Opinión

Mayo

Se despedía este abril generoso en aguas para hacer honor al dicho, y como quiera que el anhelo de dejar atrás el tiempo fresco, hasta el otoño cuando menos, permanece intacto, vamos a ver qué nos depara el florido y hermoso de la serie, por seguir con el refrán.

Se despedía este abril generoso en aguas para hacer honor al dicho, y como quiera que el anhelo de dejar atrás el tiempo fresco, hasta el otoño cuando menos,  permanece intacto, vamos a ver qué nos depara el florido y hermoso de la serie, por seguir con el refrán.

Ahora que hemos mejorado las reservas hídricas, aunque no de todas las cuencas, y una vez pasado el mal trago de la voracidad de la riada, aunque no deberíamos incidir en el olvido de sus lecciones, como suele ocurrir por estos pagos; el caso es que por esta época del año comenzamos a ver los frutos, y vemos más y mejor porque hay más luz, más tiempo de luz. Y una mirada al paisaje, a nuestras montañas, a nuestros ríos, nos alegra la vista amén de otros sentidos y sensibilidades.

Deberíamos aprovechar esta oportunidad de fantasía para salir del encierro voluntario en el que tantas veces vivimos, y desplazarnos allí donde la naturaleza, a través de sus signos y sonidos, revela la fuerza incontenible, sugerente, de su belleza y de su vida renovada.

El encuentro con un entorno privilegiado, el proceso de descentramiento personal que supone, la apertura a la realidad y el descubrimiento de sus matices, conforman también una posibilidad de crecimiento para nuestro ser. Y en medio de una sociedad en la que se echan en falta alternativas de ocio, puede resultar que mirar a la naturaleza, acercarnos a ella con respeto, y aprender de su magisterio y pedagogía, constituyan una alternativa.

En otras épocas se decía, con humor, que había que leer más, cuando sólo existía el periódico oficial para seguir con la verdad de turno, y viajar menos, porque está claro que quien descubre en libertad, amplía conocimiento y saber. Y no interesaba este pedido.

Pero hoy vivimos en la sociedad del conocimiento, eso nos dicen, y por eso resulta más necesario que nunca, la vuelta a las fuentes, a los orígenes. Más que nada, para ser más, para ser en plenitud. Que es lo que realmente importa, al pasar de los días y los años.