Opinión

El Justicia de Aragón, Ángel Dolado

Conozco al magistrado Dolado desde hace algunos años. No somos amigos íntimos, pero siempre que he pedido su colaboración para actividades docentes me la ha dado de forma desinteresada y generosa, lo que ha fraguado entre nosotros una relación cordial y altruista.

Conozco al magistrado Dolado desde hace algunos años. No somos amigos íntimos, pero siempre que he pedido su colaboración para actividades docentes me la ha dado de forma desinteresada y generosa, lo que ha fraguado entre nosotros una relación cordial y altruista.

Cuando salió su propuesta en las redes sociales y la posibilidad de apoyarla con mi firma y animar a otros a que lo hicieran me puse manos a la obra. Y lo hice porque estaba y estoy convencido de que va a ser un hombre riguroso en el trabajo, porque es una excelente persona, porque ha demostrado una capacidad de liderazgo en su labor como juez decano y, sobre todo, porque me parece un hombre sensible a la realidad social que le ha tocado vivir.

Ángel Dolado ha sido y es un trabajador y un luchador infatigable. Espontáneo, sencillo, expansivo, buen orador, con una capacidad de empatizar elevada. Es también un jurista serio y concienzudo. Y con una excelente trayectoria profesional en la Judicatura.

Ahora Ángel Dolado tendrá que ser voz de los ciudadanos, de todos nosotros frente a la administración a los poderes públicos. Todos sabemos que su decisiones y manifestaciones no son vinculantes, pero son muy importantes. Yo creo que el Justicia de Aragón, el defensor del pueblo aragonés, está en buenas manos, en manos honradas, en las manos de un miembro de la carrera judicial conocedor de su profesión, leal a sus principios y directo en las formas.

Estoy también seguro de que el Justicia Dolado se equivocará, “errar es humano”, nadie lo puede vitar. Pero también estoy seguro de que intentará hacerlo lo mejor posible, porque eso es una forma de ser, de vivir y de relacionarse con el mundo que se hereda y se aprende en la infancia, es lo que llamamos personalidad. Y nuestro nuevo Justicia es, ante todo, una persona coherente.

El nuevo Justicia puede no ser políticamente correcto, mejor, mucho mejor. El puesto se lo demanda, y además los ciudadanos ya estamos hartos de esa palabra que, al menos para mí, solo es el eufemismo de la hipocresía y la falacia. 

Ángel, te deseo lo mejor y estoy seguro de que los que hemos creído y apostado por ti no nos vamos a sentir defraudados. El trabajo que tienes por delante puede ser duro, pero también es muy gratificante. Mucho ánimo.