Opinión

Grupos de presión

Propuestas, medios y fines. En medio de este caldo pulula, desde que el mundo es mundo, aquello que ahora se viene en llamar "lobby", por ese peculiar atractivo, tantas veces ocultador de ignorancia, que ejerce la terminología inglesa, cuando en nuestro idioma lo podemos decir, al menos, con igual decoro.

Propuestas, medios y fines. En medio de este caldo pulula, desde que el mundo es mundo, aquello que ahora se viene en llamar “lobby”, por ese peculiar atractivo, tantas veces ocultador de ignorancia, que ejerce la terminología inglesa, cuando en nuestro idioma lo podemos decir, al menos, con igual decoro.

El caso es que si usted pretende inocular, en el mercado social de las ideas o proyectos, algún nuevo producto que considere plausible o realizable para bien del común, aunque esto ya sea más discutible a la hora de la verdad, debería contactar sin falta con uno de estos elementos, mediadores sociales a la sazón.

Al parecer, no existe nada que se les resista. Particularmente, si por medio hay pasta.  Avezados  estrategas, conocedores del rol de la influencia, del valor de la sombra alargada, de los estrechos pasillos o de los laberintos por los que transita la condición humana, conforman el medio actual para la consecución de cuál sea el fin.

Y de los fines conviene tratar, como de los principios. Ambos resultan hoy bienes escasos. Será de tanto hacer hincapié en los medios, en esos grupos de presión, que nuestra sociedad se ha convertido en mediática, pero de la que prima medianías.

Nunca ha triunfado tanto el mediocre, ni ha conseguido subir tan altas cimas, ni lo más soez o chabacano ha cosechado tanto éxito. Será gracias a esa presión que se deja notar entre el tejido social, por la que las nuevas divinidades cuentan con gran número de adeptos, o se imponen las modas y los modos.

Menos mal que cuando se contempla así el panorama, aún nos queda el consuelo de una mayoría silenciosa que puede despertar y alumbrar una nueva realidad. Eso sí, a ver quién la despierta, no siendo que el despertador oculte su verdadero interés. Y ya vale de presiones y de grupos que las ejercen, oiga.