REAL ZARAGOZA

Ocho años después, Zapater

El capitán del Real Zaragoza, Alberto Zapater, volvía a anotar un gol con el Real Zaragoza tras su regreso al conjunto maño el pasado verano. De hecho, su último tanto con la camiseta maña data de marzo del año 2009, curiosamente también de falta directa ante el Hércules. Su diana, de bellísima factura, servía para sumar un punto.

Zaragoza.- Corría el mes de marzo de 2009 cuando Alberto Zapater anotaba su último gol con el Real Zaragoza frente al Hércules. Ha llovido desde entonces, han pasado muchas cosas en el seno del club aragonés, pero por fin se ha acabado la sequía. Porque el capitán se resarcía en Oviedo de su rabia contenida con un golazo de falta directa que limpiaba las telarañas de la escuadra de la portería defendida por Juan Carlos.

Al ejeano se le había resistido en la primera mitad el gol, en una falta prácticamente calcada que entre el arquero y el palo habían sacado de la línea. Pero por fin llegó. Falta magistralmente lanzada, una faceta que siempre se le ha dado bien en las categorías inferiores e incluso en su paso por Italia, por el Genoa. Y un grito de gol que se escuchó en todo el territorio asturiano. También en el aragonés.

Zapater no dudó en celebrar su diana donde mejor se puede celebrar, junto a sus compañeros en el banquillo. Una gran piña en la que le esperaban con los brazos abiertos todos los miembros de la plantilla, el primero de ellos Papu, y acudía a ella como un auténtico vendaval.

Porque detrás de ese gol hay una intrahistoria escondida. Años de pelear para volver a sentirse futbolista, un regreso a casa para portar la cuatribarrada en el brazo con orgullo. Además de una temporada complicada en la que se llegó a pelear por no descender a los avernos de la Segunda División "B".

De este modo, Alberto Zapater se quita, se desclava, una espina en un apartado goleador que si bien no es su mayor responsabilidad, sabe perfectamente que todo suma. Era la guinda a un partido sobresaliente del de las Cinco Villas. Que un año más quiere echarse a su espalda a una plantilla repleta de ilusión.