Javier Sierra: "El lector va a descubrir que el motor de las grandes ideas está dentro de él"

Tras diez años en las quinielas del Premio Planeta sin haberse presentado nunca, este año Javier Sierra (Teruel, 1971) se ha hecho con el galardón gracias a su última novela "El Fuego Invisible". Una historia que busca desentrañar el origen de las grandes ideas y mostrar que, donde no llega la razón, llega la imaginación.

Zaragoza.- Diez años llevaba Javier Sierra (Teruel, 1971) en las quinielas del Premio Planeta pese a no haberse presentado nunca. Hasta este año. "El Fuego Invisible", su última novela, le ha brindado este galardón que, según cuenta, le "confirma la etiqueta de escritor".

En esta historia Sierra quiere desentrañar un nuevo enigma, esta vez filosófico: quiere descubrir cuál es el origen de las ideas. Además, la aventura de David Salas encenderá a muchos lectores la llama de la escritura y les convencerá de que, en ellos mismos, se encuentra el motor de las grandes ideas.

Pregunta.- ¿Por qué decide llevar esta novela al Premio Planeta?
Respuesta.- Por culpa de mis lectores. Llevaba diez años en las quinielas del premio, en cada nueva convocatoria sonaba mi nombre como el del eventual ganador. Era tal la decepción en esos lectores que esperaban que yo me llevara el premio, que decidí probar suerte. No porque tuviera prisa, sino por probar. Al final fue abriéndose paso entre los finalistas y llegó.

P.- Satisfecho, supongo.
R.- Sí, sí. Muy satisfecho. El premio Planeta te confirma la etiqueta de escritor. Es mi undécimo libro, no soy un novato en estas lides. Pero de alguna forma, para muchas personas en este país, el Planeta es una marca, una rúbrica. Y me sienta bien.

P.- ¿Cuáles son los ingredientes de El Fuego Invisible?
R.- Es una novela de intriga, de suspense, tiene enigmas históricos reales. Tiene todos esos elementos que ya había utilizado en novelas anteriores pero, en esta ocasión, el interrogante al que me enfrento es filosófico. Trato de desvelar el origen de las ideas.

El turolense llevaba diez años en las quinielas del Premio, pese a no haberse presentado nunca Foto: Arduino Vannucchi
El turolense llevaba diez años en las quinielas del Premio, pese a no haberse presentado nunca Foto: Arduino Vannucchi

Me he encontrado con un enigma que está muy enraizado con nuestra especie y lo que somos. El ser humano ha llegado a donde está porque en el paleolítico empezó a desarrollar el arte, la música, la literatura, todo lo que somos. Y eso es lo que nos ha construido como civilización, y la civilización es una creación literaria. Nosotros hemos decidido creer que podemos vivir juntos, que la democracia es un buen sistema de gobierno. Todo es parte de un sistema de creencias creativo, genial.

P.- ¿Va a saber el lector de dónde surgen las ideas entonces?
R.- Bueno, va a descubrir que el motor de las grandes ideas está dentro de él. Lo que no es un mal descubrimiento. Y sobre todo es un libro que va a alentar a muchos a la aventura de escribir. Parte del núcleo del libro tiene que ver con una escuela de escritura donde se exploran los fundamentos de la creación literaria y se desvelan secretos que alumbraron a personajes como Unamuno, Valle Inclán o Edgar Allan Poe. A muchos se les va a encender la llama de la escritura, lo que me complacería.

P.- ¿Por qué la figura del Grial?
R.- El grial es casi un pretexto. Aquí explico que el cimiento sobre el que se levantan todas las grandes ideas es la invención de la palabra. Tomo como ejemplo claro la palabra grial. Esta palabra se inventa en el siglo XII por parte de un poeta francés, Chrétien de Troyes, que escribe un cuento que se llama El Cuento del Grial. Él no dice que sea el cáliz que tiene Jesús en la última cena, sino que es un cuenco del que irradia una luz capaz de eclipsar todas las que tiene a su alrededor.

Quizá sea una metáfora del pensamiento, de esos momentos de epifanía, de Eureka que sienten los creadores, pero condicionó la literatura de toda la Edad Media. Me pareció una buena historia para seguir y reconstruir, como la invención de una palabra puede cambiar la historia.

P.- ¿Qué lugares son importantes en el transcurso de la historia?
R.- Hay una serie de lugares que son de tránsito. La historia arranca en Irlanda pero después lleva al protagonista a Madrid, también tiene que viajar a Barcelona a contemplar unas colecciones de pintura que hay en el Museo Nacional de Arte de Cataluña. Pero el núcleo teórico de la novela está en Aragón: en el monasterio de San Juan de la Peña y alrededores.

Especialmente, me he detenido en una iglesia increíble que está en Santa cruz de la Serós, donde sobre la nave principal hay una iglesia secreta a ocho metros de atura. Se accede por unas escaleras prácticamente impracticables que dan a un camarín. Esa idea de una iglesia dentro de la iglesia, de un recinto emparedado sobre la bóveda de otra, me resultaba muy fascinante y lo he utilizado como uno de los lugares donde se consigue la iluminación antes de llegar al grial.

En esta historia Sierra quiere desentrañar un nuevo enigma, esta vez filosófico
En esta historia Sierra quiere desentrañar un nuevo enigma, esta vez filosófico

P.- ¿Cómo es David Salas? Un buen personaje debe tener una personalidad real, ¿cómo las confecciona?
R.- Un buen personaje debe tener un buen punto de anclaje con el lector, empatía. Salas es de familia acomodada, acaba de terminar su tesis doctoral y le van a dar su cátedra de lingüística en el Trinity College. Un tipo de éxito. Parece que lo tiene todo fácil.

Pero David Salas se parece a esas personas que se creen que su vida ya está resuelta, pero que, sin embargo, cruzarse con una persona, escuchar un palabra, emprender un viaje, puede cambiar por completo el orden de su existencia. Y él es un personaje cuyo orden se derrumba. Se enfrenta algo que ni imaginaba y que tiene que ver con su familia. Grandes momentos de cambio en la vida tienen que ver con un antepasado, una herencia o incluso algo genético que, de pronto, aflora.

P.- En general, ¿de qué la gusta escribir a Javier Sierra?
R.- Me gusta enfrentarme a interrogantes. Primero fue como periodista haciendo preguntas. Tras unos años haciendo preguntas y obteniendo respuestas muy dispares, a veces ninguna convincente, intenté aportar mis propias respuestas a través de la literatura.

Me he aferrado a ella pensando como una literatura útil para explicar lo inexplicable. Los primero grandes libros ya hablaban sobre si hay vida después de la muerte, sobre que nos pasa antes de nacer. Historias maravillosas para tratar de aclarar ese enorme vacío que tenemos en la razón. Porque la razón no lo alcanza todo, necesitamos la imaginación para rellenar esas lagunas.

P.- ¿Y las musas?
R.- Pues las musas las voy a buscar, tengo que salir de viaje, enfrentarme a lugares, irme a montes extraños donde hay leyendas a escuchar a sus habitantes. Tengo que salir a buscarlas y eso se lo debo en parte a mi antigua profesión periodística. El buen periodista se hace enfrentándose a la vida.

P.- ¿Piensa en salir de este registro?
R.- Esta es la novela que debo hacer. Me siento tan cómodo en ella que no quiero saltar a otro tipo de géneros.

P.- ¿Qué considera de la etiqueta autor bestseller?
R.- Creo que es una etiqueta mal entendida en general en España. Se asemeja a un libro escrito rápido, de poca calidad para que llegue a la mente de muchas personas. Pero eso no es verdad. Simplemente es que tiene buena aceptación por parte de los lectores: un bestseller tiene algo bueno, no digo que sea bueno, sino que lo tiene.

Precisamente, en El Fuego invisible se discute sobre esto. Hay algún personaje que sale incluso en defensa de Dan Brown, que es ya como el anatema.