Abriguémonos que viene la factura

La protección social va de mal en peor, si ya teníamos demasiadas penurias para salir a duras penas del gasto en la cesta de la compra, tras el estío parece venir un invierno gélido por dos variantes; la primera la del cambio climático que nos impide conformar un mapa de temperaturas medianamente significativo, la segunda y no por ello más fría, la factura de la energía eléctrica.

La protección social va de mal en peor, si ya teníamos demasiadas penurias para salir a duras penas del gasto en la cesta de la compra, tras el estío parece venir un invierno gélido por dos variantes; la primera la del cambio climático que nos impide conformar un mapa de temperaturas medianamente significativo, la segunda y no por ello más fría, la factura de la energía eléctrica.

Tendremos que averiguar el precio de los guantes, las bufandas de lana y las prendas de abrigo para calcular si nos conviene más estar en casa pertrechados con el uniforme puesto o salir a las grandes superficies a calentarnos un poco. Lo del precio del café será una cuestión a tener en cuenta por si en algún establecimiento nos permiten resguardarnos en algo de lo inhóspito del ambiente durante unos minutos.

Lo más preocupante será calibrar la temperatura en el aula del colegio donde van nuestros jóvenes para influir en el almuerzo que les preparemos porque de lo que estamos seguros es que el importe del gasto escolar no será ni lo beneficioso que nosotros creemos para la salud del alumnado, ni acorde con la perspectiva de pago a no ser que sea privado, de esos a los que van la mayoría de los hijos de los diputados y de los empresarios a los que les debemos la subida de las energéticas y que pagan un indigno sueldo a sus plantillas para calentarse con licores de reserva en las comidas boyantes del mediodía.

¿Vergüenza? Imposible que estos sátrapas tengan la más mínima decencia, si así fuera, o no serian políticos de pro como les gusta definirse o huraños capitalistas que revierten los beneficios conseguidos en nuestro país en otros mercados; con la malsana intención de pagar unos impuestos que como todos los del resto de la ciudadanía deberían frenar el abuso de las compañías. Esas que echan la culpa a las arengas fiscales de que nosotros pasemos frío. jasc