Opinión

Esperanza y experiencia

El pasado 27 de junio tuvo lugar en el auditorio de Caixaforum la entrega anual de premios del Club de Opinión La Sabina. Desde 1990, este grupo de mujeres comprometidas con la cultura y la educación realizan una labor encomiable desde el diálogo y la reflexión. Con la denominación de este árbol emblemático de Aragón intentan aunar esfuerzos para avanzar en la consolidación de una sociedad igualitaria en la que las mujeres tengan las mismas oportunidades que los hombres.

El pasado 27 de junio tuvo lugar en el auditorio de Caixaforum la entrega anual de premios del Club de Opinión La Sabina. Desde 1990, este grupo de mujeres comprometidas con la cultura y la educación realizan una labor encomiable desde el diálogo y la reflexión. Con la denominación de este árbol emblemático de Aragón intentan aunar esfuerzos para avanzar en la consolidación de una sociedad igualitaria en la que las mujeres tengan las mismas oportunidades que los hombres.

Este año, los galardones han recaído en dos mujeres que encarnan los valores de libertad, independencia, inquietudes culturales y científicas y, sobre todo, esfuerzo por superarse día a día, a pesar de las dificultades. Pilar Zaragoza Fernández, catedrática de Genética de la Facultad de Veterinaria e investigadora, ha obtenido la Sabina de Oro. Como vicerrectora colaboró, además, en la puesta en marcha del Observatorio de Igualdad. Un merecido premio a la experiencia, a la constancia y a su dilatada y fructífera tarea docente. Irene Vallejo Moreu, doctora en Filología Clásica y joven escritora enamorada de la cultura y con un futuro prometedor por delante en el ámbito de las Humanidades, ha sido galardonada con la Sabina de Plata. En ambos casos, el criterio del jurado ha reconocido el esfuerzo de estas dos mujeres aragonesas por impulsar, cada una desde su ámbito, el papel cada vez más relevante de la mujer en una sociedad todavía dominada por hombres, especialmente en los cargos de más responsabilidad.

Estas dos mujeres representan la experiencia y la esperanza, la dedicación a una tarea científica y la apuesta por hallar un hueco a las Humanidades. Después de recibir el premio, cada una de ellas expresó en su discurso de agradecimiento una serie de inquietudes paralelas y complementarias. Pilar Zaragoza recordó su primer gesto de libertad como mujer durante su adolescencia, valoró su constancia y esfuerzo e hizo especial hincapié en el respeto, la superación y la voluntad por aprender como ingredientes para culminar un camino de compromiso y dedicación a su labor docente e investigadora. Irene Vallejo reconoció que esta distinción es un premio al futuro y expresó su gratitud a todas las personas que han ido construyendo con mucho esfuerzo un monumento, todavía muy frágil, a la libertad. Sus palabras más elocuentes y significativas fueron las que dedicó a la esperanza como una disposición a escuchar, a leer, a aprender e invitó a todos los asistentes al acto a practicar la conversación, la reflexión y el intercambio de ideas.

En una sociedad cuyos ídolos son aquellos que triunfan en el mundo del espectáculo o en el ámbito deportivo, en una sociedad que menosprecia y eclipsa la cultura como algo propio de una minoría, el reconocimiento a la labor científica y cultural de estas dos mujeres que encarnan a la mujer inquieta y luchadora del siglo XIX es un mensaje que debería llegar mucho más lejos de nuestro entorno geográfico. Como reconocieron las galardonadas, todavía hay un largo camino por recorrer, aún hay muchos países en los que la mujer es ninguneada, marginada y sometida. Incluso en los países más avanzados, la mujer sigue teniendo un papel secundario en la política, en la economía o en los medios de comunicación. La labor del Club de Opinión la Sabina, que cumple ya 27 años, nos recuerda que hay todavía muchas asignaturas pendientes en el campo de la igualdad y libertad de la mujer. Eso sí, hay que reconocer que nuestras madres y abuelas lo tuvieron mucho más difícil. Y esto no está tan lejano en el tiempo como creemos.