Opinión

España (como Estado) no existe

Es triste y frustrante ver cómo, a pesar de que el territorio que habitamos los españoles es uno de los pocos en el mundo que, de un modo bastante natural y espontáneo, se disfrutan de todos los elementos mínimos y necesarios para ser considerado un país en el sentido cultural y geográfico del término...

Es triste y frustrante ver cómo, a pesar de que el territorio que habitamos los españoles es uno de los pocos en el mundo que, de un modo bastante natural y espontáneo, se disfrutan de todos los elementos mínimos y necesarios para ser considerado un país en el sentido cultural y geográfico del término al compartir cultura, aspecto físico, historia y territorio, padecemos, por nuestro primitivismo cultural, unas  anomalías sociales y culturales incompatibles con la existencia de un Estado que disfrute, mínimamente, de salud social y política; como ejemplos, tenemos un himno sin letra (que para algunos es una cutre pachanga fachosa), una bandera con la que un porcentaje importante de la población no se siente identificada, un absurdo complejo por el cual si manifiestas un mínimo orgullo por España o muestras los símbolos nacionales sin rubor te tachan directamente de facha y/o ultraderechista (ergo, el que se siente orgulloso de su familia, proclama sus logros, minusvalora u oculta sus miserias y muestra con orgullo el blasón de su apellido también será un facha…¿no?) y unos españoles que no se consideran españoles por meras cuestiones caciquiles, egoístas y de poder.

¿Y por qué sufrimos estas patologías colectivas?

En primer lugar, y puede parecer incongruente, considero que no es positivo por nuestra forma de ser y situación geográfica la afortunada circunstancia de que sin necesidad de creaciones intelectuales (sin necesidad de un nacionalismo) existamos como país pues esa seguridad de que los españoles somos una cosa muy parecida y la inexistencia de un enemigo cercano que amenace nuestra existencia y avive nuestra unión contra él, conlleva a que maltratemos a España sin freno, pensando en que todo esto no se va a romper, se haga lo que se haga y que cada uno vaya a la suya, tratando de mandar o imponerse sobre el otro si no de romper directamente el país y mandar e imponerse sobre una región (algo que ya logró el primer rey portugués, nieto de Alfonso VI, Rey de León, español por tanto).

En segundo lugar, y en estrecha relación con lo anterior (y viceversa), nuestra cultura, en general, es poco evolucionada y primaria, muy basada en actitudes egoístas y particularistas. Lo mío, lo  mío y lo mío y después, si eso, lo de los demás. El egoísmo excesivo (o casi mejor dicho la ausencia de conciencia de colectividad) es la principal característica negativa del español (siendo el portugués el de mayor calado hasta el punto de haberse desgajado del resto de España), del de derechas y del de izquierdas, que en el plano  político se plasma en  el caciquismo, el sectarismo y el uso descarado de lo público para el interés propio de unos y otros.

La  deficiencia de valores básicos y necesarios para que, políticamente, un país pueda existir de modo organizado y saludable tales como la solidaridad y fraternidad de los miembros que lo conforman y el pensar en un objetivo y bien colectivo común de todos hacen que como país político, como Estado, fracasemos. Y esto por la izquierda (que ataca  a España de modo absurdo, infantil e interesado, por asociar su defensa al franquismo/derecha, tratando de legitimarse contraponiéndose de modo temerario y absurdo a ello) y por la derecha (cuyos líderes se sienten los caciques de un pueblo tonto y simple y utilizan al Estado, descaradamente, para su provecho y beneficio personal).

De hecho, por  ese egoísmo/caciquismo, la idea de España-Estado como unión política de la España-Cultural primigenia, que existe, sin duda, aunque haya algunos empeñados  en negarlo (y que incluso deben inventarse naciones y una  historia y conflicto irreal y artificial),  se trata de atacar desde todos los frentes. Es peligroso para el interés de unos pocos (nacionalistas, partidos políticos, sindicatos y  oligarcas varios) que exista esa solidaridad entre españoles y esa idea de unión política fraternal entre nosotros pues si no sus chiringuitos particulares se desmoronarían y eso no lo pueden permitir con lo que, es fundamental, hay que bombardear y desprestigiar todos los símbolos y cualquier atisbo de buena relación entre españoles. Y eso lo hacen nacionalistas-independentistas y políticos de partidos “nacionales” a partes iguales lo cual unido al pasotismo del pueblo (salvo la revolución de las banderas del octubre pasado que demuestra que existe esa idea cultural de España que solo se manifiesta cuando la nación está en riesgo) y la vagancia que provoca la ausencia de un enemigo o de un riesgo exterior para la nación hace que este problema que sufrimos, tristemente y salvo sorpresa de última hora (porque la izquierda y la derecha se dejen de querer matar, porque haya un mínimo de acuerdo en cuestiones básicas como la unidad de España, la bandera, el himno y que todos somos lo mismo con nuestras diferencias y porque los nacionalistas-independentistas de repente amen la unión de pueblos hispanos),  vaya a ser crónico durante décadas. Y décadas.