Un banquillo que no quema, arde

Ser entrenador en el Real Zaragoza se ha convertido en una profesión de alto riesgo. Esta temporada son ya tres los técnicos que han pasado por el banquillo del primer equipo, el último de ellos un César Láinez que ha dado el salto desde el filial. Desde que entrara la nueva directiva, seis entrenadores en tres años.

Zaragoza.- Si difícil es ser profeta en tierra propia, más lo es todavía el asentarse de manera prolongada en el banquillo del Real Zaragoza. Un puesto en el que conseguir empleo estable está resultando excesivamente complicado, bien porque el inquilino no dé el nivel suficiente o bien porque los encargados de mantenerlo, o sustituirlo, no cuentan con un mínimo de dosis de paciencia. Esta temporada ya son tres los que han dirigido al primer equipo.

El último de ellos en llegar es más que conocido por todos.

Seis entrenadores en tres años

Desde que llegara la nueva directiva al Real Zaragoza se buscó un doble objetivo: reflotar económicamente una nave a la deriva y, segundo, encontrar la estabilidad deportiva necesaria como para afrontar el regreso a Primera División. Un reto el segundo que, de cumplirse, ayudaría y mucho a alcanzar el primero teniendo en cuenta que el nivel de ingresos se multiplicaría y la deuda se afrontaría con mayor tranquilidad y holgura.

Si bien las cuentas van marchando según lo previsto, el balón no rueda como debería rodar. El primero de los entrenadores que figurarían en el banquillo zaragocista fue Víctor Muñoz, pero apenas duraría unos meses en su cargo. Una dura derrota en Soria ante el Numancia, sumado a su nula conexión con el consejero encargado de la parcela deportiva, Carlos Iribarren, le costaría el puesto.

Al que fuera internacional por España le sucedería Ranko Popovic, un técnico con nula experiencia en la Segunda División española y que venía de dirigir en Japón. El serbio, a pesar de contar con unos números discretos, ha sido el único que ha estado cerca de devolver al equipo a la máxima categoría, alcanzando la final de los playoffs de ascenso. Eso sí, un tanto de Araujo faltando tan solo unos minutos daría la gloria a Las Palmas y llevaría a la decepción a la afición zaragocista.

Luis Milla duraba once jornadas en el banquillo maño
Luis Milla duraba once jornadas en el banquillo maño

Popovic arrancaría la temporada siguiente en el banquillo, pero sería despedido junto a Ángel Martín González, por entonces director deportivo, en diciembre de 2015. Ocho días más tarde llegaría al club Lluís Carreras, quien sus mayores éxitos los había conseguido en el Sabadell. Tampoco vivió el catalán una situación fácil como técnico del Real Zaragoza.

Porque a pesar de que la recta final se veía con optimismo, de nuevo en Los Pajaritos el equipo veía truncada su buena dinámica y caería en picado. Tan en picado que, jugándose entra en playoff y valiéndole el empate, el ya descendido Llagostera le endosaba un doloroso e histórico 6-2 que apartaba a los blanquillos de la lucha por el ascenso. El catalán se autodespedía en la sala de prensa de Palamós: "Estoy convencido de que el Real Zaragoza terminará consiguiendo el ascenso".

Milla y Agné, idéntica suerte

Luis Milla aterrizaba en el banquillo el Real Zaragoza como la segunda apuesta de Narciso Juliá. Con su experiencia en las categorías inferiores de la selección española y el Lugo, en principio el turolense buscaba un fútbol atractivo, que gustara en La Romareda, de la mano de hombres como Cani y Zapater que regresaban a abanderar el proyecto de esta temporada.

Eso sí, el rendimiento del equipo fue decayendo a marchas forzadas y la confianza en el aragonés se vio tan mermada que, ni siquiera empatando en Valladolid, pudo conservar su puesto al frente del banquillo. Once jornadas, tan solo once, duró Milla en su puesto. Por entonces, la plantilla marcharía en la decimoquinta posición con trece puntos, pero con un mundo por delante para revertir una situación ya de por sí complicada.

Tal y como

Ocho puntos de 33 fue el último balance del mequinenzano al frente del conjunto maño, dejándole en una gravísima decimoquinta posición, la misma en la que se marchó Milla, pero eso sí a tres puntos del descenso y con sólo doce jornadas por disputarse. Además, con el equipo en pleno declive y con el miedo real instalado en el cuerpo de una hipotética caída a la categoría de bronce del fútbol español.

En manos de Láinez

Agné llegaba sancionado y se marchaba sancionado, siendo ahora César Láinez el que cuenta con la misión de salvar al equipo de un destino que hace temblar con sólo nombrarlo. El ex guardameta del Real Zaragoza y hasta ahora técnico del Deportivo Aragón, al que tenía líder con más de 15 puntos de diferencia sobre el segundo en el grupo aragonés de Tercera División, tiene ante sí el reto de su vida: salvar de la oscuridad al club de sus amores.

En su presentación ya dejaba claro cuál era su único objetivo: "Es distanciarse lo máximo posible de la zona de abajo". Además, era claro respecto a lo que supone para él ocupar a día de hoy el banquillo del primer equipo: "Si la cuestión es si es un marrón, un premio o una oportunidad, la considero una responsabilidad". Láinez no lo pudo definir mejor, porque en sus manos (y en las botas de los futbolistas) está la necesidad de rescatar un barco que zozobra.

Lo que queda más que claro es que con la nueva directiva ha llegado la estabilidad económica al club, a pesar de que la cifra de deuda sigue siendo mareante, pero que la deportiva está a años luz de ser alcanzada. Seis técnicos en tres temporadas en un Real Zaragoza cuyo banquillo no es que queme, es que se encuentra a una temperatura que roza la ebullición más absoluta.