Opinión

¿Se puede morir de estrés?

¿Se puede morir de estrés? La respuesta desde la óptica médica no es fácil, pero a fuerza de ser pragmáticos podemos decir que sí, que se puede morir de ansiedad y angustia, siempre que se den asociados una serie de factores de vulnerabilidad como pueden ser: la hipertensión, la obesidad, la hipercolesterinemia o el tabaquismo, entre otros. En mi opinión, la causa fundamental de la muerte de Rita Barberá ha sido un estado mantenido de ansiedad y depresión que sobrepasó su capacidad de afrontamiento; el infarto de miocardio ha sido la causa inmediata de tal fatal desenlace.

¿Se puede morir de estrés? La respuesta desde la óptica médica no es fácil, pero a fuerza de ser pragmáticos podemos decir que sí, que se puede morir de ansiedad y angustia, siempre que se den asociados una serie de factores de vulnerabilidad como pueden ser: la hipertensión, la obesidad, la hipercolesterinemia o el tabaquismo, entre otros. En mi opinión, la causa fundamental de la muerte de Rita Barberá ha sido un estado mantenido de ansiedad y depresión que sobrepasó su capacidad de afrontamiento; el infarto de miocardio ha sido la causa inmediata de tal fatal desenlace.

Cuando una persona está estresada durante un tiempo prolongado, o bien cuando el nivel de estrés es más breve, pero muy intenso, nuestro organismo responde elevándolos niveles de cortisol (la llamada hormona del estrés) y éste es un factor determinante en la producción de espasmo o constricción de arterias tan importantes como las coronarias, y con ello llega el infarto. Por lo tanto, se puede morir de estrés, si no como causa inmediata, sí como causa fundamental, que decimos los médicos cuando redactamos un certificado de defunción. 

Lo que pasa es que no queda bien decirlo ni reconocerlo, y mucho menos a raíz del fallecimiento de Rita Barberá, pero las cosas son así y la condición humana y el funcionamiento biológico es el que es. Probablemente la senadora tenía varios de los llamados factores de vulnerabilidad, pero la "puntilla" se la dio sin duda el acoso y derribo que estaba sufriendo, y no tanto por la presión mediática para la que sí estaba entrenada y preparada durante su larga carrera política, sino por el desengaño, desilusión y soledad que se vio obligada a soportar de quien menos lo esperaba: sus propios compañeros.

Verse acosada por unos, abandonada por otros, con un más que probable sentimiento subjetivo de fracaso personal y social fueron, en mi opinión, los elementos nucleares que precipitaron su fallecimiento. El estrés acabó con la vida de Rita Barberá. Y es que quizá ella no supo, no pudo o no tuvo capacidad de interpretar la realidad de otra forma más pacífica. 

Quizá Rita Barberáno tuvo recursos personales para gestionar sus emociones y pensamientos de una forma más eficaz. Pero lo que objetivamente tampoco ha habido es la tan cacareada "presunción de inocencia" que hoy todos invocan, pero que a la hora de la verdad nadie aplica, ni mucho menos respeta. 

Rita Barberá, la que fue alcaldesa de Valencia y senadora en las Cortes Generales, ha muerto de ansiedad y de pena, y nuestra sociedad está muriendo un poco cada vez que no se aplica la presunción de inocencia hasta sus últimas consecuencias.