El CSIC desempolva 1.400 piezas del cancionero aragonés anteriores a 1960

Los investigadores y el público en general ya tienen a su disposición en Internet un fondo de música tradicional con 20.000 melodías populares españolas recogidas entre los años 1944 y 1960, de las que 1.400 fueron documentas en Aragón con letra, partitura y, en algunos casos, el sonido original, además del nombre de los informantes.

Madrid.- Aseguran los expertos en el campo del alzhéimer que las canciones que nos cantan cuando somos pequeños son una fortaleza inexpugnable ante los efectos de esa enfermedad. Es como montar en bicicleta, nunca se olvidan. Y no importa los años que pasen: están en nuestro ADN, nos acompañan toda la vida y son, en definitiva, parte de nuestro patrimonio.

Para mantener viva esta memoria, el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha abierto al público un fondo con 20.000 melodías populares, todas con sus letras en documentos manuscritos, más de la mitad con las partituras y en algunos casos digitalizadas a partir de arcaicos soportes de audio, como el cilindro de cera y el hilo magnético. Un importante porcentaje de este importante archivo documental tiene su origen en Aragón, con hasta 1.400 canciones de un centenar de ubicaciones de las tres provincias.

Pero lo más relevante de este "arsenal", como lo ha definido Emilio Lora-Tamayo, presidente del CSIC, es que el material fue recopilado entre los años 1944 y 1960. Fue en el marco de las llamadas "misiones folclóricas" promovidas por el antiguo Instituto Español de Musicología del CSIC. Durante 16 años un grupo de expertos musicólogos recorrió más de 2.000 localidades españolas para compilar el Cancionero Popular Español, un proceso en el que participaron más de 5.000 personas o "informantes".

El proyecto quedó interrumpido y los materiales fueron olvidados durante medio siglo. No fue hasta 2010 que el CSIC decidió desempolvar aquella memoria guardada en cajas. Siete años después, la documentación ha sido catalogada, digitalizada y puesta a disposición de investigadores y de toda la sociedad en Internet. La base de datos se encuentra integrada en la de la Institución Milá y Fontanals, en Barcelona, y permite cruzar el cancionero con otros fondos, como los del NO-DO, o la colección Alan Lomax, en Estados Unidos. 

Nuestros abuelos

Arcadio de Larrea fue uno de los musicólogos que recorrió los pueblos aragoneses al frente de la ‘misión’ M20. Por sus notas sabemos que en Gistaín, el pueblo de sus padres, los adultos se ponían a "los pequeñuelos sobre las rodillas" y se les bandeaba "a manera de las campanas de Montalbán", mientras se cantaba "Din, dan, Pedro Chan, qui si ha muerto, Juan del Huerto".

Gracias al trabajo de don Arcadio sabemos que la vecina de Gistaín que le dio esa información se llamaba Antonia Bielsa. También sabemos que Alfonso Villacampa fue el vecino de Yebra de Basa que se dejó grabar cantando "El naranjero", un 15 de diciembre de 1952. El nombre de los informantes es un dato muy valioso en opinión del musicólogo y director del proyecto, Emilio Ros-Fábregas, ya que casi 70 años después "es probable que sus descendientes, si exploran en la web, puedan descubrir lo que cantaban sus abuelos y bisabuelos". 

Éste podría ser el caso de la familia Esprit. En algún momento entre los años 1944 y 1960 la investigadora Palmira Jaquetti conoció a Emilia, y ésta le contó que "a la calle abajo baja un ratón / que le han cortado la cola / para moño de una vieja". Según la documentación tal encuentro pudo tener lugar en Daroca o en los alrededores de la Laguna de Gallocanta. 

El recuerdo documentado de todas estas canciones populares son para la directora de la Biblioteca Nacional, la zaragozana Ana Santos, un "patrimonio único y fundamental" en los planos "científico" y "cultural", pero también desde el punto de vista emocional: "Estoy segura de que muchas personas de nuestros pueblos y ciudades se van a emocionar cuando vean a sus abuelos y abuelas cantando esas canciones que igual aún hoy siguen cantando".

Por desgracia, muchas de las canciones documentadas no cuentan con su correspondiente grabación original. Es por eso que el director del proyecto ha invitado a todos los interesados "a consultar las partituras, grabarse a sí mismos interpretándolas y subirlas a Internet". Y si esas contribuciones son fieles a la realidad, Ros-Fábregas se ha comprometido a enlazarlas con la base de datos del CSIC, lo que puede interpretarse como una nueva forma de tradición oral adaptada a los nuevos tiempos.