Carpetazos judiciales y archivos políticos

Lo de que el paro era solo un rebrote momentáneo causado por la afluencia masiva de compradores compulsivos en las fiestas navideñas ya se sabía, era cuestión de tiempo que las listas del INEM volvieran a su estado normal de unas semanas antes del mes de Diciembre pasado.

Lo de que el paro era solo un rebrote momentáneo causado por la afluencia masiva de compradores compulsivos en las fiestas navideñas ya se sabía, era cuestión de tiempo que las listas del INEM volvieran a su estado normal de unas semanas antes del mes de diciembre pasado. 

Como ocurre en todos los periodos incluso antes de llegar la política austera del PP, vamos que en esta ocasión no nos podemos dar por escépticos o mostrar incredulidad a los hechos de que las políticas laborales no son las aconsejables en un paro tan latente. No era creíble que un repunte del empleo fuera el esperado en tan pocas fechas desde que el PP volvió a ganarse la confianza de sus adeptos, siempre educados a la hora de entablar diálogo electoral con su partido, un desliz del presidente Rajoy más a los que añadir en su larga lista de imperecederos lingüísticos a los que ya nos tiene acostumbrados y que revierte en la desafección de buena parte de la sociedad española en sus políticas de austeridad o en su obediencia al Consejo Europeo y por otro lado, aumenta el desinterés por la política que avanza a ritmo preocupante.

No es bueno dejar a la clase política hacer y deshacer a su antojo por largo espacio de tiempo, es cuestión de legislaturas que se lleven el gato al agua y caigamos en un continuo vaivén provocado por las deudas de la Administración y la subida de los impuestos que de nada saldrá provechoso a la sociedad y a las  clases más debilitadas. Todo se resume en una palabra, desconexión; esta es la que utilizan los separatistas catalanes para dejar claro su afán por marcharse de la influencia del Estado, está es también la que define mejor el ambiente de nuestras calles, la apatía de los ciudadanos y la indignación que se ha hecho popular entre los colectivos sociales sin recursos a los que echar mano cuando la necesidad impera.

Así trabajan los Gobiernos, con el Banco de España a la cabeza de la mala praxis de sus gestores cuando al llegar la crisis no supo hacer sus labores como herramienta de previsión de fondos para combatirla bajo el mandato divino de un Ejecutivo poco dado a los consejos y más a desplazar la obediencia que se le debe a sus programas al ser estos meras suposiciones puramente partidistas que nunca llegan a cumplirse.

Los ciudadanos se encuentran en una disyuntiva política complicada, el poder del Gobierno sigue sumando enteros a costa de la displicencia de la oposición, inmersa en liderazgos, ideologías con demasiadas participaciones para entenderse y un socialismo que busca con la debilidad de los emergentes envueltos en dinamias feroces cargadas de egocentrismo, sacar la cabeza del lodo en el que se habían sumergido y comenzar una nueva trayectoria a una oposición combativa. No hay duda de que Podemos deberá trabajar con el PSOE, es no sólo previsible, sino determinante para la supremacía de la izquierda en el poder de nuestro país algún día. Que las formaciones tengan asambleas, reuniones, eventos de importancia o semejantes actos afines a su ritmo político es normal, pero no lo es llegar al hemiciclo en el Congreso de los Diputados con un líder fuerte es un error difícilmente entendible en la situación actual del PP. Así las cosas, pretender hacer una oposición versada en disputas internas es como darse continuos cabezudos en un muro que tiene la sonrisa de los populares pintada en sus colores.

El cinturón se nos queda pequeño oyendo al ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, las sociedades saben que para subsistir son necesarios los impuestos, que pagar tasas en algunas ocasiones son la clave del sostenimiento de determinadas cuestiones pero, eso de que llegaremos en el ejercicio actual a records históricos en la recogida de impuestos parece tener consecuencias inmediatas al bolsillo ciudadano. Se despeja el hrizonte de la política que el Gobierno pretende llevar a cabo para sanear las administraciones a cuenta del erario  público, era cuestión de tiempo nada más y ha elegido el mejor para sus intereses, cuando la oposición transita por una vía hacía ninguna parte.

Ya no parece molestar tanto la corrupción, la constancia judicial llevada a cabo durante los últimos años, imputando y condenando a numerosos cargos públicos que nos representaban, ha dado muestras de cansancio entre la mayor parte de la sociedad española. Hechos evidentes que nos dejaron absortos ante tamaña caradura por parte de los gestores de nuestra política, sería digno acabaran con aquellos que se sirvieron de sus cargos entre rejas, dejando los tribunales para otros asuntos que no por ser de menor valía, tardan demasiado en acabar con las sentencias en firme que muchos ciudadanos y ciudadanas esperan desde hace meses e incluso años. Las disposiciones de personal por el contrario siguen siendo insuficientes en la judicatura, en la docencia o en los servicios sanitarios, tal vez la nueva ofensiva del ministro que maneja nuestros salarios tenga previsto la subida de impuestos para adecentar las partidas presupuestarias que la sociedad demanda y no en aumentar el pago a la deuda con la UE en un afán por corregir errores de provisión con el rescate a la banca o la poca visión de una crisis acechante de la cual no parece sencillo levantarse.