Opinión

Consumidores de productos electorales (2). Cómo valorar la gestión política

En mi anterior articulo de octubre de 2014 "qué exigir a los candidatos a las elecciones" señalábamos unas pautas para tomar decisiones antes de votar ante unas elecciones y saber qué candidatos podrían ser los más idóneos. Transcurridos unos años de mandato y acercándonos a las elecciones de 2019 (europeas, autonómicas y locales, en principio), vamos a intentar establecer algunas pinceladas para saber valorar la actuación de los partidos y de los políticos elegidos en su balance de gestión durante los cuatro o cinco años de duración de la legislatura.

En mi anterior articulo de octubre de 2014, "Qué exigir a los candidatos a las elecciones", señalábamos unas pautas para tomar decisiones antes de votar ante unas elecciones y saber qué candidatos podrían ser los más idóneos. Transcurridos unos años de mandato y acercándonos a las elecciones de 2019 (europeas, autonómicas y locales, en principio), vamos a intentar establecer algunas pinceladas para saber valorar la actuación de los partidos y de los políticos elegidos en su balance de gestión durante los cuatro o cinco años de duración de la legislatura.

¿Podemos fiarnos de los sondeos periódicos que aparecen en los medios de comunicación sobre la valoración de los políticos?, o ¿de las encuestas de satisfacción de los servicios públicos cocinadas y pagadas por las propias administraciones y/o partidos que las encargan con el objetivo general de conocer la percepción de la ciudadanía respecto a la gestión pública en  un municipio, provincia o Comunidad Autónoma?

Tendremos que forjarnos nuestro propio criterio con elementos de juicio extraídos de la información personal, familiar, profesional o del circulo de amistad y de los numerosos medios de comunicación y redes sociales que nos bombardean constantemente con datos de informaciones de actualidad sobre las actuaciones de los políticos de ayuntamientos, diputaciones, asambleas legislativas autonómicas, y parlamento europeo, etc.

Veremos si lo han hecho muy bien, bien, regular o mal, si han cumplido o no el programa electoral y el código ético, si nos han subido a los ciudadanos la presión fiscal, si han sido prudentes y austeros o han gastado más de la cuenta en temas superfluos o innecesarios, si han trabajado mucho o poco, con o sin asesores, si han gestionado correctamente la deuda disminuyéndola, o la función pública a su cargo, abusando de la abundancia de directivos, de contratos blindados, y puertas giratorias. Aspectos como la transparencia auténtica y no solo formal, la lucha contra la corrupción, el amiguismo y el nepotismo, la participación ciudadana real, la mejora de la atención al público, y la cercanía a los ciudadanos. Rendir cuentas durante todo el mandato, saber corregir los errores, sentido común y buena administración, desideologizada, gobernando para todos sin sectarismo ni discriminación. Habrá en los últimos meses muchas inauguraciones y cortes cinta, ruedas de prensa, coloquios, entrevistas y maquillaje. Puede ser mera fachada, publicidad o marketing cuyo coste lo pagamos entre todos. ¿Podemos decir que hay muchos políticos que son auténticos farsantes o vendedores de humo?

Una buena gestión puede tener premio, es óptimo que hayan sido eficaces y eficientes, pero hay que saber venderla y darla a conocer de forma objetiva a los destinatarios, consumidores y usuarios de servicios, equipamientos e infraestructuras colectivas en un territorio, que han visto mejorar su calidad de vida, y han comprobado la mayor, menor o nula entrega de alcaldes, concejales, presidentes, consejeros y diputados a su actividad de servicio público a la ciudadanía. Hay que “dejarse la piel” y demostrar ejemplaridad sin afanes materiales y de poder, sin perseguir perpetuarse en el cargo de forma indefinida a modo de una profesión. Superar los conflictos internos y las peleas por el poder; tienen que estar siempre los mejores servidores públicos.

Los partidos decidirán a quién quitan y a quién ponen en las listas, bien el aparato nacional y/o regional o mediante primarias, quién se lo merece por haber hecho un buen trabajo, y quién debe irse a casa por “haber sido un desastre” o pasar el tiempo como comparsa “sin pena ni gloria”. Tienen la obligación de proponer buenos equipos con gente preparada y dispuesta a entregarse al cargo con exclusividad y plena dedicación, que se acostumbren a encajar las críticas y que no vengan a depredar las instituciones. Pero siempre serán los electores  quienes deberán decidir en última instancia sin precipitación quienes van a seguir o a entrar en el cargo con su voto, a pesar de las lista cerradas y bloqueadas, y del injusto sistema electoral, disponiendo de todas las cartas sobre la mesa, y sin dejarse engañar por “cantos de sirena”, pues no todo es oro lo que reluce.

Y cuando sean elegidos que no pierdan de vista la máxima que se suele atribuir a Marco Aurelio emperador de Roma (el de Gladiator): cuentan la anécdota de que gustando de pasear por las calles y plazas de Roma, era vitoreado y aclamado por los ciudadanos como un semidiós. De tal forma que adquirió la costumbre de ser acompañado por un esclavo. Este caminaba varios pasos detrás del Emperador. Cuando los vítores y las aclamaciones arreciaban, el siervo se acercaba discretamente a Marco Aurelio y le susurraba al oído: “Solo eres un hombre”.