Opinión

Dos propuestas para un verdadero viaje

Disfruto de viajar, sí, pero también disfruto quedándome. El sector turístico empaqueta emociones programadas que, por lo tanto, pasan a quedar de por sí parcialmente difuminadas. El sector de la enseñanza también empaqueta cursos de inglés en Irlanda o Malta que los jóvenes españoles aprovechan simplemente como viaje de estudios. No van a hablar otro idioma sin salir de su propia cultura ni aunque estén en Groenlandia…

Disfruto de viajar, sí, pero también disfruto quedándome. El sector turístico empaqueta emociones programadas que, por lo tanto, pasan a quedar de por sí parcialmente difuminadas.

El sector de la enseñanza también empaqueta cursos de inglés en Irlanda o Malta que los jóvenes españoles aprovechan simplemente como viaje de estudios. No van a hablar otro idioma sin salir de su propia cultura ni aunque estén en Groenlandia…

Por eso, me gusta más la propuesta de una conocida empresa de cursos que elige pueblos casi deshabitados de Castilla o de Galicia para convivir en inglés una semana sin salir del paisaje propio. Es un camino que podría seguirse en la provincia de Teruel en cualquier núcleo de sus sierras.

Dejaremos esta cuestión de lado para adentrarnos en dos posibilidades de viaje sin salir de Aragón: la primera tiene como centro la siempre cambiante cultura de calle en Zaragoza, que se está tornando mestiza en espacios como Delicias o Las Fuentes. La segunda, dirigida a enaltecer la principal manifestación de alta cultura también urbana que se celebra en el paisaje aragonés como marco.

Así, en primer lugar, dibujaré unas pinceladas acerca del nunca suficientemente ponderado festival “Zaragoza Diversa” que permitirá este fin de semana en la plaza del Pilar, emocionarse desde dentro con la plural representación de la nueva sociedad zaragozana que las asociaciones de emigrantes y su actividad social y cultural tan bien representan.

Con luces y con sombras, dependiendo mucho de su origen y sus dirigentes, como en cualquier otra asociación, podremos disfrutar de manifestaciones artísticas y musicales surgidas desde la base, generadas para arraigar en destino nosotros sin tener por qué perder raíz ni origen. Será, además, un punto de encuentro entre credos, gastronomías, indumentarias y artesanías de todo el mundo creada entre nosotros… Con nuestros toques de humanidad, buena educación y capacidad, que no es poco y debe ser motivo de legítimo orgullo propio.

El segundo ya calienta motores. Tiene prestigio mundial. No hay que presentarlo. El festival “Pirineos Sur” tiene una dirección de programación musical a cargo de Luis Lles tan brillante como pueda ser el trabajo de Petón en la Sociedad Deportiva Huesca.

A hora y media de Zaragoza, de Euskadi o de Pau, el festival es un punto de encuentro de alta cultura urbana desarrollado en un paisaje humanizado pero deslumbrante por alpino, por caucásico, por himalayo… por pirenaico. En ese espejismo de agua en mitad de nuestro paisaje de sabana africana que es el entorno de Lanuza. No en vano, el camello con jorobas pirenaicas es su afortunado emblema.

La programación siempre es inteligente y soberbia, con toques y retrogusto a vanguardia en los conciertos no multitudinarios que sostienen los de los primeros espadas. Este año, dos exministros de cultura: el panameño Rubén Blades y el aterciopelado Gilberto Gil, ministro con Lula, que ha vuelto su mirada a las favelas para seguir creando. Tendremos el honor de programarlos y nosotros el honor de que se lleven el Pirineo en su corazón como recuerdo indeleble.

Respecto de lo que queda del festival en el día a día, hay que destacar que no se queda en ser el evento que mejor proyecta la imagen y capacidad organizativa de Aragón en el exterior. Está también su destacable poso en nosotros mismos, que podemos disfrutar de sus mercados del mundo, exposiciones y caravanas como algo propio. Algo que surge y parte de una organización aragonesa hacia los aragoneses como objetivo.

Además de la labor del festival como embajador y cooperador cultural con iniciativas estrictamente artísticas generadas fundamentalmente desde África. Los africanos residentes en Aragón que, como fin del bucle, son los protagonistas artísticos de la Zaragoza Diversa de este año.

Así que es desde dentro, desde nuestra cotidianeidad, barrio  y vecinos, desde nuestros vagabundeos tan urbanos como los de Woody por Nueva York, desde nuestro pasado impregnado en nuestra forma de vivir y comer, donde nos resulta más sencillo viajar verdadera y profundamente. Lo que también permite viajar a aquellos que no se lo puedan permitir.

Es por ello que siento y quiero compartir, que cuando tengo la oportunidad de salir, especialmente a territorios no trillados, lo que quiero, pretendo y cuando puedo hago es que sean ellos quienes nos conozcan a nosotros a través de mi propia vida…

Que un músico de Soweto rememore su estancia en Pirineos Sur en los 90 con Masekela sonriendo porque nos estamos tomando una buenísima cerveza sudafricana juntos… Que un brahmán en Sri Lanka sepa que existe un vivido y sentido templo budista en Panillo mientras me ofrece su te perfumado y aromático… Que un productor de sauvignon blanc y queso de oveja de la isla sur de Nueva Zelanda conozca la garnacha y la parraleta o el queso de Radiquero porque yo estoy eventualmente con él, comiendo y bebiendo su sudor y su trabajo. Por otra parte, semejante al que hacían sus antepasados de décima generación en las tierras altas de Escocia o al que hacen los pastores trashumantes de los Montes Universales todavía hoy…

El viaje debe imprimir ilusión y felicidad en nuestro día a día y en el de aquellos que con nosotros moran o con hospitalidad nos reciben. Solamente nos pasará si tenemos una misión entre ellos, darles parte de nuestros recursos o simplemente compartir. Como bien vio Konstantino Kavafis que nunca salió de Alejandría pero no renunciaba a acometer viajes homéricos desde su pequeña estancia:

“Cuando te encuentres de camino a Ítaca, desea que sea largo el camino, lleno de aventuras, lleno de conocimientos. Ten siempre en tu mente a Ítaca. La llegada allí es tu destino. Pero no apresures tu viaje en absoluto. Mejor que dure muchos años, y ya anciano recales en la isla, rico con cuanto ganaste en el camino.”