertan en el eje Cantábrico-Mediterráneo como una vía de desarrollo comercial y económico poco valorada hasta el presente. Para ello hace falta voluntad política y, sobre todo, convertir las promesas en hechos reales. Porque a nadie se le oculta que Teruel es la única provincia española que no tiene conexión directa por ferrocarril por Madrid, aunque su situación geográfica es privilegiada ya que enlaza dos de las ciudades más importantes de España y, especialmente, porque su potencial económico está todavía por explotar.

Aunque algunos opinen que se ha llegado tarde a este tren del progreso, la coordinadora ciudadana “Teruel Existe”, que va camino de cumplir dos décadas, sigue insistiendo en una unión de todos los ciudadanos turolenses y aragoneses para reivindicar unas vías de comunicación dignas del siglo XXI. Porque resulta llamativa la discriminación entre unas autonomías y otras a la hora de invertir en el AVE o en las autovías. Son muchas las asignaturas pendientes y se advierte poca voluntad en los sucesivos gobiernos para afrontar la realidad. Es verdad que hace falta una importante inversión económica, que la orografía es complicada, que hay una gran dispersión territorial,… Pero eso no justifica un olvido de décadas. Un olvido que sitúa a Teruel dentro de la llamada “España vacía” y que continúa año tras año con el problema cada vez más sangrante de la despoblación rural.

Por eso, Teruel no puede perder el tren del futuro. Un tren que no puede seguir circulando en algunos tramos a 30 kilómetros por hora. Un tren que, de equipararse a otros de alta velocidad, aportaría riqueza a la provincia, crearía puestos de trabajo y frenaría el proceso de despoblación. Han sido muchas las manifestaciones y, al parecer, las respuestas siguen siendo tímidas y poco eficaces. Habrá que seguir luchando por unas infraestructuras dignas y un ferrocarril mucho más moderno. Los ciudadanos han tomado una vez más la palabra. Ahora son nuestros representantes políticos los que han de demostrar el porqué han sido elegidos.