Viaje a Canfranc, del oro nazi a las probetas

Visitar Canfranc es siempre algo curioso. Su estación internacional es el símbolo de lo que ocurrió y entre los muros de su Laboratorio Subterráneo se gesta lo que sin duda forma parte del futuro. Hacer este viaje en el Canfranero es harina de otro costal cuando son dos actores los que recrean la noble historia del Alto Aragón.

Canfranc.- Muchos conocen la localidad de Canfranc por los medios de comunicación y las sucesivas noticias sobre la reapertura de unas vías que ya no soportan el peso de las máquinas y vagones, ahora sólo sustentan parte de una historia que también coquetea con el desconocimiento de los aragoneses. Aprovechando esta circunstancia el Ayuntamiento de Zaragoza se ha valido de este medio de transporte para dar a conocer el municipio a los vecinos de la capital aragonesa. Los primeros en probar la experiencia son algunos de los alumnos de varios institutos de la ciudad.

Son las 8.45 horas de la mañana en la Estación Goya. Un tren con apenas tres vagones descansa en uno de los andenes de la estación más coqueta y romántica de la capital , se llama Canfranero y comunica la tierra del Ebro con el Alto Aragón. Lo hace despacio, a paso lento, debido a la orografía del terreno y los constantes problemas con esta línea que apenas ha cambiado en los últimos 20 años. 

En el viaje inaugural, nacido de las conversaciones entre el Ayuntamiento “del cambio” y el de la localidad de Canfranc, viaja el alcalde de Zaragoza, Pedro Santisteve. Quiere conocer de primera mano una de las propuestas que sobrelleva el hermanamiento entre la gran ciudad y el municipio suscrito en el mes de marzo de 2015. Lo acompañan varios jóvenes y sus profesores sin saber que van a conocer parte de la historia de Aragón con el traqueteo propio de los trenes de los 80. No viajan solos ya que dos actores de la compañía "Los Navegantes" se suman a la comitiva con una enorme maleta y dos mochilas. 

Superadas las localidades de Villanueva de Gállego, Tardienta y Huesca aparece en escena un soldado carlista que recuerda a los más jóvenes que Alcoraz no sólo es el estadio de los oscenses sino una batalla librada a favor de las Leyes de Aragón. El tiempo acompaña y el viaje se hace más llevadero cuando el paisaje son unos Mallos y su historia cuenta que se trata de uno de los reinos más pequeños de Aragón, unas tierras que la reina Berta recibió cuando se convirtió en la segunda esposa de Pedro I. El Canfranero sigue superando el agreste terreno hasta que otro de los monarcas aragoneses aparece en el convoy. Se trata del rey Sancho que ensalza su figura como gran conquistador. 

La Estación Internacional de Canfranc toma forma. Se echa de menos el olor a carbón y el humo propio del ferrocarril de la época en la que se construyó la estación más grande de España y la segunda más importante de Europa. Una estación concebida para impresionar a los franceses y europeos y para conquistar a los españoles que vivían a siete kilómetros en la localidad de Villanúa. Visitarla ahora puede hacerse gracias a la apuesta del Gobierno de Aragón por una estación que nació para cautivar y que se quedó demasiado pronto en desuso. 

Las visitas teatralizadas amenizan el camino
Las visitas teatralizadas amenizan el camino

La guía explica a los jóvenes que este proyecto quería ser la mejor postal de una España que huía de la primera Guerra Mundial. Un lugar donde el lujo y la confortabilidad siguen patentes en la entrada a la estación por el acceso para viajeros. Escalinatas de mármol, baldosas tipo metro y barandillas de hierro forman parte del patrimonio que se conserva de una estación que también sirvió de almacén y que fue pasto del vandalismo al ser abandonada por su propietaria, Adif. 

Inaugurada por Alfonso XIII esta estación trajo aparejada la construcción de un pequeño pueblo a su alrededor, unas laderas naturales que se consiguieron con la plantación de más de siete millones de pinos y un edificio que en sus años dorados contaba con un enorme vestíbulo, una zona aduanera, una zona para Guardia Civil y Gendarmería, una pequeña enfermería y una importante zona de carga. “Era una estación que aunaba los intereses españoles y franceses”, explica la guía que además recuerda que Canfranc debería formar parte de la historia nacional e internacional con la entrada de los alemanes, la huída de los judíos europeos y la existencia de un importante trama de espionaje que se valía de los niños para transmitir mensajes. 

Una perspectiva que apenas puede vislumbrarse en todo aquello que queda en la estación. Recuerdos, recovecos y mucho deterioro es lo que ahora ven los ojos de los visitantes aunque su mente viaja a través de unas vías que mantienen el ancho del raíl francés con el propio de la red del ferrocarril español. 

Experimientos bajo tierra

Una joya que reposa bajo las faldas de la montaña pero Canfranc tiene secretos ocultos. Entre ellos está el Laboratorio Subterráneo que es el único que existe en España y de los pocos que hay en todo el mundo. Esta instalación propia de la ciencia ficción está situada en un túnel carretero con unos 1.400 metros cuadrados de superficie. En el mismo se realizan importantes experimentos que quieren ir más allá en la comprensión del Universo del que se conoce sólo un 5%. 

El Gobierno central avala la inversión de cuatro millones de euros que se necesitó para la puesta en marcha de este laboratorio que cuenta además con un comité científico encargado de asesorar a los diferentes investigadores que trabajan en él. En la actualidad se están realizando siete experimentos en los que están implicados un total de 281 usuarios que abordan incógnitas como la materia oscura o el estudio de las astropartículas. 

Poco queda de las primeras mediciones de radioactividad que se iniciaron en 1985 y que se necesitaron para la construcción de este laboratorio que tuvo una primera sede de tan solo seis metros cuadrados, un espacio mínimo que en tiempos remotos servía de polvorín. 

Las entrañas de Canfranc guardan experimentos
Las entrañas de Canfranc guardan experimentos

Un valor añadido que también se muestra en este recorrido que en un futuro espera repetirse con el resto de grupos de estudiantes que tomarán el Canfranero en lo que resta del mes de diciembre y el mes de enero. “Un viaje en el tiempo” que gracias a la teatralización quiere facilitar el conocimiento de la historia, el arte y la cultura de los puntos más relevantes del recorrido ferroviario entre Zaragoza y Canfranc. 

“Es una oportunidad única para conocer Canfranc desde un medio de transporte que para nosotros es prioritario. La reapertura del Canfranc es vital para el comercio y la logística de Aragón y también de la ciudad de Zaragoza”, admite el alcalde zaragozano que espera participar en muchos más eventos propiciados por el joven hermanamiento.