Opinión

Ciudades de un solo carril

En la configuración que se impone, y nunca mejor dicho, del plan para la sostenibilidad de nuestras ciudades, la solución del carril único ya no supone una cuestión de extrema necesidad. Más bien, muy al contrario, pareciera una consigna de las de nuevo cuño.

En la configuración que se impone, y nunca mejor dicho, del plan para la sostenibilidad de nuestras ciudades, la solución del carril único ya no supone una cuestión de extrema necesidad. Más bien, muy al contrario, pareciera una consigna de las de nuevo cuño.

Viene esto a colación, del nuevo tramo de carril bici que se acaba de pintar, en un céntrico paseo de la capital aragonesa. Al parecer, había que hacerlo, sí o sí, por activa o por pasiva. Y hete aquí que, a la conclusión de la realización del nuevo trazado, nos encontramos con una nueva zona “unicarril”; permítaseme, con humor, la licencia lingüística.

En aras de la pacífica convivencia entre todos los posibles usuarios de la vía pública: transporte público, motos, coches, demás vehículos a motor, y por supuesto, bicicletas…, no hay más remedio que establecer el único carril para tránsito de la mayoría. A saber: el único espacio posible, que resulta tras la cosmética acción de pintura, y que señala la frontera con el espacio reservado a las bicicletas. Todo ello, a fuer de cumplir con la legalidad, imagino, incluirá el famoso metro y medio de separación pertinente.

Hasta aquí, el hecho. Y a continuación, una cuestión que se suscita: ¿algún interés en la existencia del único carril para la mayoría?

Desde luego, eso de meternos a los más en un solo carril, recuerda imágenes que uno creía trasnochadas, aunque parece que no, como esa famosa ley del embudo (ya sabe, lo ancho para mí y lo estrecho para ti).

Pero es lo que hay, y es lo que tenemos; porque, para colmo, dicen los técnicos que no hay marcha atrás. Que aquí no vale lo de deshacer lo andado.

Pues nada, el carril único que va ganando metros. A lo suyo. Se expande desde el centro como una nueva tendencia. Y mientras tanto, así son las cosas, se inocula el nuevo paradigma del urbanismo del futuro. Todo muy sostenible. Pero a presión.

¿No existen alternativas? ¿O es que lo del carril único va camino de convertirse en pensamiento único también? Acaso sea que el pensamiento no existe, ante tanta falta de carril.