Dicen que van a construir un carril bici en el distrito Universidad y resulta que lo van a pagar los vecinos de Delicias. Así de curiosa es la nueva política en Zaragoza. Resulta que en el debate de los presupuestos participativos de Delicias se propuso crear este nuevo carril bici para unir, a través de la avenida Gómez Laguna y la calle San Juan Bosco, los ya existentes de Vía Hispanidad y la calle Corona de Aragón. En principio, hasta ahí todo correcto porque, además, la petición era para llevarlo a cabo por los números pares –del 2 al 48 de Gómez Laguna–, pertenecientes a Delicias.
Sin embargo, los vecinos de Universidad nos hemos llevado una sorpresa al conocer los detalles del proyecto que, por cierto, nadie ha tenido a bien explicarnos. El caso es que sin contar ni comunicar nada a la junta municipal Universidad, hemos sabido que la obra se va a realizar por los números impares, que pertenecen a este último distrito. Y todavía falta por conocer por dónde va a ir el otro tramo del carril bici, que discurrirá por la calle San Juan Bosco.
¿Dónde está la transparencia, la información y esa máxima de contar con la ciudadanía que tanto proclama el equipo de gobierno? En este asunto llueve sobre mojado porque este es el tercer carril bici que nace con polémica. Ya sucedió con los de los paseos de la Constitución y Sagasta y la historia, de nuevo, vuelve a repetirse.
Pero al margen del escaso interés por fomentar una participación ciudadana real y no solo a la carta o según me convenga o no, lo cierto es que en este proyecto hay lagunas. Por ejemplo, que esté previsto eliminar un carril de circulación de entrada a la ciudad para los vecinos que viven en los barrios del sur.
Tal y como se ha hecho en el de la calle Rioja, se podía haber diseñado eliminando la mediana que discurre por todo el trazado de la avenida de Gómez Laguna y continúa por San Juan Bosco o, por lo menos, haber consultado a los vecinos. Sin embargo, nada de eso se ha previsto.
No estamos en contra de la construcción de carriles bici, pero es fundamental que su planificación se enmarque dentro del plan de movilidad que llevamos tanto tiempo reclamando. Ese debe ser el instrumento que defina prioridades y armonice el cómo, cuándo y de qué manera los peatones, los vehículos privados, el transporte público y las bicicletas conviven de la mejor forma posible.
En cualquier caso, nos queda la esperanza de que al menos esta nueva infraestructura sirva para que las bicicletas dejen de circular por las aceras. Y es que en esta ciudad se está cumpliendo muy bien con el ´mandamiento` de los presupuestos participativos, pero no con las sentencias judiciales que bien dicen que las bicis no podrán circular por las aceras ni por las zonas peatonales.
