Opinión

Los muros de Trump

Desde que Donald Trump accedió a la presidencia de los EEUU el 20 de enero de este año, una parte de los medios de comunicación nacionales e internacionales, así como todo tipo de grupos, asociaciones y partidos políticos, siguen estrechamente cada una de sus decisiones e iniciativas políticas, ofreciendo la cara abrupta de todo ello; no hay día que no se muestre abiertamente el enojo ante todo lo que venga de la nueva Administración, pero ¿es posible comprender, al menos en parte, sus iniciativas?

Desde que Donald Trump accedió a la presidencia de los EEUU el 20 de enero de este año, una parte de los medios de comunicación nacionales e internacionales, así como todo tipo de grupos, asociaciones y partidos políticos, siguen estrechamente cada una de sus decisiones e iniciativas políticas, ofreciendo la cara abrupta de todo ello; no hay día que no se muestre abiertamente el enojo ante todo lo que venga de la nueva Administración, pero ¿es posible comprender, al menos en parte, sus iniciativas?

Trump, con 70 años, presbiteriano, es el 45º presidente electo de los EEUU, y su visión de la política, sobre todo internacional viene influenciada  por varios factores: el primero, su experiencia en el mundo de la empresa y de los negocios, algo que le ha acompañado toda su vida, tanto en la formación en las Universidades de Fordham y Pensilvania, como posteriormente en la expansión de un negocio familiar ligado al sector inmobiliario hasta la creación de un auténtico imperio, la Trump Organization, lo que le llevó a ser señalado en la revista Forbes como poseedor de una fortuna neta de 4.500 millones de dólares. Es decir, es un hombre del mundo de la empresa y de los negocios, en un entorno de competencia salvaje.

El segundo factor, el religioso, le ha hecho afirmar en ocasiones que se siente orgulloso de su carácter protestante, ajeno a adicciones y demás vicios que observa en otros colectivos, entre ellos los latinos y afroamericanos. De igual modo, mantiene buenas vinculaciones con la comunidad judía estadounidense, Israel, y el AIPAC (Comité de Asuntos Públicos Estados Unidos-Israel) importantísimo lobby que afecta a las decisiones del Congreso norteamericano a través de grupos de interés y que inciden en las decisiones tanto del Partido Demócrata como del Republicano. Tanto Clinton, como Obama, como Trump, han acudido al AIPAC a mostrar sus iniciativas encaminadas a su apoyo. A todo ello se añade la conversión de una de sus hijas al judaísmo, al igual que lo es una de las hijas de Putin, y el supuesto cambio de apellido de su abuelo paterno alemán de Drumpf a Trump, en los convulsos años del período de entreguerras en Europa.

El tercer factor, una parte de la sociedad norteamericana, aún tiene presente la herencia de las políticas de segregación que se aplicaron, sobre todo en los Estados del Sur, tras acabar la Guerra de Secesión y prohibirse la esclavitud en 1865. Los grupos supremacistas blancos apoyan a Trump. Las ascendencias principales norteamericanas son alemanas e irlandesas seguidas de las afroamericanas. La población de esta última, junto con la mexicana se concentran en dicho Estados Sureños.

Todos estos factores, sin duda hay más pero por simplificar, influyen en las decisiones que se están tomando desde el Gabinete de Trump: retirar a EEUU de todas aquellas organizaciones internacionales que le hacen gastar mucho dinero y perder competitividad en el mercado, sabiendo del potencial económico y empresarial de su país; poner en cuestión  a organizaciones militares que de igual modo implican un alto gasto económico para los EEUU; adoptar medidas de control de los flujos migratorios incontrolados, fundamentalmente del vecino México, país controlado en muchos sectores por los cárteles, las mafias que controlan  la inmigración ilegal procedentes de este país y de las que provienen de América Central y del Sur; establecer nuevas políticas de alianzas con aquellos países que puedan buscar objetivos comunes o similares; Rusia e Israel contra el yihadismo; concentrar fuerzas para saber qué hacer ante el gigante chino, etc., desde hace tiempo EEUU piensa más en China que en Rusia.

La Geopolítica estudia la influencia de la geografía: física, económica y humana, sobre las políticas de los Estados. Por ello, resulta obvio entender que las decisiones políticas de un país no tienen por qué parecerse a las de otros en contextos y circunstancias diferentes.

No es fácil comprender, al menos en estas primeras fases del Gobierno de Trump, hacia dónde van todas estas decisiones. Se podría pensar en una lucha contra el establishment, o en un auto golpe de aquel; también en el intento de reorganizar el actual mundo multipolar por otro más bipolar. Para todo ello, parece que se han fijado un grupo de enemigos: el yihadismo y terrorismo, la inmigración incontrolada, y los efectos negativos de la globalización.

Sin duda, un cambio radical en el mundo que nos habían diseñado.