Opinión

Producción de carne y Expoforga 2018

La Comarca de Jacetania tiene la enorme suerte de que Jaca y los valles superiores del Pirineo Occidental sean un enorme escaparate que permite que determinados productos y alimentos artesanos puedan venderse, además de exportarse a otras comunidades vecinas y sur de Francia. Afluyendo consumidores casi gourmets y con recursos que les permiten ingerir alimentos de calidad.

La Comarca de Jacetania tiene la enorme suerte de que Jaca y los valles superiores del Pirineo Occidental sean un enorme escaparate que permite que determinados productos y alimentos artesanos puedan venderse, además de exportarse a otras comunidades vecinas y sur de Francia. Afluyendo consumidores casi gourmets y con recursos que les permiten ingerir alimentos de calidad.

Además, la capital del Viejo Aragón no ha tenido especial interés desde su fundación en producir alimentos,  sino más bien palaciego, episcopal, militar y por ende mercantil. Se puede decir que ha vivido de espaldas a su entorno con la excepción de abastecerse.

Sin embargo, como decimos en la montaña, en los últimos 20 años todo ha dado pintacoda. Porque con la crisis de valores que conlleva la económica, se ha puesto de moda el abastecimiento de proximidad y los boliches de Embún, la trufa y embutidos de Berdún, el pan de Bailo, los quesos artesanos de Villanúa, el pacharán o cerveza chesos y otros manjares pueden encontrar esa economía de escala para su venta de modo no muy difícil. Que sería complicada si se atendiera a darle salida dirigida a una población que, pese a todo, no merma tanto como en otros lugares de Aragón.

Por estar abastecida en parte por una emigración dorada norteuropea con capacidad adquisitiva y en otra por una emigración americana que cuenta con puestos de trabajo no relacionados con la construcción, y así han paliado su desempleo mejor que en otros lugares.

Estas contradicciones, existentes en cualquier territorio, provocan que una de las mejores ferias aragonesas, la heredera de la Feria Ganadera de Berdún, no se celebre en Jaca, sino en Puente la Reina, cruce de caminos y una de las pocas poblaciones que no son pueblos de colonización surgidas en el siglo XX en Aragón. Por tanto, lugar con un aire australiano, sudafricano o canadiense per se… Un enclave del far west aragonés, como Binéfar lo es del far east. O lleva camino de ser Sarrión, Ciudad Trufa.

Me gusta de la Feria Expoforga, como en el caso de la de Biescas, su programación complementaria, sus jornadas técnicas dirigidas a productores locales y especializadas en ganadería con apellido.

Soy de los que sufren cuando veo que el principal fundamento de la población y cultura de Aragón, la crianza de ovino, decae hasta el abandono del territorio y paisaje. Cuando voy a los puertos y no veo ganado, me da una languidez que no comparto con nadie. Cuando en Zaragoza veo un parque suburbano como el de Pla-Za o espacios intersticiales en la autovía de Huesca con las avenas locas crecidas, pienso que deberían meterse rebaños para pastar y limpiarlos.

La principal industria aragonesa, excluida la automovilística, es el sector porcino en sus fases tanto primaria como de transformación. Pero si ello se produce es porque todos esos integrantes de integraciones –que no propiamente ganaderos- han tenido un pasado que se remonta a 100 generaciones de contacto con el animal que no come transgénico y que paliaba el hambre en Aragón: la oveja rasa.

Habremos de volver a valorarla, porque ya no comemos cordero o tajo bajo dos veces por semana, ni hacemos cocidos de cuello. Hay una obligación estratégica para Aragón de cuidar una de las dos mejores carnes de ovino del mundo: la castellano-navarro-riojana-aragonesa, siendo la segunda la australiano-neozelandesa, con origen merino. El desierto y las flores pirenaicas perfuma estas carnes hasta hacerlas uno de los alimentos de máxima calidad del mundo.

El programa de este año homenajea en su 800 aniversario a la Casa de Ganaderos de Zaragoza, empresa más antigua del Estado, y  surgida como una mejor “mesta” para abastecer de carne a la que devino capital del reino tras su conquista. Tenía derechos de pasto sobre las montañas de la Jacetania.

Como el apellido de la feria es “sostenible” con buen criterio, pues la única salida posible para la cabaña de montaña es distinguirla por la calidad de pastos que ingieren los animales, se han celebrado jornadas técnicas para mejorar la eficiencia en la producción de ganado vacuno.

En el territorio deben convivir siempre la ganadería y las actividades turísticas. Si se mantienen en buen estado las pistas de esquí de Candanchú es porque se ramonean por ganaderos de Ansó en verano. Si no se ha quemado el bosque de Santo Domingo y el del Puerto de Santa Bárbara es por una eficiente gestión forestal y por introducir ganado para limpiar las ramas bajas.

Aragón será un territorio no vacío y existirá de forma no mendicante, como desde Huesca se está demostrando, si está comprometido con una ganadería que debemos valorar y conservar. Por ende, consumir más.

Y no quiero despedirme sin dedicar este artículo a mi abuelo Adolfo Betés, al proyecto de ganadero de vacuno de Berdún Íñigo Orduna Lasaosa y a Antonio Ripoll González, muy querido amigo de la infancia y pastor aragonés-australiano con experiencia en ambos territorios.