Opinión

Marzo

Ahora que la nieve ha hecho, por fin, acto de presencia en la capital aragonesa, después de anuncios y previsiones meteorológicas incumplidas; y que, felizmente, el agua viene a paliar, en parte, la pertinaz sequía que padecemos; asoma este tercer mes por el calendario, nada ajeno al líquido elemento, como atestigua el propio signo del zodiaco (Piscis) protagonista en los días de su arranque.

Ahora que la nieve ha hecho, por fin, acto de presencia en la capital aragonesa, después de anuncios y previsiones meteorológicas incumplidas; y que, felizmente, el agua viene a paliar, en parte, la pertinaz sequía que padecemos; asoma este tercer mes por el calendario, nada ajeno al líquido elemento, como atestigua el propio signo del zodiaco (Piscis) protagonista en los días de su arranque.

Este mes, que fue el primero en el calendario romano, y cuyo nombre procede del referido a Marte, dios romano de la guerra, despide al invierno y sus rigores, a la par que recibe, con todos los honores, a la estación más expectante por el anhelo que encierra en sus entrañas de vida por doquier.

No exento de batallas, en referencia a su mentor, vamos a obviar la zaragozana del quinto día, y saltar de casilla para referirnos a la conmemoración, en el octavo día, de forma redundante a mi entender, de la jornada internacional de la mujer trabajadora. Digo lo cual porque el pleonasmo conformado con el añadido trabajadora, no aporta nada nuevo, que ya lo es, de suyo y por si la mujer, y no porque lo descubra el calificativo o conquistas contemporáneas al uso.

No obstante lo cual, bienvenido sea cualquier intento de subrayar o poner de relieve la dignidad de ser mujer, por encima de consideraciones de género, que no siempre hacen justicia al asunto en cuestión: la igualdad básica de todo ser humano en su desarrollo íntegro como persona.

Como el agua nos lleva a la vida,  este tercer mes nos acerca también a otras conmemoraciones. Alguna, como la que recuerda a la figura paterna, convertida básicamente en reclamo comercial, lamentablemente; pero otra, la relativa al día Internacional del derecho a la verdad, en relación con violaciones graves de los derechos humanos y de la dignidad de las víctimas, no suficientemente ponderada.

Este año, caprichos del calendario lunar, la referida jornada coincide con el pórtico de esa semana en la que, el estruendo de los bombos y tambores, rememora los misterios de un crucificado cuya pasión, para muchos, es antesala de vida.

Interesante, por cierto y a este respecto, la pregunta ¿y qué es la verdad?, que figura en los relatos de la liturgia cristiana que se escuchan en Viernes Santo. La respuesta, ya lo dijo el poeta, se halla en la voluntad de su búsqueda. Aunque, como ya vivimos tiempos de posverdad, a lo mejor no interesa. Por eso, por lo menos, que no falte el agua.