En su opinión, el Estado "sabe que una mentira contada mil veces se convierte en verdad" y le acusa de "inventarse una excusa ridícula del ataque", refiriéndose a los tirantes de España que vestía Víctor Laínez, y que, asegura, "ni siquiera aparecen en la investigación policial".
En la carta también acusa al Estado de "intentar ocultar vinculaciones fascistas y racistas" para "tirar de su mejor arma, el patriotismo". Por este motivo, se siente "un peón del juego del Estado" pero confía en que "la verdad salga a flote aunque la historia la escriban los poderosos y los vencedores por ahora".
Lanza asegura que escribe la carta "aislado pero no solo" porque sus valores "son mucho más fuertes que los barrotes". Además, incide en que cree "más que nunca" en "la legítima autodefensa, en el antifascismo, en mis hermanos de la calle, en nuestras luchas, en mi familia y en mis principios".
Lanza insiste en que "un Estado que promueve el fascismo, el racismo y la homofobia atacará despiadadamente a quien se defienda" y sigue creyendo que "la autodefensa antifascista es la lucha más legítima que hay".
A pesar de estar en las "mazmorras del Estado, el estómago de la bestia", como él mismo ha calificado la cárcel, sigue sintiéndose "afortunado" porque sabe que cuenta con su gente.