Fisonomía de la Zaragoza monumental de ayer

El urbanismo provoca que Zaragoza muestre un aspecto diferente con el transcurrir de los años. No solo afecta a las edificaciones o a las arterias de la ciudad sino también a monumentos, muchos de ellos célebres, que han cambiado de ubicación o han desaparecido. La mayoría de estos se han trasladado desde el centro a zonas periféricas.

Zaragoza.- Zaragoza se expande con los nuevos barrios y se moderniza con edificaciones vanguardistas. Los zaragozanos perciben los cambios de la fisonomía de la urbe como si siempre hubieran estado ahí. Pero hubo un tiempo en el que por la calle Alfonso los vehículos circulaban y aparcaban en la plaza del Pilar, frente al Ayuntamiento. Y también hubo una época en la que muchos monumentos no se encontraban en sus ubicaciones actuales, sino en pleno corazón de la ciudad. Otros, en cambio, han desaparecido con el transcurrir de los años.

El rincón más famoso de Zaragoza, la plaza del Pilar, no siempre ha mostrado el aspecto de hoy en día. La presencia de Latinoamérica en forma de homenaje ornamental en la plaza cesaraugustana no data de los orígenes de este lugar. En el emplazamiento de la fuente de la Hispanidad, se hallaba el monumento “a los Héroes y Mártires de Nuestra Gloriosa Cruzada” y este no es otro que la escalinata presidida por una gran cruz que se encuentra en la entrada del cementerio de Torrero, un monumento franquista. Su instalación en el camposanto de Torrero se remonta a 1992.

También en la plaza del Pilar, a los pies de la Seo, se ubicaba la fuente de la Samaritana, la misma que en la actualidad se puede contemplar en la plaza del Justicia, delante de la iglesia de Santa Isabel de Portugal. El traslado se remonta a la década de los 60, previo paso por el parque Bruil. 

Por otra parte, la catedral del Salvador conectaba con el Palacio Arzobispal a través del arco Arzobispal. Este paso se situaba al final de la calle Sepulcro, donde comienza la plaza, y comunicaba la esquina del templo con el Palacio. Tal y como recoge María Isabel Oliván Jarque, en su libro “La casa del Deán de Zaragoza”, el rey Felipe II en 1585 se alojó en el Palacio Arzobispal con motivo de su estancia en la ciudad. Conocedor de las condiciones meteorológicas de la urbe, el monarca instó al arzobispo Andrés Santos a la construcción de un paso que uniera el Palacio con la catedral. Su derribo acaeció en 1969 cuando el prelado de la Archidiócesis era Pedro Cantero Cuadrado. 

La escultura Muchacho Sentado Mirando a la Torre Nueva homenajea a la antigua torre Zaragoza
La escultura Muchacho Sentado Mirando a la Torre Nueva homenajea a la antigua torre Zaragoza

En una plaza próxima, en la de San Felipe o coloquialmente conocida como la plaza del Hombre Sentado, se erigía la Torre Nueva, una torre de reloj de estilo mudéjar construida en el siglo XVI que gozó de gran popularidad entre los zaragozanos de aquella época. Poco tiempo después de su inauguración, esta edificación de 312 pies de altura (más de 80 metros) empezó a inclinarse. Por este motivo, en 1892 el Ayuntamiento optó por demolerla. Precisamente, la escultura de bronce que popularmente da nombre a la plaza se denomina Muchacho Sentado Mirando a la Torre Nueva, en honor a la antigua construcción que se imponía sobre los tejados de la ciudad. Ahora solo queda sobre la superficie una huella de la base octogonal de la torre. Para los curiosos y nostálgicos, cerca de uno de los accesos de la plaza, en una pared de la esquina que une la calle con el nombre de este desaparecido edificio y la calle del Temple, se puede contemplar un gran mural con la imagen de la Torre Nueva. De permanecer en pie, ¿hubiese sido un atractivo turístico más de la ciudad como lo es la Torre de Pisa? 

En la plaza de España se encuentra el monumento a los Mártires, grupo escultórico en honor a los aragoneses muertos durante la Guerra de la Independencia y que en la actualidad es el lugar elegido por los aficionados del Real Zaragoza para celebrar los éxitos del equipo de fútbol. Antes de que comenzara el siglo XX esta céntrica plaza era el lugar donde se localizaba la fuente de Neptuno, la misma que ahora se puede visitar en el parque José Antonio Labordeta. Esta fuente fue la primera de tipo monumental de la ciudad que desde 1845 y durante años sirvió para el abastecimiento de agua. Se desmontó en 1902. 

En el otro extremo del paseo de la Independencia, en la plaza de Aragón, en lugar del monumento al Justiciazgo como tributo a Juan de Lanuza se asentaba la efigie de Ramón Pignatelli. Es más, el ilustrado zaragozano daba nombre a esta glorieta. Desde 1904, la estatua del padre del canal Imperial está colocada en el parque homónimo. 

Tras pasar por la plaza Basilio Paraíso, la efigie de César Augusto se ubica en las murallas
Tras pasar por la plaza Basilio Paraíso, la efigie de César Augusto se ubica en las murallas

Y a unos metros de la plaza de Aragón, la plaza Basilio Paraíso era presidida por el fundador de la metrópoli, César Augusto. La imagen del emperador que custodia las murallas romanas es una réplica de la que alberga los Museos Vaticanos que entregó Benito Mussolini al Ayuntamiento. Se mantuvo en la plaza Basilio Paraíso entre 1940 y 1950 y volvió a esta plaza que conecta con Gran Vía hasta finales de la década de los 80 para, a continuación, ser instalado de forma permanente en las antiguas murallas. 

Como si de una partida de ajedrez se tratara, las piezas sobre este tablero que es Zaragoza han desaparecido o se han enrocado. Muchas personas mayores han sido testigos de la evolución urbanística y ornamental de la ciudad. Y los que no, que cierren los ojos y se imaginen como sería la capital del Ebro tal y como la conocieron sus antepasados.