La soledad de nuestros pueblos

Actualmente, el medio rural afronta problemas de desempleo, despoblamiento y envejecimiento de la población que afectan a regiones cada vez más extensas del planeta. Las posibilidades de crecimiento y desarrollo de las zonas rurales están ligadas a la permanencia de la población con edades intermedias. Por ello, resulta tan perjudicial el hecho de que los jóvenes y personas de media edad abandonen el medio rural, lo que da una perspectiva de descenso vegetativo de la población rural.

Actualmente, el medio rural afronta problemas de desempleo, despoblamiento y envejecimiento de la población que afectan a regiones cada vez más extensas del planeta. Las posibilidades de crecimiento y desarrollo de las zonas rurales están ligadas a la permanencia de la población con edades intermedias. Por ello, resulta tan perjudicial el hecho de que los jóvenes y personas de media edad abandonen el medio rural, lo que da una perspectiva de descenso vegetativo de la población rural.

La despoblación del medio rural conlleva una pérdida de superficie cultivada y de producción. A su vez, el envejecimiento de la población provoca un aumento de los gastos sociales y sanitarios, al mismo tiempo que debilita el porcentaje del sector activo en edad de trabajar y producir.

Las tradicionales actividades agrícolas, ganaderas y forestales siguen siendo la base fundamental de la actividad económica del medio rural, que depende casi exclusivamente del sector primario. Mucho se habla de intentar reducir la brecha entre el medio urbano y el rural pero, a nuestro juicio, no se hace lo necesario para evitarlo.

Vivimos en una sociedad que promociona la economía especulativa y financiera anclada en la banalidad, frente a la productiva, que es la economía real. Se nos olvida que las personas comen alimentos producidos en los campos y que la industria necesita materias primas generadas en el agro. Aún así, el campo aparece denostado e infravalorado, sufriendo permanentes humillaciones y tratos injustos y vejatorios como el de las variaciones del índice de precios origen-destino en porcentajes de un 300% e incluso, en ocasiones, hasta de un 700%.

Ser agricultor o ganadero tiene que volverse a ver como un orgullo y un oficio lleno de nobleza y dignidad. La agricultura es una filosofía de vida, cultura, conocimiento que  obliga a tener siempre los pies en el suelo y representa unas esencias, un espíritu y unos valores eternos e inmutables que no se pueden perder, como el esfuerzo, la dedicación y el compromiso.

El campo necesita políticas valientes y modernas que le devuelvan su gran dignidad. De esta manera, superaremos la actual crisis de identidad que sufre el mundo rural debido a la quiebra de unos valores esenciales que hay que recuperar.