Opinión

La agenda

Si alguien se extrañó de la baja participación, en la consulta ciudadana, no debería de haber sido el equipo de gobierno. Desde las Asociaciones vecinales, se les advirtió de la inconveniencia de apostar toda la participación ciudadana por medios on-line. Se lo dijimos, pero nos ningunearon. Ahora están en marcha los presupuestos participativos y, como Don Erre que Erre, lo apuestan todo a Internet.

Si alguien se extrañó de la baja participación, en la consulta ciudadana, no debería de haber sido el equipo de gobierno. Desde las Asociaciones vecinales, se les advirtió de la inconveniencia de apostar toda la participación ciudadana por medios on-line. Se lo dijimos, pero nos ningunearon. Ahora están en marcha los presupuestos participativos y, como Don Erre que Erre, lo apuestan todo a Internet. El proceso es tan farragoso que está desanimando a los pocos que se animan a participar. El resultado es el previsible, sólo participan aquellos que son digitales y que están bregados en los debates on-line. Como se vio en el tranvía, son unos pocos. Nos consta que muchos ediles se sorprendieron de estos datos.

¿Cómo pasó esto? Muy sencillo, se fiaron de unos profesionales dignos de todo crédito, con años de experiencia en lo social. Son los trabajadores, mejor dicho, los gerentes de las empresas dedicadas a trabajar, por medio de subvenciones, en el ámbito social. Suelen estar en empresas que tienen su origen en entidades sociales, como las AVV y asociaciones diversas. En las cuales se ha dado un proceso de apropiación, las entidades ya no “mandan” en dichas empresas, son los profesionales, ayudados por burocracias consagradas y bendecidas por los tecnócratas institucionales, los que marcan desde su gestión el devenir de lo social.

Se creen que todo el mundo maneja con fluidez Internet. No conciben que alguien no pueda tener Internet, ni ordenador para navegar. Si se puede navegar desde un móvil, dicen aseverando. ¿Cómo están tan alejados de la realidad? Muy sencillo, estos profesionales hace mucho tiempo que no hacen voluntariado, si es que alguna vez lo han hecho. Busquen un solo gerente o trabajador de dirección, que son los que hablan con los políticos nuevos, que fuera de su horario de trabajo haga voluntariado en otro proyecto. Son pocos los elegidos.

Se han quedado con las empresas porque se lo merecen, dicen ellos. Conocen a mucha gente como ellos y eso les da poder, se lo merecen por su agenda de contactos. Muchos se lo han creído y en esto basan su prestigio y credibilidad. Mas cuando las cosas pintan muy mal y la entidad está a punto de colapsar, vuelven a pedir a las entidades fundadoras que las rescaten. Así ocurre, que los que no somos profesionales, utilizamos nuestra agenda, la de verdad, la que es capaz de modificar en nuestro provecho decisiones ajenas a nuestra organización, para solucionar los problemas irresolubles para los que cobran como profesionales. Y no es nuestra agenda, es de las entidades a las que representamos. A ver si los nuevos políticos aprenden pronto y no se dejan chulear por endogámicos neofuncionarios, por mucho que manejen las redes sociales, y aprendan que la agenda nunca es digital, sólo es humana.