Opinión

Aprender a escribir

A algunos quizás pueda sorprenderles el enunciado que encabeza este artículo de opinión. Pero, como vamos a poder comprobar, no es así. Ni mucho menos. Porque la realidad nos demuestra que una de las disciplinas lingüísticas más tradicionales y más importantes durante décadas ha sido la ortografía.

A algunos quizás pueda sorprenderles el enunciado que encabeza este artículo de opinión. Pero, como vamos a poder comprobar, no es así. Ni mucho menos. Porque la realidad nos demuestra que una de las disciplinas lingüísticas más tradicionales y más importantes durante décadas ha sido la ortografía. Esa práctica que intentamos que nuestros alumnos y alumnas adquieran como un hábito desde los primeros años de la enseñanza primaria. Este hábito de escribir correctamente las palabras no lo sustituyen los correctores ortográficos que nos brinda internet, porque hay vocablos – como los que poseen acento diacrítico o determinadas formas verbales – que no es capaz de distinguir ningún corrector de la red.

Todo esto lo comento a propósito de la convocatoria del XVII Concurso Hispanoamericano de Ortografía por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Precisamente el pasado 22 de noviembre se celebró la fase autonómica en el instituto Corona de Aragón de Zaragoza. De los 16 centros participantes, sólo una alumna del IES Torre de los Espejos de Utebo representará a Aragón en la fase nacional el próximo mes de febrero.  No nos ha sorprendido en absoluto que los alumnos y alumnas que más leen son los que mejor escriben. Lejos quedan ya los años en que había que memorizar mecánicamente unas reglas de ortografía que, a la larga, no eran totalmente fiables y presentaban algunas excepciones. Y no es que despreciemos la memorización, que sigue estando en la base de todo aprendizaje, sino que intentamos desde nuestra experiencia docente que el estudiante acompañe el hábito de la lectura con una memoria visual que le ayude a recordar las grafías más difíciles y las palabras más complicadas.

Todavía es frecuente encontrar incorrecciones ortográficas en algunos periódicos y en otros medios de comunicación. Por no hablar de determinadas publicaciones como novelas, ensayos o manuales publicitarios. Aunque nos pueda sorprender, es una práctica que está ahí y que, al parecer, no tiene visos de mejora. Es muy fácil culpabilizar a las nuevas tecnologías, a la invasión de redes sociales o al cada vez más indispensable teléfono móvil. Pero, como decía Umberto Eco en su último ensayo  De la estupidez a la locura: la lectura virtual, plagada de imágenes y gráficos sugerentes, no está reñida con la lectura real en soporte impreso. Son en todo caso complementarias, es decir, una y otra se retroalimentan y se enriquecen.

Por eso hay que valorar la oportunidad de estos concursos, que no sólo motivan a los participantes, sino que despiertan la reflexión de los docentes que día tras día comprobamos cómo, incluso en bachillerato y en los estudios universitarios se descuida sistemáticamente no sólo la ortografía, sino el uso correcto del vocabulario y la coherencia y cohesión a la hora de redactar. Hay que afirmar – como el lingüista y académico asturiano Salvador Gutiérrez – que la ortografía es la cortesía de la Lengua. Un lema que sigue vigente a pesar de los cambios tecnológicos y de la progresiva evolución de un idioma rico y plural como el castellano.